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Muere Txiki Benegas, el político que no quiso ser ministro
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representante por excelencia del ‘aparato’ socialista

Muere Txiki Benegas, el político que no quiso ser ministro

Una cartera ministerial es el único renglón que falta en el denso y extenso currículum político de quien durante una década fue el número tres de la jerarquía socialista

A comienzos de los años noventa, en plena guerra de poder entre “renovadores” y “guerristas”, José María Benegas rechazó el ofrecimiento de Felipe González para ser ministro y prefirió mantenerse como secretario de Organización del PSOE. Una cartera ministerial es el único renglón que falta en el denso y extenso currículum político de quien durante una década fue el número tres de la jerarquía socialista, el maquinista del PSOE desde que González y Alfonso Guerra se instalaron en la Moncloa y hasta que se produjo la ruptura entre los dos líderes históricos del partido.

Benegas, representante por excelencia del ‘aparato’ socialista, no quiso ser ministro porque si algo le caracterizó políticamente fue su carácter conciliador y su gran capacidad de negociación. Después de llegar a la secretaría de Organización de la mano de González, acabó alineado con Alfonso Guerra, pero fue de los que siempre trataron de servir de puente entre ambos y trabajaron para evitar que el enfrentamiento personal entre los dos dirigentes abocara a una ruptura irreversible del partido.

Le llamaban Txiki porque fue un político precoz. Afiliado al PSOE con 23 años, a los 26 ya formaba parte de su Ejecutiva federal. Era uno de los últimos supervivientes del legendario congreso de Suresnes, el que encumbró a González como líder socialista, y también uno de los pocos diputados en activo que han ocupado une escaño de forma ininterrumpida desde las primeras elecciones democráticas.

Procedente de la inagotable cantera vasca del socialismo español, llegó a la política nacional después de haber desempeñado un papel protagonista en la de Euskadi. Consejero de Interior en el primer gobierno preautonómico y uno de los negociadores del Estatuto de Guernika, en 1986 estuvo a punto de convertirse en lehendakari. Con él de candidato, el PSE logró aventajar al PNV en escaños, pero renunció a intentar formar gobierno ante las exigencias de Eusko Alkartasuna y abrió el camino para el Ejecutivo de coalición con los peneuvistas que presidió el nacionalista José Antonio Ardanza, con el socialista Ramón Jáuregui de vicepresidente.

Benegas estuvo en todas las negociaciones importantes desde la restauración de la democracia: desde la Ley de Amnistía de 1977 y la Constitución hasta los grandes pactos contra el terrorismo. Firme convencido de que la unidad de los demócratas era el mejor instrumento para derrotar a ETA, propiciar aquella y conseguir esta fue siempre uno de los principales objetivos de su actividad política.

Llevaba la política tan en las venas que, cuando ya se le había diagnosticado cáncer, no quiso apartarse del que fue su último intento de contribuir a la política de consenso, la que se intentó para establecer un marco de medidas para combatir la corrupción.

Siempre que hacía falta un negociador, en el PSOE se pronunciaba un nombre: José María, Txiki, Benegas.

A comienzos de los años noventa, en plena guerra de poder entre “renovadores” y “guerristas”, José María Benegas rechazó el ofrecimiento de Felipe González para ser ministro y prefirió mantenerse como secretario de Organización del PSOE. Una cartera ministerial es el único renglón que falta en el denso y extenso currículum político de quien durante una década fue el número tres de la jerarquía socialista, el maquinista del PSOE desde que González y Alfonso Guerra se instalaron en la Moncloa y hasta que se produjo la ruptura entre los dos líderes históricos del partido.

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