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La tinta conquista la Sanidad pública: tatuajes de pezón para dejar atrás el cáncer
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RECONSTRUCCIÓN MAMARIA TOTAL

La tinta conquista la Sanidad pública: tatuajes de pezón para dejar atrás el cáncer

El Hospital Universitario de Torrejón fue el primero en ofrecer a las pacientes de mastectomías la réplica más exacta de una mama sana. El CHOU de Ourense será el siguiente

Foto: Álvaro Quesada tatúa un brazo en su estudio de Madrid.
Álvaro Quesada tatúa un brazo en su estudio de Madrid.

“Cuando llegué al hospital, me miraron de arriba abajo”, recuerda Álvaro Quesada. No se imaginaban así al tatuador, hasta que se quitó la sudadera y asomó el lobo de la mano izquierda. Solo era el vértice de una obra de arte que le trepaba hasta el hombro. Álvaro recuerda así su primer día en el Hospital Universitario de Torrejón, en Madrid, hará un par de años, cuando el mundo del 'tattoo' se fusionó por primera vez en España con una unidad de mama, con el doctor Lorenzo Rabadán a la cabeza. El día en que el tatuaje terapéutico aterrizó en la Sanidad pública española.

A estas alturas, apunta el coordinador de la Unidad de Mama del Hospital Universitario de Torrejón —público y de gestión privada—, al menos 17 mujeres de las 60 que se sometieron a una mastectomía han completado su proceso de reconstrucción mamaria con un tatuaje permanente del complejo areola-pezón. Y el resultado es de “una satisfacción plena para las pacientes”, dice, lo que ha llamado la atención de otros hospitales públicos en un país que diagnostica alrededor de 25.000 cánceres de mama al año.

“La micropigmentación era menos lesiva y más barata que la cirugía, pero se borra, y cuando pasa el tiempo, el color del pezón es diferente”

Precisamente esa es la meta, y Álvaro lo sabe de buena tinta. "No todas saben a lo que se exponen cuando entran por la puerta, vienen porque se lo ha dicho su médico. Una chica de 30 años sabe lo que es un tatuaje, pero muchas otras que llegan cruzadas se echan a llorar al ver el resultado, porque después de años vuelven a reconocerse al espejo". Durante los 20 minutos que dura una sesión, comparte complicidad, risas y una sensibilidad especial con las pacientes. "No digo que sea el mejor, es que me ha tocado", comenta.

"Nunca he ocultado que yo me he implicado mucho por el tema de mi ojo, porque me parece igual de injusto que no me garanticen una prótesis como que dejen una mama sin pezón", cuenta. A sus 32 años, sabe lo que es perder un ojo por un tumor en el nervio óptico y darle un vuelco a su vida para reinventarse. Lo vive en carne propia y en la de su entorno. "Cuando se va la sensación de que has estado 'a punto', lo que quieres es mirarte al espejo y que no queden señales".

Comenzó tatuando en el propio hospital, y siguió impartiendo talleres a cirujanos y enfermeras, que ahora han tomado el relevo en Torrejón cada semana, lo que contribuye a descargar la lista de espera de reconstrucción mamaria que tantas quejas suscita. De vez en cuando, recibe en su estudio a pacientes derivadas por médicos que le conocen, pero está muy lejos de considerarlo un trabajo. "Nunca he visto esto a través del mundo del 'tattoo', porque el miedo que tengo es que salga negocio", comenta. Sus motivaciones son muy distintas a las de otros tatuadores o micropigmentadores, que llegan a cobrar entre 300 y 400 euros por pezón. Y por eso lo hace gratis.

Batalla contra el tiempo

El doctor Rabadán explica que en el centro, las otras 40 reconstrucciones de mama se han hecho con micropigmentación.

Muy utilizada en el mundo de la estética —para cejas y contornos— involucra también el uso de agujas, pero varían los pigmentos, en este caso inorgánicos, así como la invasión, más superficial; y por lo tanto, el efecto y la permanencia.

La Seguridad Social reconoce en la cartera de servicios comunes la reconstrucción mamaria, y según Rabadán, en los hospitales públicos “siempre ha sido un hecho”. Lo que sucede es que “antes se hacía en quirófano utilizando para el pezón un círculo de piel de la ingle, y en los últimos años nos pareció que se podían usar técnicas menos agresivas; la micropigmentación era menos lesiva y más barata que la cirugía”.

Pero tenía un inconveniente: “Se borra, y cuando pasa el tiempo el color de la areola y el pezón es diferente”, lo que puede obligar a la paciente a volver al hospital y revivir el proceso. Después de mucha investigación y comprobación empírica, el cirujano determina que “el tatuaje permanente es todo un avance”. “Nosotros hemos tenido la suerte de ser pioneros, porque conocí a Álvaro y comenzamos a comprobar que esto funcionaba”, dice.

'La guinda del pastel'

También en la comunidad científica existen las felices coincidencias, los contactos providenciales. Y así se conocieron el médico y el tatuador, a través de un tercero con ojo. Álvaro recuerda que comenzó a estudiar el trabajo de Vinnie Myers, el veterano tatuador estadounidense a quien llaman el ‘Da Vinci’ de los pezones, y se dio cuenta de que desde el punto de vista técnico, recrear un pezón con sombras y efecto de 3D no tenía mayor complejidad que las grandes composiciones de tigres, carpas, 'geishas' con sombras y degradados a las que dedica horas en su estudio de Madrid.

Pero también hay desafíos. Las tintas homologadas por Sanidad obligan a quien tiene la aguja a jugar hasta la extenuación con una limitada gama cromática para recrear el complejo areola-pezón de cada mujer. También ayuda si los facultativos, por lo general cirujanos y enfermeras, tienen conocimientos de dibujo y saben cómo dar volumen, cómo cae una sombra. Por eso en los talleres, Álvaro ha intentado simplificar y mecanizar al máximo el procedimiento de convertir un círculo plano en un pezón de tres dimensiones.

Tatuadores y sanitarios no son una extraña pareja. El propio caso de Myers, que visitó Madrid hace dos años para impartir talleres a tatuadores con la campaña 'La guinda del pastel', lo demuestra. La relación de coexistencia está documentada académicamente por la American Society of Plastic Surgeons.

El siguiente hospital público en el que recalará el tatuaje permanente será el Complexo Hospitalario Universitario de Ourense (CHOU). El jefe de servicio de Cirugía y coordinador de la Unidad de Mama, Manuel García García, ha contado con el tatuador madrileño para impartir un taller a primeros de marzo. "Queremos hacerlo los cirujanos, entendemos que el proceso de reconstrucción mamaria es nuestra responsabilidad y si algo pasa, es cosa nuestra", explica. En su caso, ha llevado unos cuatro meses de negociaciones con responsables de Cuentas del hospital hasta aprobarse este tratamiento, que cuenta, además, con pleno respaldo de la Consellería de Sanidade.

Y no son los únicos interesados. Cuenta Rabadán que a la cola seguirán hospitales de otras ciudades de España, tanto públicos como privados, como Salamanca, Pamplona... Y los que se suban al carro en el próximo congreso nacional del 4 de mayo. De todos modos, en comunidades como Madrid existe la posibilidad de solicitar un traslado de expediente para solicitar la técnica que consideren más pertinente.

Desde el mundo de la micropigmentación, todavía hay reticencias. La presidenta de la Asociación de Micropigmentación Estética, Paramédica y Oncológica (Amepo), María Dolores Pérez, sugiere a este diario que el origen orgánico de las tintas puede generar reacciones en los pacientes, mientras que los pigmentos de su técnica quedan absorbidos por el cuerpo. El doctor García es tajante: "No existe base científica, la profundidad de un tatuaje llega a la dermis, pero en ningún caso llega a la prótesis".

“Cuando llegué al hospital, me miraron de arriba abajo”, recuerda Álvaro Quesada. No se imaginaban así al tatuador, hasta que se quitó la sudadera y asomó el lobo de la mano izquierda. Solo era el vértice de una obra de arte que le trepaba hasta el hombro. Álvaro recuerda así su primer día en el Hospital Universitario de Torrejón, en Madrid, hará un par de años, cuando el mundo del 'tattoo' se fusionó por primera vez en España con una unidad de mama, con el doctor Lorenzo Rabadán a la cabeza. El día en que el tatuaje terapéutico aterrizó en la Sanidad pública española.

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