Refood, jóvenes al rescate de comida en el norte de Madrid

Después de merendar, a eso de las siete de la tarde, una docena de jóvenes llega a un local que queda por Plaza Castilla. Mientras esperan a que llegue todo el mundo, fuman, hablan del alquiler, del trabajo y, sobre todo, de la caña que van a tomarse después, con la satisfacción del deber cumplido y la alegría del trabajo bien hecho: las que mejor saben. Es parte de un ritual resultado de meses de cumplir con su misión. Los 12 forman parte de Refood, una ONG que queda casi todos los días de la semana para hacer rutas de rescate de comida por los bares y restaurantes de la zona. Con lo que sobra de aquí y allí reparten alimentos que alcanzan para que 15 familias, más de 30 personas, del barrio de Tetuán puedan pasar el día.

Pablo, Raúl y Elena tienen este martes asignada la ruta 1, que es sobre todo la de las frutas y las verduras. Entre tápers y canastas de fruta empiezan la travesía arrastrando cuesta abajo carritos de la compra aún vacíos. Tardarán poco en llenarlos.

Durante el recorrido, Pablo cuenta que quiere traer a su padre a que participe en estas rutas porque ya está jubilado. “Se pasa el día leyendo, así por lo menos se mueve un poco y ayuda”, explica. Caminan más de tres kilómetros hasta llegar a la calle de Francos Rodríguez.

Táper vacío, táper lleno

El mecanismo es muy simple: entregan un táper vacío y les entregan otro lleno. Al día siguiente, entregarán este vacío y les devolverán otro lleno de los alimentos que les hayan sobrado al establecimiento en cuestión. El destino casi seguro de toda esta comida era la basura.

Entran al bar Eñe y el camarero los recibe ya con un táper lleno de lentejas. No hay necesidad de hablar ni de explicar nada. Ya conocen la transacción. “Qué bien huelen las lentejas”, dice Elena mientras que mete el primer táper del día entre una bolsa térmica.

Elena, de 22 años, llegó a la filial española de Refood en Madrid buscando voluntarios en una página web para mejorar su currículum de abogada. Después de unos meses, se dio cuenta de la importancia de su labor como rescatadora de comida que iba a terminar en los desechos y que, en vez de eso, sirve para alimentar a gente del barrio.

Después de más de dos horas, tras haber pasado por fruterías, panaderías y bares, con los carritos llenos de plátanos, manzanas, patatas y kiwis en perfecto estado, vuelven al local para que los otros voluntarios que organizan los tápers se los entreguen a los beneficiarios.

En la entrada, los voluntarios de las tres rutas entregan lo que han rescatado y se van a tomar la sagrada caña. Ahora ya solo queda organizar la comida que recuperaron, los paquetes de cada familia y entregarla. A eso de las nueve de la noche, se empiezan a acercar poco a poco las familias que podrán hacer tres comidas al día siguiente gracias a esta entrega.

Segura admite que si esta organización no existiera, haría solo una comida diaria

Uno de los beneficiarios es Francisco Segura, de 40 años, que conoció Refood gracias a unos amigos que le dijeron que si iba a este local le podrían ayudar. “Entre el alquiler, lo cara que está la luz y el poco trabajo que hay por la pandemia, llegó muy justo a fin de mes”, explica Segura, que raciona la comida para que le alcance para toda semana.

Segura admite que si esta organización no existiera, en su barrio posiblemente en vez de hacer tres comidas diarias haría solo una. “He notado mucho el cambio en mi salud desde que como tres veces al día”, afirma mientras termina de organizar la comida dentro del local. Hace poco decidió inscribirse también como voluntario para retribuir de alguna forma a Refood. “Aquí, cuando te dan de comer te preguntan cómo estás y si necesitas algo. En los bancos de alimentos eres solo una persona más en una cola del hambre. Aquí te dignifican como persona y te hacen sentir bien”, dice.

En Tetuán, barrio que forma parte del opulento norte de Madrid, más asociado a las inmensas torres que conforman el corazón financiero de la ciudad que a colas del hambre, consta de 8.515 parados según datos de diciembre de 2021 del Ayuntamiento de Madrid, es decir, el 4'9% del total de desempleados de la ciudad. Un tercio de los parados no tiene prestaciones y casi la mitad son parados de larga duración, según datos de la propia Refood España. Además, el 20% de los hogares está en riesgo de exclusión social y el 5% de la población se encuentra en situación de extrema pobreza. Estas son algunas de las razones por las cuales al fundador en España de la organización, Alfonso Puras, de 25 años, a centrar su actividad precisamente aquí.

Puras conoció la organización durante su Erasmus en Lisboa, Portugal. Allí se inscribió como voluntario y se acostumbró a ir todos los viernes a rescatar comida. Cuando volvió a Madrid, quiso replicar este modelo porque se dio cuenta de que aquí también se desperdiciaba mucha comida. Después de muchas reuniones y un esfuerzo muy grande para conseguir crear un grupo sólido de gente dispuesta a sacrificar unas horas de su tarde, logró lanzar Refood España en 2019.

En España se tiran 7,7 millones de toneladas de comida al año

En España se tiran 7,7 millones de toneladas de comestibles anualmente, una cifra que supone entre el 30% y el 50% de la comida. La misión de Refood es dar una salida digna a todos los alimentos en buen estado que de otra manera acabarían en el contenedor de la basura. En toda la Unión Europea, se desperdician al año unas 87 millones toneladas de alimentos, según la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura.

Desde que empezó Refood, han rescatado más de 10.000 kilos de comida y han evitado más de 5.000 kilos de residuos. Además, en todo este tiempo le han dado alimento a más de 50 familias del barrio. ReFood cuenta con la colaboración de Pueblos Unidos, Fundación Adra, y la Fundación Balia, con la que cooperan desde noviembre del 2020. El siguiente objetivo para Puras es conseguir un segundo local más grande que les permita almacenar más alimentos y poder tener más familias abastecidas por la organización. Por ahora, táper por táper, van mejorando la calidad de vida de decenas de personas del barrio que sin ellos no podrían cenar todos los días.