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Una puja de arte con cervezas y DJ: este hombre tiene un plan para que los jóvenes vayan a las subastas
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Una puja de arte con cervezas y DJ: este hombre tiene un plan para que los jóvenes vayan a las subastas

Un especialista de la casa Christie's de Londres decidió cambiar su vida con la pandemia. Vino a Madrid y ahora pone en marcha unas subastas, con un esquema poco ortodoxo, para atraer a nuevo público a un universo considerado elitista

Foto: Antonio Yera, el ideólogo de las subastas de arte que llaman la atención a los jóvenes. (Cedida)
Antonio Yera, el ideólogo de las subastas de arte que llaman la atención a los jóvenes. (Cedida)

La pandemia hizo que Antonio Yera, de 34 años, cambiara de rumbo. "Tuve mucho tiempo para pensar y me di cuenta de que no era el dueño total de mi vida", asegura. En ese momento, vivía en Inglaterra y trabajaba como especialista de arte en la casa de subastas Christie's, de Londres. Empezó primero en el departamento de Arte Moderno Británico y después fue especializándose cada vez más en el arte contemporáneo. Y, aunque asegura que vivía encantado con su trabajo, sentía que el mundo de la subasta necesitaba un cambio. Así que decidió usar toda la experiencia que había adquirido rodeado de los mejores profesionales del mundo del arte para volver a Madrid y desarrollar su propia versión de lo que deberían ser las subastas. Fue entonces cuando fundó Maza.Art.

El emprendimiento nació con la idea de fomentar la cultura del coleccionismo de arte entre los jóvenes y así romper con las barreras de un sector percibido siempre como algo lejano y aristocrático. "Hay mucho esnobismo en el mundo del arte", afirma. Por eso, esta subasta se realiza con los asistentes de pie, con la pala para apostar en una mano y una cerveza en la otra mientras los anima un DJ.

Los cuadros se exponen varios días antes y el día del evento los interesados pueden hacer sus pujas en un ambiente distendido. A Maza.Art puede ir cualquier persona interesada en vivir este tipo de experiencias, a diferencia de lo que ocurre en muchas subastas a las que solo se puede acceder con invitación. El trámite es muy sencillo: se compra el ticket del evento, se rellena un formulario y ya se puede recoger la pala con el número asignado. La entrada cuesta 12 euros.

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Durante la subasta, se anuncia el precio de salida de cada lote. "Solo si estás interesado se levanta la pala. La adrenalina del momento hace que la gente se emocione mucho", cuenta Yera. Una vez el subastador, que es el propio Yera, confirma la oferta, le da la opción a otros posibles compradores de mostrar interés en el mismo lote. Ahí empieza el juego de las pujas hasta que se adjudica al mejor postor. "También se puede participar de las subastas de forma ausente o telefónica", asegura el subastador.

Cada subasta ha tenido una temática desde que empezó el proyecto en 2022. De hecho, este diario asiste a la de ayer jueves, que estuvo centrada en mujeres cuya línea de trabajo se enfoca principalmente en la abstracción. "Pinturas, collages y esculturas han sido utilizadas por estas artistas para aportar una mirada diferente a la feminidad", aseguran desde la empresa. La colección pretende acercar al público a este estilo artístico. "El arte abstracto es denostado muchas veces por simple ignorancia, o por una falta de ganas, incluso miedo, a enfrentarse él e intentar apreciarlo y comprenderlo", dice Yera.

"Solo si estás interesado se levanta la pala. La adrenalina del momento hace que la gente se emocione mucho"

Los precios de los lotes subastados empiezan en los 200 euros, lo que hace que muchos jóvenes que estén empezando a interesarse por el mundo del arte y las subastas tengan la oportunidad de adquirir el mejor arte emergente a precios muy atractivos. De paso, pueden vivir la adrenalina de las subastas, que no son exactamente como se ven en las películas, aunque en realidad no están tan lejos. "Les brindamos asesorías a muchos de nuestros clientes porque, aunque muchos quieren invertir en arte, muy pocos saben cómo hacerlo", asegura Yera, que deja a un lado la solemnidad de las entrevistas para ponerse manos a la obra.

Copa y pala en las manos

Entre vino, gin-tonics y música, da comienzo la puja, que se celebra en el espacio Montesa, en el madrileño barrio de Salamanca. A pesar del frío y la lluvia que castigan a Madrid esta noche, el aforo está completo. Con copa en una mano y pala en la otra, desata la adrenalina de los presentes. "Comenzamos este lote en 330 euros con la obra de María Blanc", dice Yera. Después de unos segundos, se adjudica a la mujer del centro de la sala por 350 euros. Se siente la tensión y esto solo acaba de empezar.

Así va transcurriendo la noche, entre palas levantadas y un Yera que coordina las diferentes piezas con sus nuevos dueños. La obra más cara, un cuadro de Teresa J Cuevas: 1.400 euros. Se lo lleva la pala número 144. "¡Enhorabuena!", exclama Yera, y toda la sala celebra. Tras más de media hora de subasta, todo acaba.

Fue abogado

No es el primer giro laboral drástico de Yera y así lo recuerda, ya más calmado, una vez que finaliza la subasta. Expone que antes de volcarse en el mundo del arte, decidió estudiar Derecho y Relaciones Internacionales en ICADE, en Madrid. Sin embargo, la vida como abogado no le terminaba de convencer. Un día, recordó a un viejo profesor que tuvo en el Bachillerato que le "descubrió el amor por el arte", dice.

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En ese momento, trabajaba ya como letrado especialista en propiedad intelectual, por lo que tenía entre sus clientes, por ejemplo, al Museo Thyssen-Bornemisza. Ese reencuentro con el arte lo llevó a tomar la decisión de empezar una segunda carrera y formarse en Historia del Arte en la Universidad Complutense de Madrid. Después, llegó el máster en Fine and Decorative Arts and Design en el Sotheby´s Institute of Art de Londres.

Y aunque confiesa que a veces piensa en cómo sería su vida si se hubiera quedado siendo abogado, no se arrepiente. Yera explica que ha logrado crear un proyecto propio que cada vez tiene más éxito. "Maza.Art es un concepto totalmente rompedor en España", asegura su fundador, que ahora mira al futuro con ganas de exportarlo a Latinoamérica. "La idea es que este año podamos hacer nuestra primera subasta en Ciudad de México, y tenemos ganas en verano de hacer algo en algún sitio de playa para salir de Madrid", dice Yera.

La pandemia hizo que Antonio Yera, de 34 años, cambiara de rumbo. "Tuve mucho tiempo para pensar y me di cuenta de que no era el dueño total de mi vida", asegura. En ese momento, vivía en Inglaterra y trabajaba como especialista de arte en la casa de subastas Christie's, de Londres. Empezó primero en el departamento de Arte Moderno Británico y después fue especializándose cada vez más en el arte contemporáneo. Y, aunque asegura que vivía encantado con su trabajo, sentía que el mundo de la subasta necesitaba un cambio. Así que decidió usar toda la experiencia que había adquirido rodeado de los mejores profesionales del mundo del arte para volver a Madrid y desarrollar su propia versión de lo que deberían ser las subastas. Fue entonces cuando fundó Maza.Art.

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