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El resurgir del ‘Capitán Valiente’: Sarkozy pisa el acelerador para no dejar el Elíseo
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EL LÍDER FRANCÉS SE REINVENTA COMO DEFENSOR DEL PUEBLO FRENTE A LOS MERCADOS

El resurgir del ‘Capitán Valiente’: Sarkozy pisa el acelerador para no dejar el Elíseo

Una lista negra recorre Europa. Silvio Berlusconi, José Luis Rodríguez Zapatero, Giorgos Papandreu, José Sócrates, Brian Cowen… el número de víctimas políticas de la crisis financiera

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El resurgir del ‘Capitán Valiente’: Sarkozy pisa el acelerador para no dejar el Elíseo

Una lista negra recorre Europa. Silvio Berlusconi, José Luis Rodríguez Zapatero, Giorgos Papandreu, José Sócrates, Brian Cowen… el número de víctimas políticas de la crisis financiera no deja de aumentar y dentro de tres meses podría incorporar un nuevo nombre: Nicolas Sarkozy. Pero el presidente francés no está dispuesto a ser uno más. Conocido por su temperamento orgulloso, irascible y presumido, el líder galo no contempla la posibilidad de una derrota, por honrosa que sea. Situado cuatro puntos por detrás del socialista François Hollande en los últimos sondeos, Sarkozy se ha lanzado a una carrera desesperada para mantenerse en el Elíseo, aunque para ello necesite una transformación radical de su perfil político.

El punto de partida no es alentador: bajo el mandato del actual presidente, la deuda pública del país ha aumentado en 600.000 millones, Francia ha llegado a pagar casi dos veces los intereses de Alemania y el paro ha batido un récord de doce años con casi tres millones de desempleados, por lo que se dice que Sarkozy ha pedido a las empresas en las que el Estado tiene acciones que no despidan antes de las elecciones.

La retirada de la ‘triple A’ por parte de Standard & Poor’s la semana pasada ha sido el último golpe que ha debido encajar un país preocupado por las dificultades para mantener su preciado estado social y por el descenso del poder adquisitivo real, un indicador clave en el debate político francés. Acorralado por los malos datos económicos, el presidente ha optado por buscar culpables: los mercados y las agencias de calificación.

El valiente capitán

En su intento por mantenerse en el poder, Sarkozy ha sorprendido a los franceses presentándose como el defensor del pueblo frente a los ataques de los mercados. Un personaje que la prensa ha bautizado como ‘Capitaine Courage’, el valeroso capitán que maneja con mano firme el timón de Francia en plena tempestad. Así, este nuevo justiciero del capitalismo criminal no ha tenido reparos en encabezar el movimiento para instaurar la ‘tasa Tobin’ que grava las transacciones financieras, señalando que se trata de “una cuestión moral”. Poco importa ahora que en 1999 el impuesto le pareciera “absurdo”, el nuevo Sarkozy ha decidido implantarlo en Francia “cuanto antes” en lugar de esperar a un eventual acuerdo comunitario porque “hay que dar ejemplo”.

En su comparecencia de esta semana junto a Mariano Rajoy, un irritado Sarkozy mostró su perfil más beligerante con las agencias para repetir que no deben definir las políticas económicas y que sus rebajas “no significan nada”. La decisión de Moody’s de mantener la ‘triple A’ con perspectiva negativa supone una auténtica espada de Damocles sobre el presidente, que teme encontrarse con una nueva rebaja en plena campaña. No preocupa tanto Fitch, dado que Sarkozy entregó la orden de la Legión de Honor a su propietario, Marc Ladreit de Lacharrière, hace solo un año. Frente a estas amenazas, el nuevo capitán asegura que no dejará volcar la nave, señalando que actuará “con sangre fría”.

Un giro radical e inesperado

Resulta difícil reconocer en este autoproclamado héroe popular al hombre que ha gobernado Francia durante los últimos cuatro años, más preocupado por atraerse al electorado del ultraderechista Frente Nacional alentando debates sobre qué significa ser francés o deportando a gitanos al este de Europa. Pero por muy desesperado que pudiera parecer este giro, lo cierto es que no había nada que perder en la apuesta. Hace nueve meses, el presidente estaba hundido en los índices de popularidad, con 7 de cada 10 franceses desaprobando su gestión. La reelección era poco menos que una quimera teniendo en cuenta que se esperaba que su rival fuera Dominique Strauss-Kahn, a la sazón presidente del FMI. Un político de altura, con prestigio económico y que conectaba con los franceses, precisamente los puntos débiles de Sarkozy.

Sin embargo, todo cambió el pasado verano. En primer lugar, el escándalo sexual de Strauss-Kahn fulminó sus opciones presidenciales y el candidato socialista acabó siendo François Hollande, un político discreto (le apodan Monsieur Normal) contra el que Sarkozy se ve capaz de competir por sus mejores dotes como comunicador. Por otro lado, el recrudecimiento de la crisis de deuda permitió a Sarkozy desarrollar su imagen como hombre de Estado en sus numerosos encuentros con Angela Merkel.

Ningún ejemplo tan esclarecedor como lo ocurrido tras el nacimiento de su hija Giulia. El presidente que tanto había disfrutado exponiéndose en las páginas del papel cuché no presentó a la recién nacida a los medios. Y es que mientras su mujer daba a luz, el abnegado estadista se desplazaba a Berlín para salvar a Europa.

Claro que esta sumisión a Alemania le ha provocado no pocas críticas de los germanófobos, algo que el nuevo político de altura lamenta señalando: “Soy francés hasta la médula, pero mi amor por Francia nunca me ha llevado a acusar a nuestros vecinos, nuestros aliados, nuestros amigos”. ¿Quién recuerda ahora que en 2007 se enorgullecía en un discurso de que “Francia, por su parte, no ha cometido un genocidio ni inventado la Solución Final”?

De presidente a candidato

A pesar de que no le falta trabajo como presidente y de que ni siquiera ha hecho oficial su candidatura a las presidenciales, a nadie se le escapa que Sarkozy se encuentra inmerso desde otoño en una poco disimulada campaña electoral. Y a juzgar por sus numerosas apariciones televisivas, se diría que le preocupan más las audiencias que los sondeos de opinión.

A mediados de octubre, ya enfundando en su nuevo traje de defensor del pueblo, Sarkozy se desplazaba a la región de La Creuse, en el centro de Francia, para defender vehemente la solidez de la ruralidad frente a la volatilidad de las finanzas. Dos meses después, volvía a Toulon (el escenario de su famoso anuncio de 2008 sobre la “refundación del capitalismo”) para hacer brillar sus dotes de orador. Señaló que “la tormenta financiera” era la peor crisis desde la II Guerra Mundial y en un despliegue de pausas dramáticas y miradas intensas proclamó: “Hoy el miedo ha vuelto y tiene un nombre: es el miedo de Francia… a perder el control de su destino”. El capitán cogía el timón.

Desde entonces, sus apariciones en los medios y sus anuncios efectistas no han hecho sino aumentar: impactante discurso en Nochevieja para anunciar la ‘tasa Tobin’, comparecencia junto a Barack Obama tras la cumbre del G-20, entrevista concedida a las dos principales cadenas del país…todo ello grabado y emitido en riguroso ‘prime time’. En los últimos días se ha reunido con patronal y sindicatos, ha anunciado un plan contra el paro de 430 millones y ha apostado por el ‘IVA social’ para reducir los costes laborales sin que bajen los salarios. Etapas que se suceden vertiginosamente en la acelerada carrera de un capitán con el agua al cuello. 

Una lista negra recorre Europa. Silvio Berlusconi, José Luis Rodríguez Zapatero, Giorgos Papandreu, José Sócrates, Brian Cowen… el número de víctimas políticas de la crisis financiera no deja de aumentar y dentro de tres meses podría incorporar un nuevo nombre: Nicolas Sarkozy. Pero el presidente francés no está dispuesto a ser uno más. Conocido por su temperamento orgulloso, irascible y presumido, el líder galo no contempla la posibilidad de una derrota, por honrosa que sea. Situado cuatro puntos por detrás del socialista François Hollande en los últimos sondeos, Sarkozy se ha lanzado a una carrera desesperada para mantenerse en el Elíseo, aunque para ello necesite una transformación radical de su perfil político.