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Las vidas truncadas del Alvia: los estremecedores testimonios de las víctimas del accidente
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Desgarro ante el dolor vivido

Las vidas truncadas del Alvia: los estremecedores testimonios de las víctimas del accidente

Las desgarradoras declaraciones de supervivientes y familiares protagonizan la parte civil del juicio por el siniestro de Angrois

Foto: Señalización en la curva de Angrois donde ocurrió el accidente del Alvia. (EFE/Lavandeira jr)
Señalización en la curva de Angrois donde ocurrió el accidente del Alvia. (EFE/Lavandeira jr)

El lentísimo proceso judicial del accidente del Alvia, ocurrido en Santiago en 2013, entró este mes de febrero a dirimir la acción civil, tras dejar atrás la fase penal. El 14 de febrero entraron en escena los testimonios más desgarradores del horror vivido aquel 24 de julio y en los años que le han seguido: los de las víctimas y sus familiares. Si las lágrimas del maquinista, Francisco José Garzón, protagonizaron la primera parte del juicio, la segunda emocionó desde la testigo que abrió la ronda. Incluso de la jueza, Elena Fernández Currás: "Es la primera y ya estoy llorando".

Los testimonios que oía eran el de una mujer que viajaba en el Alvia y el de su hija, que recordó la tensión que vivió en las horas que estuvo sin conocer el estado en el que se encontraba su madre. Narraban los motivos por los que optaron por el tren por parecerles un medio de transporte "más rápido, más cómodo y más seguro" que el coche. El impacto del accidente en sus vidas ha sido tal que "no hay dinero que lo pague" o compense "la impotencia" al ver a su madre con múltiples heridas. "No hay dinero que te dé un poco de paz", concluyó. Es una de las impresiones más repetidas estos días por las víctimas, que no paran de insistir en que habrá sentencia, "pero no justicia".

Foto: Restos del tren Alvia accidentado en Angrois-Santiago. (EFE/Xoan Rey)

Entre otras razones, por el retraso del proceso judicial. También por las vicisitudes vividas durante este tiempo, en el que la plataforma que los aglutina consiguió evitar in extremis que el sumario se cerrara con el maquinista como único imputado. Tuvo que mediar un cambio en el juzgado de instrucción para que el exdirector de seguridad de Adif, Andrés Cortabitarte, también fuera procesado, colmando al menos parcialmente las aspiraciones de unas víctimas que apuntaban más alto en las responsabilidades políticas de un siniestro que dejó 80 muertos y más de 140 heridos.

En la parte actual del juicio se establecerán las indemnizaciones de los heridos y los familiares de las víctimas, que suman un total de 57,7 millones de euros. Las acciones se dirigen contra la aseguradora de Renfe (QBE), Adif (Allianz Global Corporate & Speciality) y Renfe Operadora y Adif. El juzgado admitió las declaraciones de 522 testigos con una media de 15 comparecencias al día. Está previsto que el calvario judicial se prolongue hasta el mes de junio, en vísperas del décimo aniversario de la tragedia. Es la actual una parte especialmente delicada, ya que se trata de valorar, en la medida de lo posible, las secuelas de los supervivientes y sus familiares que reclaman sus indemnizaciones.

"No hay dinero que pague la impotencia que se siente", advirtió una de las primeras víctimas en declarar. La descripción de las secuelas tanto físicas como mentales del accidente y de la "herida abierta" por el procedimiento judicial en curso han sido una constante de los testimonios. En el apartado de las físicas, fueron especialmente dolorosas las declaraciones de una mujer y su marido en la tercera sesión dedicada a las víctimas. Ella se partió el esternón, las dos piernas y las costillas. La cara le quedó completamente desfigurada. No se deja fotografiar sin gafas de sol y ha retirado todos los espejos de su casa. Se siente en la obligación de justificar su físico cada vez que le presentan a alguien. "Verse en el espejo es recordar el accidente cada día. Tiene muchísimo trauma. Se considera un monstruo. Además, de noche se despierta aterrorizada", relató su pareja. Ella certificó: "Me siento insegura, no me gusta lo que veo".

Foto: El pesquero que se hundió en Canadá, Villa de Pitanxo. (EFE/Grupo Nores)

La mejor advertencia de lo que están deparando estas sesiones la dejó entre lágrimas un ex guardia civil que viajaba en el Alvia: "Estos días van a ver aquí que no hay nadie curado". Como declaró una joven que tomó el fatídico tren para irse de vacaciones a A Coruña: "Subí a un tren con 35 años llena de energía y vitalidad y bajé siendo una persona enferma". Relató cómo notó que su vagón empezó a temblar como en un terremoto. "Fui totalmente consciente de todo, no me podía creer que fuéramos a tener un accidente. Mi cuerpo salió disparado como un proyectil. Sientes el silencio de la muerte y pensé ¿estoy muerta o viva?". Como tantas víctimas, el juicio para ella es "como abrir la herida y que te echen sal". "Los años de vida que me ha quitado el accidente no hay dinero que los pague", zanjó.

Otras víctimas y familiares no pudieron evitar las críticas a las medidas de seguridad de aquel Alvia, pese a los intentos de la juez de centrar sus declaraciones en las secuelas. Este miércoles, la madre de dos niñas que resultaron heridas en el tren recriminaba que este "se vendía como seguro", pero las medidas de seguridad se limitaban a "ver un chalé y frenar". Hacía así referencia a las declaraciones de maquinistas, que aseguraron que tomaban referencias visuales del propio paisaje ante la ausencia de señales que les advirtiesen de la proximidad de la curva de Angrois. "Se vendía como seguro, cómodo, y con las tecnologías más avanzadas. La realidad era distinta", lamentaba la madre.

Durante estos días se han vivido momentos de extrema dureza. Como la comparecencia de los padres de un bebé que tuvo que recibir tratamiento después del accidente. O el de un superviviente que perdió a su mujer en el siniestro: "Me considero culpable de haberla convencido de hacer el viaje. Íbamos siete días a A Coruña y ya no la volví a ver". Para él, como para tantos otros, fue necesaria la ayuda psicológica: "Me cambió la vida totalmente".

El lentísimo proceso judicial del accidente del Alvia, ocurrido en Santiago en 2013, entró este mes de febrero a dirimir la acción civil, tras dejar atrás la fase penal. El 14 de febrero entraron en escena los testimonios más desgarradores del horror vivido aquel 24 de julio y en los años que le han seguido: los de las víctimas y sus familiares. Si las lágrimas del maquinista, Francisco José Garzón, protagonizaron la primera parte del juicio, la segunda emocionó desde la testigo que abrió la ronda. Incluso de la jueza, Elena Fernández Currás: "Es la primera y ya estoy llorando".

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