Esta es la cabina telefónica que más recauda de España... y no la usa nadie

Uno de los dos teléfonos de la cabina más usada de España en 2018, situada en Pavones, no funciona. Durante toda la mañana del jueves nadie se acerca a llamar y la gente la esquiva como si fuera un armario abandonado en medio de la calle. Un abuelo se acerca, saca el móvil y hace una foto. "Son ya una reliquia. He leído que las van a quitar y me gustaría tener un recuerdo". Un barrendero algo más joven que trabaja por la zona reconoce que nunca ha visto a nadie usarla y que todas son "un foco de actos vandálicos".

Estaba previsto que en el último Consejo de Ministros del año el Ejecutivo eliminara la obligatoriedad de mantener las cabinas de teléfono en las calles, después de que el Gobierno de Mariano Rajoy prorrogara la licencia y exigiera a Telefónica prestar el servicio, aunque el concurso hubiera quedado desierto en 2016. Las peticiones del sector iban dirigidas a que el Gobierno modificase el Real Decreto 726/2011 para excluir las cabinas del suelo urbano y no obligar a seguir prestando el servicio, porque desde hace tiempo ha quedado en desuso y es deficitario.

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Sin embargo y contra todo pronóstico, el Gobierno de Pedro Sánchez ha reculado en el último momento: las cabinas telefónicas permanecerán en las calles por lo menos hasta el 31 de diciembre de 2019. El Consejo de Ministros ha aprobado un real decreto que elimina la obligatoriedad de las guías telefónicas y del servicio de consulta telefónica sobre números de abonado, pero ha decidido mantener la necesidad de que exista un determinado número de teléfonos públicos según la población de cada localidad (la ley prevé que haya una cabina por cada 3.000 habitantes).

Muerte por indiferencia

Aunque el Gobierno se proponga prolongar su vida, la muerte lenta de las cabinas telefónicas ha sido la peor de todas: por indiferencia. De las más de 108.899 cabinas que existían en España quedan menos de 16.000, muchas de ellas deficitarias o que, directamente, no se usan. La encuesta realizada por la Comisión Europea en 2014 apunta en esta dirección, ya que señala que más del 80% de los españoles están a favor de quitarlas de la vía pública.

La Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC), con datos del Eurobarómetro, cifró en un 88% de la población los españoles que no habían utilizado una cabina de teléfono en el último año. Con toda seguridad ese número ha aumentado en 2018.

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Telefónica explicó a este medio que las cabinas que más recaudan en España son la de la calle Pujades (Barcelona), la ya citada en la calle Hacienda de Pavones y la de Marqués de Vadillo, ambas en Madrid. La compañía no ha querido dar datos de facturación individualizados, pero insiste en que el servicio es escaso y pierden dinero, ya que la mitad de las cabinas no cursan llamadas y de media tienen 1,3 llamadas diarias.

En Pavones, la gente está de acuerdo con su retirada: "No tienen ningún sentido: todos tenemos teléfonos móviles, las cabinas son caras y funcionan mal. Nadie se acuerda de ellas”, explica Teresa, una señora de 68 años que no sabía que la cabina telefónica de Pavones era la más usada de Madrid, ni tampoco que iban a sacarlas de las calles (antes de que el Ejecutivo cambiara de opinión). "Me parece muy bien", sentencia.

Un hombre, que ha visto a este periodista usar la cabina telefónica para comprobar si funcionaba, aparece a los cinco minutos y mira si hay alguna moneda en el cajetín. Al comprobar que está vacío, pega un golpe y deja el teléfono descolgado. Nadie se da cuenta.

El servicio universal

Pero ¿por qué es obligatorio que haya cabinas telefónicas? El servicio universal, recogido en la Ley General de Telecomunicaciones, garantiza que todos los ciudadanos tengan acceso a lo señalado "con independencia de su localización geográfica, con una calidad determinada y a un precio asequible". La primera cabina telefónica se instaló en Viana Park en 1928 en el Parque del Retiro de Madrid y hasta los años noventa fue un servicio muy utilizado. Con la aparición de la telefonía móvil empezó el lento declive.

Esta decisión del Gobierno de prorrogar la situación actual, que ha pillado por sorpresa al sector, se produce en el contexto de la transposición del Código Europeo de las Comunicaciones Electrónicas (que tiene un plazo de dos años). De ahí que el Gobierno se ampare en hacer un "análisis más completo y exhaustivo" sobre el modo de ir retirando prestaciones del servicio universal de telefonía.

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En Francia, al igual que en otros países europeos como Dinamarca o Bélgica, se decidió desmontar las cabinas telefónicas. Orange, la compañía encargada de prestar el servicio universal explicó a 'Les Echos' que el coste de desmontar cada cabina estaba entre 1.000 y 3.000 euros.

Por su parte, Telefónica dice que cada año pierde alrededor de cinco millones de euros por mantener las cabinas que aún funcionan y prestar el servicio. La CNMC cifró en 2 millones de euros el coste de las cabinas del servicio universal (hay cabinas que no están estrictamente requeridas por la ley). El coste se ha repartido estos años entre Movistar, Vodafone y Orange, los operadores de tamaño considerable, aunque el coste también ha sido proporcional al tamaño de la empresa.