En 2008 se inauguró en el archipiélago de Svalbard –a 1.300 kilómetros del Polo Norte–, el Banco Mundial de Semillas, una enorme caja fuerte que pretende mantener a buen recaudo, y para siempre, las más preciadas variedades de semillas que conoce la humanidad, que descansan listas para ser cultivadas en caso de que tuviéramos que enfrentarnos a cualquier desastre.
El almacén no suele abrirse para depositar nuevas semillas más de tres veces al año, y sólo el donante tiene acceso a éstas. Por suerte, en algunas de estas visitas, se ha permitido el acceso a fotógrafos, gracias a los cuáles conocemos que hay dentro de esta caja fuerte del fin del mundo. Este es un recorrido gráfico entre sus paredes.