Bárcenas protege a los empresarios donantes y centra sus ataques en Cospedal

Luis Bárcenas realizó ayer una declaración muy medida ante el juez de la Audiencia Nacional Pablo Ruz. El extesorero del Partido Popular reconoció uno a uno todos los apuntes aparecidos en los papeles que él mismo elaboró entre 1990 y 2008, pero evitó acusar a la mayoría de los empresarios de cohecho. Y lo hizo por una sencilla razón: para no autoinculparse de ese delito.

Bárcenas centró su ira en la secretaria general del partido, María Dolores de Cospedal, a quien acusó de permitir que su partido en Castilla-La Mancha recibiera una donación de 200.000 euros a cambio de que el Ayuntamiento de Toledo concediera una adjudicación a una empresa de limpieza. El exgerente popular entregó al instructor el recibí de dicho pago, el único que ha aportado. Según explicó, de los sobresueldos que recibieron dirigentes de la formación no hay justificantes porque no estaba bien visto pedirles que firmaran al llevarse ese dinero. Era un pacto entre caballeros.

A uno de los pocos empresarios que nombró fue al presidente de OHL, Juan Miguel Villar Mir, de quien aseguró que le llamó en 2011, cuando Bárcenas ya no se encargaba de la tesorería del PP. El empresario habló con el presidente, Mariano Rajoy, quien le instó a comunicarse con José Manuel Romay Beccaría, su sustituto al frente de las cuentas populares. Según Bárcenas, Villar Mir entregó 300.000 euros para apoyar las elecciones generales que se celebrarían el 20 de noviembre.

Asimismo, aseguró que en marzo de 2010 había pagado 25.000 euros a Rajoy y otros tantos a Cospedal, dinero que les entregó en sus respectivos despachos en un sobre que contenía billetes de 500 euros. Poco después, abandonaba la tesorería y, delante del presidente del PP, entregaba todos los documentos sobre la supuesta ‘contabilidad’ B a Romay Beccaría, junto con el dinero que en ese momento había en la caja, unos 40.000 euros.

Durante las casi cinco horas de interrogatorio, Bárcenas enfocó su declaración a exculparse de los delitos más graves y admitir los más leves. Por eso, sostiene que los empresarios pagaron donaciones pero no a cambio de nada. Primero entregan el dinero, bien en la sede de Génova, bien  en encuentros en restaurantes, y no pedían nada a cambio. Eso sí, ya con ese dinero en la contabilidad, el anterior tesorero, Álvaro Lapuerta, llamaba a las diferentes administraciones para pedir un trato afable a esos empresarios, según el extesorero. Ahora bien, no quería saber qué salía de esas comunicaciones. Por tanto, se trataban de pagos que no eran finalistas, excepto el aprobado por Cospedal, sobre el que Bárcenas sí asegura que se recibió por un contrato.

Un 'modus operandi' similar en la caja del PP

De esta manera, Bárcenas intenta eludir el delito de cohecho. Sin embargo, con esas afirmaciones deja a los empresarios en una situación incómoda, porque todos ellos negaron ante el juez haber pagado donaciones. De todas maneras, como declaraban en calidad de imputados no están obligados a decir la verdad.

De su declaración se desprenden delitos electorales, ya que asegura que se falsearon las cuentas electorales ante el Tribunal de Cuentas porque esas donaciones de empresarios no estaban recogidas. También asume un delito de tráfico de influencias, por el pago recibido en Castilla- La Mancha, y otro de blanqueo de capitales. Este último lo dejó entrever cuando narró cómo las sedes territoriales del PP enviaban a la sede central el dinero negro obtenido. En Madrid se blanqueaba el dinero, que se devolvía a las mismas sedes ya limpio.

Las comunidades autónomas actuaban de una manera similar a la sede central, donde se troceaba el dinero para evitar que quedaran reflejadas donaciones superiores a lo permitido. Ese dinero era utilizado para hacer frente a las elecciones y para cerrar diversos pagos, como sobresueldos a dirigentes. Según señaló Bárcenas en el interrogatorio, en el PP había una paga más de la que constaba en la nómina en la que se premiaba el trabajo bien hecho. Estas donaciones se dejaron de recibir, por lo menos durante un tiempo, tras estallar el ‘caso Gürtel’ en febrero 2009.

Bárcenas recalcó que Rajoy es una persona honrada y seria y que su manera de trabajar pasó de mano en mano en los distintos tesoreros, quienes siempre han realizado sus funciones de manera bastante autónoma. Rosendo Naseiro enseñó a Lapuerta y éste a Bárcenas, quien le mostró el modus operandi a Romay Beccaría.

Ellos decidían cómo gestionaban el dinero. Ahora bien, Bárcenas aseguró que todos los presidentes, secretarios generales y vicesecretarios conocían del pago de los sobresueldos y de la entrega de donaciones. Fuentes presentes en el interrogatorio destacaron que el extesorero evitó involucrar al expresidente José María Aznar: no quiso confirmar que las iniciales J.M. correspondieran al exlíder del partido.

Cambio de versión 

Bárcenas entró esposado a la sala, donde le esperaba el juez, el fiscal anticorrupción y una veintena de abogados. Una vez sentado, le retiraron las esposas para que declarase más cómodo. Para afrontar el interrogatorio, pidió a su abogado, Javier Gómez de Liaño, que le prestara una corbata. Antes de llegar al fondo del asunto, aseguró que hasta ahora había mentido porque tenía un pacto de no agresión con el partido, pero decidió decir la verdad  cuando éste inició una campaña agresiva contra él.

Sus anteriores letrados le habían aconsejado no atacar al PP. Pero Bárcenas narró cómo, desde que salieron a la luz los papeles, ha mantenido hasta cuatro conversaciones con integrantes del PP para evitar que reconociera esa financiación ilegal. En una de ellas, aseguró, un abogado de la formación le ofreció 500.000 euros si guardaba silencio y le aseguraba la protección del 25% de su patrimonio, lo que él rechazó porque entendía que era de justicia poder recuperar el 100% de un patrimonio que es suyo. También le ofrecieron retirar todas las demandas y expulsar a Alberto Ruiz-Gallardón del Ministerio de Justicia en el último Consejo de Ministros antes de las vacaciones de verano.

En uno de los contactos con el propio Mariano Rajoy, Bárcenas mostró su malestar con la actitud que estaba teniendo Cospedal hacia él y le advirtió que, o le paraba los pies, o se iba a quedar sin secretaria general. Esas conversaciones se fueron poniendo más tensas hasta que recibió una visita en la prisión, donde ha asegurado que fue amenazado con enviar a la cárcel a su mujer, Rosalía Iglesias, imputada en el ‘caso Gürtel’.