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De la tía 'solterona' a la tía PANK: las mujeres sin hijos que aman a sus sobrinos
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una de cada cinco mujeres en EEUU

De la tía 'solterona' a la tía PANK: las mujeres sin hijos que aman a sus sobrinos

No son madres, pero reivindican la relación especial que tienen con los hijos de sus hermanos. Les aportan más confianza y un modelo de adulto diferente al que ven en casa

Foto: Pilar con sus dos sobrinas en un mercadillo navideño. (M.Z.)
Pilar con sus dos sobrinas en un mercadillo navideño. (M.Z.)

Pilar nunca quiso tener hijos. Durante un tiempo pensó que eso del instinto maternal era algo que llegaría algún día. O al menos es lo que le decían cada vez que alguien le preguntaba “para cuándo”. Pero el tiempo pasaba y ese momento nunca llegó. “Simplemente no me vi siendo madre, no me atraían los niños”, cuenta ahora, merendando con sus sobrinas Ainhoa e Isabel, de 11 y 6 años.

Cati, Pilar, Gloria o Melanie no son madres, pero se reivindican como las mejores tías. Son PANK, Professional Aunt No Kids ("tías profesionales sin hijos"), un movimiento que toma forma tímidamente en España como resultado de los nuevos modelos de familia y de las características demográficas de una natalidad que cae en picado.

“Una PANK es cualquier tía que se implique activamente en el desarrollo de sus sobrinos. No somos simplemente NoMo -mujeres sin hijos-; a nosotras, además, nos gusta estar con los pequeños de la familia e implicarnos en su vida”, explica Cati Hernández, impulsora de la primera web que busca generar comunidad en España, Born to be PANK. “Cuando mi hermana se quedó embarazada un día me dijo: '¿Te das cuenta de que vas a ser tía?' Entendí entonces que mi rol también iba a cambiar, no solo ella iba a ser madre, yo también tía”, explica esta educadora social.

placeholder Cati con su sobrino pequeño. (Fotografía cedida)
Cati con su sobrino pequeño. (Fotografía cedida)

Ellas son la antítesis de la imagen más tradicionalista que representaba a la tía soltera como la mujer fracaso, aquella que no cumplió con el papel vital que la sociedad le había asignado y se representaba como la familiar arisca, poco generosa y carente de instinto fraternal. “Antes ser tía era un papel secundario, porque lo primero que tenía que ser una mujer era madre. Ahora puedes ser simplemente tía por elección y hay que ponerlo en valor, igual que se ha hecho con los abuelos, que cumplen un papel muy importante”, explica Pilar Herráez.

Su presencia en la vida de los pequeños de la familia va más allá de las obligadas citas navideñas y de cumpleaños; se implican sobre todo a nivel lúdico, pero también en la educación, los gastos o los cuidados. Pilar, por ejemplo les lleva a menudo a ver museos o a hacer senderismo, y también han estado en Dublín para que practiquen su inglés. Les incorporan, en definitiva, a sus propias rutinas: “Nos vemos todas las semanas. Y si por lo que sea no podemos, ya nos echamos de menos”, confiesa. Cati se siente de la misma manera, aunque su sobrino solo tiene un año. “Siempre que puedo me busco un hueco para ir a verle a él y a mi hermana. Todas las conversaciones las monopoliza el bebé, casi he dejado de quedar con mis amigas por ver a mi sobrino. Cada cosa que veo de juguetes o ropa estoy pensando en comprársela. Le tengo siempre presente”, confiesa.

Una relación horizontal

El término PANK lo acuñó en 2008 Melanie Notkin, una canadiense experta en 'marketing' que no pudo ser madre y ahora disfruta de los momentos de ocio con sus seis sobrinos. La clave del crecimiento que ve en este tipo de papel social está precisamente en la natalidad. “Hoy en día las mujeres se casan más tarde y tienen hijos más mayores. También hay menos madres ahora que hace una generación”, considera Notkin. “Eso explica que haya más tías como nosotras que nunca”. En España la situación es similar, con una edad media de maternidad que ronda los 32 años y entre un 25% y un 30% de mujeres cerca de los 45 años que ya no serán madres.

Por eso, surgen nuevas estructuras familiares y las relaciones sentimentales se reinventan. El vínculo que se establece entre tía y sobrino tiene mucho que aportar a ambas partes. “La relación no es vertical como con los padres, que es autoritaria y basada en la rutina. Con las tías es más horizontal, más parecida a la de los hermanos donde se establecen lazos de confianza”, explica la psicóloga Goretti Rodriguez, especializada en temas de familia y adolescencia. “Además también les aporta espontaneidad. Con la tía puedes hacer cosas más divertidas, aventuras”. Ellas, en cambio, ponen en valor el cariño y la forma de ver el mundo que tienen los niños. “Te ayuda a relativizar tus problemas”, comparte Cati.

Además, también ayuda a reforzar el vínculo entre las dos hermanas. Porque aunque los PUNK también existen -con u por 'uncle': tío, en inglés-, es un vínculo que suele asociarse a las mujeres, y más concretamente con los hijos de sus hermanas. “Hay más mujeres PANK por el papel entre biológico y cultural que han tenido siempre las mujeres más de cuidado, y porque la relación con las hermanas siempre es más cercana”, considera Rodríguez.

La educación que proponemos las tías y tíos tiene que ir de la mano a lo de los padres

El momento clave donde más tienen que aportar es en la adolescencia: “En esa edad la diferencia con los padres es más marcada y la relación con la tía puede ser beneficiosa para que se acerque a una figura adulta y la utilice en ciertos momentos. Desde el plano sentimental a la exploración de nuevos temas: estudios, culturales...”, considera la psicóloga.

Las sobrinas de Pilar, Ainhoa e Isabel, reconocen que con “la tía Pili” se acuestan más tarde y juegan más que con su madre, aunque ni Pilar ni su marido se meten en la educación y normas de los padres. “Aunque a veces veas que las regañan por cosas que no tienen razón, te callas porque no es tu papel”, confiesa Pilar. “La educación que proponemos las tías y tíos tiene que ir de la mano a lo de los padres porque puede generar situaciones encontradas, pero mientras se respeten las líneas claves de una casa”, cuenta Cati.

Además les aportan una visión de la vida diferente a la que pueden ver en casa. “Creo que por el mero hecho de que vean que yo tengo 46 años y no soy madre, están aprendiendo otro modelo de vida. Ven que no hay nada raro y podrán elegir”, explica Pilar. “Al final al no tener hijos he viajado y hecho muchas más cosas que creo que les puede aportar muchas cosas buenas”, comparte Gloria Labay.

placeholder Gloria con tres de sus sobrinas en un 'camping' este verano. (M.Z.)
Gloria con tres de sus sobrinas en un 'camping' este verano. (M.Z.)

Un 'target' por descubrir

Una de cada cinco mujeres estadounidenses es PANK, según un estudio de 2011 que llevó a cabo Savvy Auntie, -el portal que creó Notkin donde da consejos e información- con la agencia de comunicación Weber Shandwick. En total 23 millones de estadounidenses que gastan cerca de 9.000 millones de dólares (unos 7.000 millones y medio de euros) exclusivamente en sus sobrinos. Una media de 327 euros al año por menor. Aunque se centra mayoritariamente en el vínculo familiar, también tienen en cuenta relaciones parecidas como la de una mujer con el hijo de su mejor amiga.

Las PANK rondan los 36 años, la mitad son solteras y con un nivel adquisitivo alto

Sin embargo, a pesar del potencial para las marcas, nadie se dirigía a ellas. “Vimos que había toda una red de mujeres que quieren conectar con sus sobrinos y no son alcanzadas por los medios o publicistas”, se queja Notkin. Por ese motivo, también Pilar ha dejado su trabajo en una turoperadora para montar una tienda -Pocholate- que busca dirigirse con sus muñecos personalizados concretamente a este sector de la población”. Todo está orientado a las mamás, ¡pero hay muchas mujeres como yo, que también tenemos cariño que dar!”.

La edad media de las PANK ronda los 36 años y el 52% son solteras. Además, son más activas en redes sociales que la media de su sexo y tienen un perfil profesional alto que les permite regar de caprichos a sus sobrinos. De hecho el 34% de las PANK tiene un trabajo a tiempo completo, frente al 26% del total de mujeres. “Las PANK a menudo proveen a los sobrinos de cosas que los padres no pueden. Muchas les dan regalos a los padres para que se los puedan entregar a sus hijos (45%) y les compran cosas que los padres no pueden (43%)”, narra el estudio. Además todas coinciden en otra característica: aportan a sus sobrinos muchos más planes culturales que los que, por tiempo o tipo de relación, hacen con sus padres.

No sustituye a la maternidad

Al contrario de lo que pueda parecer, y aunque a menudo se encuentren con este estigma, el vínculo que desarrollan las PANK con sus sobrinos no tiene nada que ver con la falta de maternidad. El 64% de las mujeres encuestadas, de hecho, disfruta del tiempo que pasan con sus sobrinos, pero están felices de no tener hijos propios. “Mucha gente me dice que ahora que tengo un bebé cerca seguro que me entran ganas, pero no es así”, confiesa Cati, que aunque tiene 29 años por ahora tiene claro que no quiere sacrificar la libertad e independencia de su vida con un hijo. Tampoco la psicóloga Rodríguez considera que un sentimiento pueda sustituir al otro: “No creo que una mujer que no ha sido madre cubra su frustración con sus sobrinos. Es beneficioso para la mujer porque es amor, pero es otro tipo de amor”, explica.

Gloría sí quiso tener hijos pero no pudo por un problema en el útero. Aun así, tampoco siente que la relación con sus cuatro sobrinas lo haya sustituido, aunque sí le ha permitido superar el duelo de la infertilidad. “Ahora cuando estoy con ellas me vacuno ya para todo el año”, ríe. Cada año organizan un viaje solo de chicas, como este verano, cuando estuvieron en un 'camping' en Tarragona. “Cuando están conmigo es diferente a cuando están con sus padres. Por ejemplo, se visten ellas solas y si van hechas un desastre no les digo nada", explica Gloria. "Son más autónomas porque tengo otra miradas sobre ellas”.

placeholder Pilar tiene en cuenta a sus sobrinas en su vida y piensa en su futuro. (M.Z.)
Pilar tiene en cuenta a sus sobrinas en su vida y piensa en su futuro. (M.Z.)

Pilar nunca quiso tener hijos. Durante un tiempo pensó que eso del instinto maternal era algo que llegaría algún día. O al menos es lo que le decían cada vez que alguien le preguntaba “para cuándo”. Pero el tiempo pasaba y ese momento nunca llegó. “Simplemente no me vi siendo madre, no me atraían los niños”, cuenta ahora, merendando con sus sobrinas Ainhoa e Isabel, de 11 y 6 años.

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