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Cáncer, familia y hastío precipitan una decisión que ignoraban todos sus consejeros
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“NO MERECÍA LA PENA SEGUIR DESOYENDO LOS RUEGOS DE LA FAMILIA”

Cáncer, familia y hastío precipitan una decisión que ignoraban todos sus consejeros

Veinte minutos antes de que la presidenta de la Comunidad de Madrid anunciara, visiblemente emocionada, que abandonaba el cargo y la primera línea de la política,

Foto: Cáncer, familia y hastío precipitan una decisión que ignoraban todos sus consejeros
Cáncer, familia y hastío precipitan una decisión que ignoraban todos sus consejeros

Veinte minutos antes de que la presidenta de la Comunidad de Madrid anunciara, visiblemente emocionada, que abandonaba el cargo y la primera línea de la política, destacados consejeros de su Gobierno no tenían “ni la menor idea” de por qué había convocado una rueda de prensa. El viernes pasado, sin embargo, su círculo más estrecho de colaboradores, en el que se incluye el ahora presidente Ignacio González y su sombra en Comunicación todos estos años, Isabel Gallego, ya sabían la decisión de ‘la lideresa’.

Circunscribir el secreto a un círculo de hierro permitió que no hubiera ninguna filtración. Aguirre solicitaba el jueves a Mariano Rajoy una entrevista -“nunca lo habría anunciado si el presidente no lo sabía antes”- y sólo tras la cita con Rajoy en Moncloa este lunes por la mañana, se convocó la rueda de prensa para soltar ‘la bomba’: Aguirre dimitía “no sólo por la enfermedad que sufro, de la que presuntamente estoy curada” sino por una serie “de circunstancias personales”.

Hace un año, Esperanza Aguirre (60 años) ya había decidido que ésta sería su última legislatura y así lo aseguraban fuentes muy cercanas a la presidenta. “El cáncer le ha cambiado la manera de entender la vida y, sobre todo, la política”. Daban por descontado que no se presentaría a la reelección “a no ser que la toquen mucho las narices”, afirmaban las mismas fuentes. “Quiere dedicar más tiempo a su marido, a sus hijos, a su nieta Beatriz…”. Los mismos argumentos, hace un año, que los repetidos ayer en la Casa de Correos.

¿Por qué se ha precipitado ahora la decisión? Quienes han vivido muy de cerca el proceso, hablan de dos motivos. De un lado, la presidenta de la Comunidad había pasado todo el verano bastante relajada, jugando al golf y rumiando su decisión. “La familia, su nieta, su marido, sus hijos… Todos le pedían que se lo pensara”. En los últimos meses, dos de sus íntimas amigas fallecían víctima del cáncer.

El pasado martes, cuando Esperanza Aguirre estaba a punto de terminar su discurso del estado de la región, recibió en la tribuna un papelito en el que se le comunicaba que la parlamentaria regional y ex alcaldesa de Villaviciosa de Odón, Nieves García Nieto, acababa de fallecer. Aguirre dio por terminado el discurso visiblemente afectada. Otra vez la maldita enfermedad…

“¿Merecía la pena seguir, después de casi cuarenta años dedicados a la política, desoyendo los ruegos de la familia…?. La respuesta es no”, dicen en su círculo íntimo. Y aquí es cuando entra el segundo motivo. “No merece la pena sobre todo cuando, además, el proyecto no ilusiona…”. Aguirre es la voz discordante en la excarcelación de Bolinaga, es reconvenida desde Moncloa por decir que no le gusta la subida del IVA, amonestada y afeada su conducta por otros ‘barones’ autonómicos cuando insiste una y otra vez en que “hay que reformar el Estado autonómico”, algo de lo que Rajoy no quiere ni oír hablar.

En otro momento, Esperanza Aguirre habría dado batalla, pero el congreso de Valencia de 2008 y el triunfo electoral de Rajoy en 2011 certificaron su ‘derrota’ dentro del PP. “¿Dar la batalla ahora para qué? ¿Para hacer políticas económicas en las que ella no cree? ¿Para callar en temas fundamentales como la reforma del Estado? Ha preferido hacer caso a la familia…”, confirma a El Confidencial uno de sus antiguos colaboradores.

Tras anunciar su dimisión -y abrir el turno a la prensa, algo que siempre ha hecho y es de agradecer, nunca hizo una comparecencia sin preguntas- Aguirre subió a su despacho. Allí fue despidiéndose de sus colaboradores, de los asesores y “de todos los consejeros, (incluida una desconsolada Lucía Figar) porque no había ni uno que lo supiera”, añaden desde Correos. Después, Aguirre se fue a comer tranquilamente con su familia. Sólo volvió al despacho para recoger las fotos y poner fin –de momento- a una carrera política marcada por las filias y las fobias, pero nunca por la indiferencia.

Veinte minutos antes de que la presidenta de la Comunidad de Madrid anunciara, visiblemente emocionada, que abandonaba el cargo y la primera línea de la política, destacados consejeros de su Gobierno no tenían “ni la menor idea” de por qué había convocado una rueda de prensa. El viernes pasado, sin embargo, su círculo más estrecho de colaboradores, en el que se incluye el ahora presidente Ignacio González y su sombra en Comunicación todos estos años, Isabel Gallego, ya sabían la decisión de ‘la lideresa’.