La industria aeroespacial vive un momento de auge. Desde hace unos años el hombre vuelve a mirar a las estrellas con intención de conquistarlas, y lo hace con un enorme empuje de la iniciativa privada. Multimillonarios como Elon Musk o Jeff Bezos se han lanzado a luchar por su hueco en el espacio, y no son los únicos.
Rocket Lab es una 'startup' estadounidense que desde un entorno mucho más 'low cost' y sencillo que el de los multimillonarios busca encontrar su lugar en esta nueva industria, sin tanto ruido como SpaceX, pero con las mismas ganas de ser rentable. Este mes de enero volverá a probar una vez más su cohete Electron desde Nueva Zelanda, país con el que tiene un gran acuerdo, para intentar demostrar al mundo si puede, o no, luchar en este mercado.
El objetivo de esta empresa aeroespacial de bajo coste es ofrecer una oportunidad a compañías medianas y pequeñas que quieran mandar un satélite al espacio. Así, su Electron está construido para poder colocar estas sondas en órbita con un coste muchísimo menor al del resto de las empresas que existen a día de hoy.