Cinco relatos para entender Sanxenxo más allá del emérito: “El invierno es una ruina”
Es una de las localidades estrella de Galicia en verano, pero el resto del año es un pueblo que pelea por cuadrar las cuentas. Muchos trabajan a pérdidas y buscan en la visita del rey una oportunidad para salvar el mes de abril
El miércoles, frente a la casa de Pedro Campos, presidente del Real Náutico de Sanxenxo y amigo personal del rey emérito, Fernando apareció con gafas de sol listo para ofrecer lo mejor de su negocio a los periodistas que esperaban para filmar la esperada llegada de Juan Carlos I a la localidad gallega. “¡Empanadas para todos!”, exclamó el panadero del pueblo. La prensa lo agradeció, compartió lo buena que estaba y siguió con su trabajo bajo un sol poco frecuente en pleno mes de abril.
A la pregunta de qué llevó a Fernando, dueño de la panadería Paco, una de las más afamadas del pueblo, a conducir hasta la casa de Campos, la respuesta es tajante: “Porque esto no es Marbella y en invierno es una ruina”, señala. Lo de Fernando es solo la punta de lanza de la multitud de aristas que conforman la intrahistoria de Sanxenxo: un antiguo pueblo de pescadores, que en temporada alta se convierte en un hervidero de turistas, pero que lejos de los meses de estío es difícil llegar a final de mes. A continuación, cinco relatos para entender qué pasa en la localidad.
La panadería Paco
En cuanto Fernando se enteró de que volvía el rey a Sanxenxo, sonrió para sí mismo. “Welcome Mr. Marshall”, apunta a este periódico. “Da igual quien venga, mientras venga”. Fernando sobrevive como puede en invierno gracias a los vecinos del pueblo. Se conocen de toda la vida y todos recomiendan sus empanadas. “Mi competición son las madres y las abuelas. Y en verano, los piratas de agosto”. Aquí radica parte de su problema. Hay quienes alquilan los locales solo durante la época estival y se pueden permitir subir los precios porque los turistas, los pagan. Pero su clientela es de confianza. “Yo no puedo cobrarle a las señoras un bollo a un euro en enero y a tres euros en julio”.
La panadería está lejos del puerto, donde confluye todo el turismo. Sobrevive por la fama que tiene el negocio, que lo empezó su padre hace décadas y ya tiene un nombre. “El resto de mi generación (tiene 42 años), se ha ido. ¿Qué van a hacer aquí, si no hay donde trabajar? Sanxenxo está muerto”, asegura. Al menos así lo concibe él respecto a los negocios tradicionales.
La realidad es que la tasa de paro está bajando y se sitúa por debajo del 10%. Esto se debe a la estrategia municipal de fomentar el turismo en los meses bajos. Telmo Martín, alcalde, esboza el concepto “turismo de la felicidad”. Familias, paseos en vela y tranquilidad. El problema de Fernando es que esto todavía no ha tenido suficiente repercusión en su panadería. Argumenta que trabaja a pérdidas unos cinco meses al año. “Aquí mantener un negocio todo el año es un acto de fe. Por eso muchos solo abren en verano y son quienes aumentan el precio”. La temporada buena, para él, es únicamente del 15 de julio al 20 de agosto. Es de los pocos vecinos naturales de Sanxenxo que vive en el pueblo. “Falta vivienda pública”, defiende.
La inmobiliaria de Esther y María
El problema del precio de la vivienda en Sanxenxo es evidente. El pueblo es uno de los iconos del turismo en España y los precios suben. Al mercado inmobiliario le va fenomenal, a los vecinos, según argumentan, no tanto. Quienes mejor conocen los movimientos de este sector en el municipio son Esther y Maria, al frente de la inmobiliaria Javier Tovar.
“Muchos propietarios quieren alquilar solo a profesores”, explican
“Hay mucha gente que invierte aquí y quiere poner el piso en 700 euros. Yo intento explicarles que esto no es Madrid”, señala María. “Te dicen que poniéndolo en Airbnb le sacan más rentabilidad, pero hay que ser realista”. El precio medio del alquiler de un piso de dos habitaciones ronda los 400 euros. “Muchos propietarios quieren alquilar solo a profesores”. La razón es muy sencilla: los docentes trabajan de septiembre a junio y les dejan la vivienda libre en verano para subir el coste. “Son muy pocos los que quieren arrendar todo el año. Y los que hay, vuelan. Esos los necesita gente que trabaja y vive aquí”, señala. ¿Y quién alquila? En verano, familias de renta media-alta que llevan tiempo veraneando en Sanxenxo. Y que pueden permitirse pagar 1.500 por quincena, especialmente de Madrid, Ourense, Santiago, Coruña y Portugal. Pero si nos metemos en primera línea de playa, hay quienes están dispuestos a dejarse 6.000 euros al mes. “Hay una diferencia muy marcada entre la calle Silgar y la calle Progreso”.
En mitad de la entrevista, suena el teléfono. Contesta María.
– Sí, sí, aquí está. ¿Solo era eso? Genial. (cuelga) Llama la gente solo para preguntarnos qué tal con el rey.
Interviene Esther
– Yo creo que estaría mejor si invierte aquí. Que dormir en casa de un amigo ya a su edad…
Y es precisamente de inversión de lo que más controla Esther. Sus ventas han aumentado un 20% en los últimos dos años. El crecimiento ha sido incesante. Las propiedades más caras son las de nueva construcción. Superan los 600.000 euros. Los nuevos dueños son de fuera: Madrid, Ourense, Asturias y Santiago, principalmente. Del pueblo, prácticamente nadie. Los pisos semi-nuevos, en buenas condiciones, no han subido tanto. “Nos costó mucho frenarlo”, argumenta Esther, “los dueños decían ‘súbele, súbele’, y quienes insistieron en elevar el coste llevan ocho años sin vender porque el precio es desorbitado”. En la calle Silgar (paseo marítimo), un primer piso oscila entre 500.000 y el millón de euros. El mismo inmueble, en la calle Progreso, se reduce a 250.000. El metro cuadrado en primera línea, oscila entre los 4.000 y 6.000 euros. En la calle progreso, entre 1.800 y 2.000 euros.
Pero no todos vienen a Sanxenxo para disfrutar del turismo. Desde la inmobiliaria explican que los policías y guardias civiles destinados a la localidad no lo tienen fácil para encontrar un buen piso. “Les ofrecemos inmuebles un poco más alejados, más baratos y que los puedan compartir”, señalan. Quien también vive de alquiler es Joaquín, que regenta uno de los bares que mejor funcionan del pueblo, porque a pesar de llevar décadas en el municipio, no puede meterse en una hipoteca con esos precios.
El sector inmobiliario se mueve, pero concienciar a los propietarios de que se ajusten al precio del mercado es una ardua tarea para las inmobiliarias del pueblo. Los compradores y arrendatarios mayoritarios no son de Sanxenxo. “Una vez una señora me llamó diciendo que quería el piso, sí o sí, al lado del de Ana Pastor”.
El Aviador, en la milla de oro del pueblo
A principios del siglo XX, un gallego se fascinó con la aviación acrobática. Vendió su negocio de gaseosa de Sanxenxo, se fue a formarse a Francia y volvió apodado como el hombre-pájaro. Su famosa exhibición simulando ser un ave se difundió como el vuelo de la gaviota. Ahora, una maqueta de aquella antigua planeadora descansa en el local El Aviador, inspirado en su historia. “Hay que rendir homenaje a la gente del pueblo”, señala Joaquín, al frente del negocio. El local está en la calle Augusto Besada, en la milla de oro de la localidad. Al lado de este bar de toda la vida, se aprecian carteles con luces de neón que ofrecen en inglés "coffe, tapas y wine”, y otros en los que la tapa estrella es el jamón de Guijuelo.
“En enero, febrero y marzo haces un esfuerzo enorme por mantenerte”, explica. En su caso, los números del primer trimestre del año han dado negativo. “Con el fin de semana de regatas y la visita del rey, lo vas llevando”, continúa. En relación con esto, el presidente del Consorcio de Empresarios Turísticos de Sanxenxo, Alfonso Martínez, explica que durante la cita de esta semana existen otras ofertas complementarias como actividades deportivas, gastronómicas, spas, senderos y ocio en la naturaleza que fomentan el turismo en Sanxenxo. "Los sábados y domingos de abril, mayo y junio, previos a la temporada estival, son bastante fuertes tanto en ocupación como también a nivel de visitantes", señala.
Pero hay otra cuestión fundamental e incontrolable que atraviesa todo negocio de zona turística; el sol. “Si estuviera metido siempre en mi casa, sabría el tiempo que hace solo por la facturación del local”. Para intentar incentivar sus cuentas en temporada baja, está tramitando los permisos con el Ayuntamiento para poder organizar conciertos en el local los sábados.
Este hostelero explica que tiene problemas para encontrar personal en verano. Especialmente por el alojamiento. “Si no tienen donde alquilar aquí a un precio asequible, no les compensa trabajar”, señala. Otra derivada es la de los locales que solo abren en verano. “Si el mismo camarero que te pone el desayuno es el que te atiende por la noche, ahí no vuelvas”, dice refiriéndose a quienes no cumplen los horarios laborales.
Tela de la India y collares griegos
Ani abrió hace dos semanas una tienda de moda. “Todo el mundo piensa que estoy loca”, explica a El Confidencial. El local es sofisticado, artesanal y con vistas privilegiadas al mar. ¿Es fácil abrir un negocio en este pueblo? “Tengo la gran suerte de que mi pareja es el dueño del bajo, toda mi inversión es como un año de alquiler”, relata. Esta mujer de 45 años lleva toda la vida dedicándose al comercio y sabe lo que viene. Si quieren hacer de Sanxenxo la ciudad del “turismo feliz”, los visitantes comprarán el pan donde Fernando, pasarán la mañana en la playa, comerán en el Aviador y por la tarde irán de compras. “Mi percepción es que en invierno vivimos bien porque somos una piña. El bar, la panadería, la farmacia… la clave es apostar por la proximidad”.
Confía en que la variedad y diversidad de su tienda –diseñadores gallegos, telas de la india y collares griegos; todo hecho a mano– sea un reflejo de la realidad de Sanxenxo. Un pueblo “mucho más allá de la playa”. “Yo defiendo que cuantas más tiendas, más turismo, y no me siento competencia de nadie. Si yo no tengo algo, voy a recomendar a mis compañeras”, señala. Las pequeñas cosas marcan la diferencia: “Somos petfriendly”.
El Náutico
Donde se mueve el dinero es en el Real Náutico de Sanxenxo. La mañana del jueves, en torno a 50 periodistas se encontraban en el muelle esperando a que el emérito volviese del entrenamiento a bordo del bribón. Nada que ver con el boom del año pasado. Esta vez, apenas un par de curiosos se acercaron a echar un vistazo. María del Carmen se presentó en el puerto para ver el panorama y argumenta que para ella, el rey “es un vecino más”.
Además de hostelería, en el náutico se ubica un local de ropa náutica y alquiler y mantenimiento de barcos. Sus meses negros son febrero y noviembre, pero en abril ya empieza a “espabilar la cosa”. El punto fuerte es el mantenimiento de los navíos. Muchos solo los utilizan en julio y agosto y hay que tenerlos en buen estado. “Mantener un barco te cuesta al año el 10% de su valor”, explican desde la tienda Eolio. Una limpieza de un yate de 10 metros ronda los 150 euros. Los dueños, en su mayoría, son madrileños. “Madrid es la región con más armadores de toda España”. Todas las esperanzas están puestas en el AVE, que ahora conecta Santiago y la capital en apenas tres horas.
Si bien la mayoría descansan en el puerto todo el año a cargo de empresas como Eolio, no es el caso del Bribón, la embarcación del rey. “Ese se guarda. Es un buque clásico de madera barnizada” y no soportaría las condiciones en el exterior. ¿Y quién se encarga del mantenimiento del barco del emérito? El equipo de Pedro Campos: presidente del Real Náutico, anfitrión y amigo del rey y uno de los regatistas que más premios acumula en España.
El miércoles, frente a la casa de Pedro Campos, presidente del Real Náutico de Sanxenxo y amigo personal del rey emérito, Fernando apareció con gafas de sol listo para ofrecer lo mejor de su negocio a los periodistas que esperaban para filmar la esperada llegada de Juan Carlos I a la localidad gallega. “¡Empanadas para todos!”, exclamó el panadero del pueblo. La prensa lo agradeció, compartió lo buena que estaba y siguió con su trabajo bajo un sol poco frecuente en pleno mes de abril.