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Los obreros latinoamericanos encuentran acomodo en las obras de AVE de Barcelona
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TRABAJADORES DE SUDAMÉRICA SUPLEN A LOS MAGREBÍES

Los obreros latinoamericanos encuentran acomodo en las obras de AVE de Barcelona

Nelson, Patricio, Ricardo, Jesús María, Hugo… Son algunos nombres anónimos de trabajadores de entre 24 y 36 años que todos los días de la semana, incluidos

Foto: Los obreros latinoamericanos encuentran acomodo en las obras de AVE de Barcelona
Los obreros latinoamericanos encuentran acomodo en las obras de AVE de Barcelona

Nelson, Patricio, Ricardo, Jesús María, Hugo… Son algunos nombres anónimos de trabajadores de entre 24 y 36 años que todos los días de la semana, incluidos sábados y domingos, trabajan a más de diez metros de profundidad. Hasta aquí ninguna novedad si se comparan con otros miles de empleados españoles que trabajan en el sector de las infraestructuras o en ingeniería de obras civiles. Sin embargo, los cinco nombres anteriores están impresos en los permisos de trabajo y residencia de trabajadores que nacieron a miles de kilómetros de nuestro país y que ahora sacan adelante las obras del tren de alta velocidad (AVE) en Barcelona.

 

Colombianos, ecuatorianos, peruanos, argentinos, chilenos y bolivianos son algunas de las nacionalidades de una gran parte de los empleados por las empresas adjudicatarias de las distintas obras que el gestor estatal de infraestructuras ferroviarias (Adif) está proyectando en la capital catalana y que conformarán la futura línea que debe unir Madrid, Barcelona y Gerona con la frontera francesa a partir del año 2016. Seguramente, ninguno de estos jóvenes estrechará la mano del ministro de Fomento, José Blanco, cuando el próximo lunes viaje a Barcelona para colocar la primera piedra de la futura estación del AVE en La Sagrera, pero estos trabajadores también forman parte de las obras de una infraestructura de transporte que será vital para acercar más a los españoles al resto de Europa.

La colosal obra del tren de alta velocidad necesita miles de trabajadores. Se calcula que en Barcelona da trabajo a unas 2.000 personas, contando los que dependen de las constructoras y los que son subcontratados. De ellos, más de la cuarta parte son extracomunitarios. Y, de éstos, el 60% son latinoamericanos. Sus países están muy lejos para irse. Pero ya tienen experiencia en la construcción. La crisis les dejó en la cuneta, pero el AVE ha absorbido una parte de esa masa social duramente castigada con el desempleo.

“Mi nombre es Nelson y soy de Colombia. Trabajé en la construcción hasta hace un año y medio en varios ayuntamientos del cinturón de Barcelona, pero con la crisis y el parón económico, porque no se construyen viviendas, no perdí la esperanza y envié mi currículo a una de las empresas que participa en las obras del AVE en Barcelona. Y aquí estoy trabajando como uno más, después de reciclarme en cursos de formación. Tengo que sacar adelante a mi mujer y dos niños”, comenta a El Confidencial este joven colombiano que trabaja en los accesos de la nueva estación de La Sagrera.

Nelson llega a las 6 de la mañana. Se encarga de las obras de los accesos de la futura estación de La Sagrera y asegura no haber tenido problemas de adaptación. “Somos un equipo y lo que importa es trabajar para poder pagar la hipoteca en mi caso y ahorrar para, en unos meses, comprar los boletos del pasaje de avión para toda mi familia y reunirme con los míos en Colombia. Ése es mi objetivo más inmediato”, señala.

La constructora Corsan-Corviam y la Unión Temporal de Empresas (UTE) integrada por el grupo de la familia Entrecanales, Acciona, y la constructora catalana Copcisa participan en la construcción de las obras del AVE en La Sagrera. “Hemos notado en los últimos doce meses un incremento de trabajadores latinoamericanos que provenían de la construcción y, tras quedarse en situación de desempleo, han sabido formarse y aplicar su experiencia en la construcción de túneles y de accesos que forman parte de las obras vinculadas a la estación de La Sagrera”, confirman a este diario fuentes de una de las constructoras que participan en las obras.

El éxodo de los magrebíes

Lo cierto es que en los últimos años el paisaje de las obras ha cambiado: se ha pasado de ver en los proyectos de infraestructuras a trabajadores procedentes de países del norte de África y del Magreb a empleados con acento latinoamericano. Nelson comenta que “muchos de mis compañeros latinos han regresado a sus países por falta de trabajo, pero nada comparable con los trabajadores de países árabes de la construcción que se han ido hacia el sur de España. Pero para ellos, por el problema del idioma, es más difícil adaptarse a otros trabajos de obra pública”, asegura. El joven, como el resto de sus compañeros, trabaja 9 horas diarias en dos turnos y en ocasiones también lo hace los sábados y los domingos “porque desde hace cinco meses hemos recibido la orden de acelerar las obras para acortar el tiempo de la construcción”, afirma.

Ricardo es argentino, tiene 34 años y lleva cinco meses trabajando en las obras de la tuneladora que está atravesando el subsuelo de la calle Mallorca, es decir, en el polémico túnel que pasará por debajo de la Sagrada Familia y que será el futuro enlace entre las estaciones de Sants y La Sagrera. “Cuando llegué a Barcelona a mediados de 2006 huyendo del corralito y la penuria económica de Argentina, empecé a trabajar en empresas de reposición de cristales de viviendas. Pero cuando llegó la crisis a finales de 2007 y cayeron en picado las construcciones de nuevas promociones inmobiliarias tuve que buscarme la vida.

Tras pasar unas pruebas de conocimientos y probar que en Argentina había trabajado en obras civiles portuarias, conseguí el empleo aquí en Barcelona en la constructora Sacyr y ahora formo parte de las decenas de trabajadores que sacaremos adelante el túnel del AVE”, explica Ricardo a este diario. Y añade: “Aquí las condiciones laborales y económicas son superiores a las que puedo encontrar si regreso a Argentina y puedo seguir adelante con la educación de mi hija de tres años”.

Los trabajadores extranjeros provenientes de Latinoamérica han sido los más castigados por el parón de la construcción en España, donde los extranjeros extracomunitarios que engrosaron la lista del paro el pasado mayo alcanzaron las 178.940 personas, un 7,6% del total, según datos de Eurostat. El Gobierno central, las autonomías como Cataluña y las empresas del sector de las infraestructuras se emplean a fondo para reubicar a los desempleados, sobre todo los de la construcción y reciclarlos con cursos de formación para que puedan trabajar en obras civiles. Todos reconocen que antes de volver a su país, están dispuestos a sacrificarse y a cobrar menos de lo que cobraban cuando llegaron a España si hace falta, porque la crisis obliga.

Nelson, Patricio, Ricardo, Jesús María, Hugo… Son algunos nombres anónimos de trabajadores de entre 24 y 36 años que todos los días de la semana, incluidos sábados y domingos, trabajan a más de diez metros de profundidad. Hasta aquí ninguna novedad si se comparan con otros miles de empleados españoles que trabajan en el sector de las infraestructuras o en ingeniería de obras civiles. Sin embargo, los cinco nombres anteriores están impresos en los permisos de trabajo y residencia de trabajadores que nacieron a miles de kilómetros de nuestro país y que ahora sacan adelante las obras del tren de alta velocidad (AVE) en Barcelona.