Comenzaron a aparecer a mediados de los años 2000 y desde entonces están conquistando poco a poco cada vez más espacios en las alturas de las grandes ciudades. Se trata de los llamados tejados verdes o green roofs, jardines que se cultivan en los tejados. Algunos son poco más que una humilde huerta mantenida por los vecinos, mientras que otros han sido diseñados por arquitectos de renombre como el colofón a un edificio imponente. Sea cual sea el caso, cultivar sobre los tejados, lejos de los nutrientes de la tierra, requiere una instalación concreta y unos cuidados estrictos.
Muchos de estos jardines son cultivos hidropónicos. Esta técnica agrícola está basada en la idea de que las plantas no necesitan el suelo para crecer, solo los nutrientes que se encuentran en él. De esta forma, es posible que crezcan sin se les aportan esos nutrientes disueltos en agua, aunque sea sobre un sustrato en principio poco favorable (o directamente artifical).
Los motivos para instalar un jardín en el tejado van más allá de lo ornamental. Por un lado, ayudan a reforzar el aislamiento térmico del edificio, así como el sonoro. Además, ayudan a reciclar CO², reducen los problemas que crea el agua en lugares donde se producen lluvias intensas en poco tiempo y crean hábitats para la fauna urbana. Tampoco es despreciable el efecto positivo que tienen sobre los habitantes de las ciudades que pueden acceder a estos espacios verdes inesperados.