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La calle del infierno de Puerto Banús
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LOS EMPRESARIOS DENUNCIAN LA INSEGURIDAD CREADA POR LAS PROSTITUTAS Y CAMELLOS

La calle del infierno de Puerto Banús

La máxima expresión del lujo marbellí tiene su cara más sórdida en lo que allí llaman la calle del infierno, hábitat de prostitutas y camellos en

Foto: La calle del infierno de Puerto Banús
La calle del infierno de Puerto Banús

La máxima expresión del lujo marbellí tiene su cara más sórdida en lo que allí llaman la calle del infierno, hábitat de prostitutas y camellos en Puerto Banus.  El lado oscuro del glamour de la ciudad está hecho de prostitución, robos y peleas. Los empresarios del recinto portuario quieren acabar con esta peligrosa trastienda, que está arruinando sus negocios. La última redada policial, que desarticuló una organización criminal compuesta por ciudadanos búlgaros que controlaban la prostitución en el recinto, sólo ha sido la punta del iceberg de un gran problema de seguridad pública. Y también de prestigio para una ciudad que vive de su imagen.

“Actualmente el paisaje en nada se parece al que cabe esperarse de un destino turístico de lujo como el que venden los políticos de la ciudad. Al contrario: proxenetas de distinto pelaje, con ladronas disfrazadas de prostitutas están siempre al acecho”, se queja uno de los empresarios más conocidos de Puerto Banús, con cuatro locales en el Muelle de la Rivera, que tiene negocios en la zona desde los años ochenta.

“Este año se han multiplicado las denuncias por hurto. Llegan las prostitutas, drogan al cliente y le roban todo lo que tiene"

Este empresario, según cuenta, ha cursado sus quejas en todos los organismos de la ciudad y no se adoptan medidas para paliar el problema: “Las prostitutas y sus chulos son los amos del territorio”. “Esta calle donde tengo mis discotecas, donde he invertido millones de euros, se conoce en los países nórdicos como la calle del infierno y se avisan ya los visitantes entre ellos, para que no la pisen cuando vienen y eso me afecta, claro”. Su protesta coincide con el aumento de denuncias en comisaría por robos y peleas: “Este año se han multiplicado las denuncias por hurto. Llegan las prostitutas, drogan al cliente y le roban todo lo que tiene. La policía debe tomar nota y acabar con los proxenetas que llegan a las cuatro de la mañana con furgones cargado de mujeres, últimamente  de color, y las echan a la calle para que cacen y desplumen a los clientes”, denuncia.

Los mismos hosteleros han tenido que doblar la seguridad de sus locales: “La crisis ha hecho que los precios por prostituirse bajen y se lo cobran dejándoles sin blanca”.

Protesta generalizada

El mismo presidente de la Asociación de Empresarios de Puerto Banús, Giuseppe Russo, no se cansa de repetir en las televisiones locales que considera que el recinto debe replantearse su camino cara al futuro y necesita “renovarse”. También la Policía Nacional, es consciente de lo que ocurre en Puerto Banus. Hace menos de quince días treinta personas eran detenidas. Los “proxenetas” contaban con cuatro viviendas en el propio puerto, donde llevaban a los turistas. Allí, aprovechando el grado de intoxicación etílica de los hombres o tras suministrarles alguna sustancia, efectuaban cuantiosos cargos fraudulentos con sus tarjetas bancarias.

Esta es la otra cara de los bares de copas del Muelle de Rivera de Puerto Banús. Donde el  paisaje cambia de forma radical: sexo y drogas se ofrecen sin el menor pudor entre Versaces y Luis Vuitton, los vendedores ambulantes de falsificaciones se apuestan en las puertas de los comercios donde se venden los originales y, junto a ellos, los camellos ofrecen un amplio surtido de drogas de diseño. Los vigilantes de seguridad se esfuerzan en que en los locales punteros no se cuelen los camorristas. A las cinco de la madrugada las prostitutas bajan la tarifa. Es la hora más temida, el momento álgido, cuando abordan a los turistas ya bastante bebidos y no para llevarlos a la cama sino para robarles la cartera, nos cuenta un policía local.

A veces la víctima se da cuenta que esta siendo robada y  la bronca está asegurada. Aparece el proxeneta de turno y comienza la pelea. Puñetazos y navajazos forman el paisaje de cada madrugada. Y es entonces cuando en la  calle del infierno comienza el lamentable espectáculo. La policía a veces poco puede hacer,  “es un recinto privado” recalcan.   La calle es peatonal, así que los coches no patrullan por esa zona. En la madrugada de un fin de semana puede haber miles de personas en Puerto Banús. Y eso complica la persecución de los ladrones.

La nostalgia de otra época

Los problemas de inseguridad en Puerto Banús, que han puesto en alerta a comerciantes, políticos y vecinos que quieren recuperar la imagen de lujo y diversión del que durante muchos años ha sido el emblema de Marbella, viene de largo pero en los últimos tiempos, es cuando se han hecho visibles y han alcanzado unos niveles altos. Un problema de forma que afecta a la imagen turística y de lujo, pero también de fondo, por el descenso en el volumen de negocios de los comerciantes de la zona y el aumento de la inseguridad ciudadana. Y mientras esto ocurre los empresarios sueñan con recuperar el orden mínimo indispensable para que la zona más prestigiosa de Marbella no pierda definitivamente su patrimonio.

El presidente  de la Asociación de Empresarios de Puerto Banús, Giuseppe Russo, nostálgico recalca: “Hemos tenido años brillantísimos, en un recinto que se convertía en un espectáculo a nivel mundial. Te sentabas en un bar y al lado tenías a Cristina Onasis o al Príncipe Salman. Personajes de referencia mundial del cine, la televisión, el arte... y ésa es la apuesta que hay que retomar, los grandes eventos que atraigan al personaje de ese calado. Salir un poco de la mediocridad, que no casa con el lujo”. 

La máxima expresión del lujo marbellí tiene su cara más sórdida en lo que allí llaman la calle del infierno, hábitat de prostitutas y camellos en Puerto Banus.  El lado oscuro del glamour de la ciudad está hecho de prostitución, robos y peleas. Los empresarios del recinto portuario quieren acabar con esta peligrosa trastienda, que está arruinando sus negocios. La última redada policial, que desarticuló una organización criminal compuesta por ciudadanos búlgaros que controlaban la prostitución en el recinto, sólo ha sido la punta del iceberg de un gran problema de seguridad pública. Y también de prestigio para una ciudad que vive de su imagen.