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Una sudadera para borrar la brecha social: el instituto de Fuenlabrada que tiene uniforme
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Una sudadera para borrar la brecha social: el instituto de Fuenlabrada que tiene uniforme

Implantado desde 2004 y unido a otras iniciativas, ha mejorado la convivencia. Según el director: "Ahora es un centro educativo, antes parecía de inserción social"

Foto: Niños del instituto I.E.S. Barrio Loranca con el uniforme. (Barrio Loranca)
Niños del instituto I.E.S. Barrio Loranca con el uniforme. (Barrio Loranca)

Termina la hora del recreo y unos 1.100 adolescentes vuelven a sus aulas en grupos. Muchos de ellos llevan una sudadera gris y azul que reza: “I.E.S Loranca”. Son alumnos de 1º a 3º de ESO que combinan ese uniforme con pantalones de chándal o vaqueros. El director, Ventura Granados, cuenta que se implantó en 2004: “Las razones fueron la heterogeneidad socioeconómica del barrio, la necesidad de crear un sentimiento de pertenencia al centro, la conveniencia de que lo recibiesen como su traje de trabajo y la educación en un consumo responsable”.

Casi 17 años después, esta decisión unida a otros proyectos como innovación tecnológica o el teatro, han dado sus frutos. “Ahora es un centro educativo, antes era casi de inserción social. Había una inmensa mayoría de alumnos que lo que menos le importaba eran los exámenes y pasar de curso. Ahora, la mayoría se preocupa por sus estudios y ha crecido la respuesta familiar”.

Foto: Diseño: Laura Martín
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En el Instituto Barrio Loranca, ubicado en Fuenlabrada, entienden que hay otros aspectos más allá de la educación. “Tenemos que ser inclusivos, atender a la diversidad, pero desarrollando también otras capacidades que no sean solo la memorística”, reconoce el cordobés de 57 años. En la actividad de interpretación hay más de 100 alumnos y han recibido reconocimientos como los del certamen teatro Comunidad de Madrid del año pasado, donde se hicieron con varios premios. También cuentan con una ecoescuela desde hace seis años y con un huerto. “Entendemos la importancia de enseñar ciudadanía en valores”, explica el director en su despacho.

La mejora del instituto también ha llegado gracias a la inversión en lo académico, con el foco en los idiomas. “Desde 2006 tenemos sección en francés y en inglés desde 2015, aproximadamente. Somos bilingües”, cuenta Granados, que recuerda que para dar ese salto fue imprescindible el respaldo de la Consejería de Educación. “Ese aspecto nos dio un valor añadido”.

placeholder Aula del instituto Barrio Loranca. (Barrio Loranca)
Aula del instituto Barrio Loranca. (Barrio Loranca)

Pese a la mejora que ha vivido el centro en estos años, los cambios ya no convencen a los adolescentes ni a sus familias, y los alumnos de 3º de la ESO se resisten a usar el uniforme. “Los fines seguían siendo los mismos, pero la reacción creaba más problemas a los padres que beneficios”. De hecho, en la última encuesta que se ha hecho este curso, han votado 150 padres de 2º de la ESO: 129 se han posicionado contra la obligatoriedad y 29 a favor.

“Notábamos que los chicos ya no querían vestirlo y volvimos a hacer la encuesta, que repetimos periódicamente. Ya no ayuda tanto a cumplir esos objetivos que planteábamos en 2003”, comenta Granados. En aquellos tiempos, el 61,2% estaba a favor del uso de uniforme y chándal, 16,4% abogaban únicamente por la ropa de deporte, según indican los documentos del centro. Al curso siguiente, aumentó: del primer curso, el 71% estaba a favor y del segundo, el 58%.

placeholder Instituto Barrio Loranca.
Instituto Barrio Loranca.

El director entiende que el actual rechazo al uniforme tiene que ver con el paso del tiempo, pero también al aumento del poder adquisitivo de las familias. “Antes la mayoría estaba de acuerdo porque la situación socioeconómica de los alumnos que teníamos era muy distinta. Cuando se construyó el centro, la mayoría procedían de un realojo de las la Comunidad de Madrid y del Ayuntamiento. También venían de una urbanización que querían construir que se llamaba Nuevo Versalles y que acabaron siendo cinco o seis bloques”, narra Granados.

El resultado fue que aquellos inquilinos quedaron “aislados de Fuenlabrada” y que “la mayoría de gente malvendió su piso”. “Muchos de los nuevos compradores no priorizaban la educación de sus hijos. Eran familias con pocos recursos, monoparentales”, recuerda sobre unos menores a los que les costaba acatar órdenes.

Izquierda Unida en contra

Durante esos años y tras mucho debate sobre el uniforme, decidieron que poner unas normas en cuanto a vestimenta mejoraría el ambiente. En 2004 invitaron a las organizaciones y partidos a un Consejo Escolar. “Nos apoyaron los sindicatos Unión General de Trabajadores (UGT) y Comisiones Obreras (CCOO), pero había quien se opuso, como Izquierda Unida o una asociación del barrio”.

El director incide en que las marcas separaban a los alumnos

Granados lamenta que no le vieran el cariz educativo: “Entendían que en un centro público era algo poco progresista, como una política de derechas o de colegio concertado”. Incide en que las marcas separaban a los alumnos.

Entre los papeles, tiene una lista de precios de 2009. “Una chaqueta, dos pantalones, dos camisetas, dos sudaderas, un vaquero y un pantalón de deporte costaban 126 euros. Contábamos con becas y las seguimos teniendo, aunque este año de las cinco solo se han dado dos”. El centro guarda algunas prendas donadas por los alumnos, que pasan por la lavandería y se quedan guardadas por si alguien las necesita o las pide.

placeholder Pistas deportivas del centro educativo. (Barrio Loranca)
Pistas deportivas del centro educativo. (Barrio Loranca)

El cambio empezó a ser significativo hace unos nueve años. “La convivencia mejoró por esto y por otras medidas: hicimos un convenio con un colegio de la zona para que pudiesen ir a comer y pedir becas de comedor, potenciamos los campeonatos escolares y conseguimos que si el centro sancionaba a algún alumno, no se fuera a casa porque, al final, allí no tenían control”.

Lograron contar con dos personas que se encargaban de aquellos que habían sido expulsados más de 15 días. “Primero iban a la Junta de distrito y después vinieron aquí. No queríamos que en ese tiempo se desvincularan del centro”. Poco a poco han ido incorporando la tecnología, lo que les ha salvado durante la pandemia. Hace cuatro años recibieron una ayuda para implantar la tablet. “Gracias a esos 70.000 euros todos los profesores y alumnos de 1º de la ESO tenemos los dispositivos, y la idea es seguir con el resto de cursos”.

Termina la hora del recreo y unos 1.100 adolescentes vuelven a sus aulas en grupos. Muchos de ellos llevan una sudadera gris y azul que reza: “I.E.S Loranca”. Son alumnos de 1º a 3º de ESO que combinan ese uniforme con pantalones de chándal o vaqueros. El director, Ventura Granados, cuenta que se implantó en 2004: “Las razones fueron la heterogeneidad socioeconómica del barrio, la necesidad de crear un sentimiento de pertenencia al centro, la conveniencia de que lo recibiesen como su traje de trabajo y la educación en un consumo responsable”.

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