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El Rey pide "ejemplaridad" pero elude cualquier responsabilidad personal en el 'caso Urdangarín'
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DON JUAN CARLOS ADVIERTE EN SU DISCURSO DE NAVIDAD QUE "LA JUSTICIA ES IGUAL PARA TODOS"

El Rey pide "ejemplaridad" pero elude cualquier responsabilidad personal en el 'caso Urdangarín'

El de anoche fue, tal vez, el discurso de Navidad más esperado en los 36 años de reinado de Juan Carlos I. La expectación era máxima:

Foto: El Rey pide "ejemplaridad" pero elude cualquier responsabilidad personal en el 'caso Urdangarín'
El Rey pide "ejemplaridad" pero elude cualquier responsabilidad personal en el 'caso Urdangarín'

El de anoche fue, tal vez, el discurso de Navidad más esperado en los 36 años de reinado de Juan Carlos I. La expectación era máxima: nadie dudaba de que el Rey aludiría al impacto del caso Urdangarín en la credibilidad de la monarquía, pero muy pocos se atrevían a aventurar la fórmula que emplearía el monarca para evaluar los daños causados a la Corona y condenar el presunto enriquecimiento ilícito de su yerno, que ha salpicado incluso a su propia hija, la infanta Cristina de Borbón. Aunque no citó en ningún momento a Iñaki Urdangarín por su nombre, Don Juan Carlos le señaló claramente cuando se distanció de las "conductas irregulares que no se ajustan a la legalidad o la ética", pero eludió asumir personalmente cualquier responsabilidad por la "actuación censurable" del duque de Palma.

Apenas dos semanas después de que el jefe del Estado apartase de la Familia Real a su yerno por su "comportamiento no ejemplar", el Rey sentenció anoche definitivamente a Urdangarín, pese a que éste no ha sido aún citado a declarar por el juez que investiga el caso, José Castro. El monarca dejó meridianamente claro en su discurso, grabado el pasado jueves en el palacio de La Zarzuela y emitido en diferido, que no le importa sacrificar al marido de su hija menor, sin esperar siquiera a su imputación judicial, con tal de salvar a la Corona y a su heredero, el príncipe Felipe de Borbón, del que destacó su "rigor y acierto", en contraste con las "conductas irregulares" del duque de Palma.

"Necesitamos rigor, seriedad y ejemplaridad en todos los sentidos. Todos, sobre todo las personas con responsabilidades públicas, tenemos el deber de observar un comportamiento adecuado, un comportamiento ejemplar", dijo Don Juan Carlos, calcando el argumento esgrimido el pasado día 12 por el jefe de la Casa del Rey, Rafael Spottorno, para justificar la exclusión de Urdangarín de la agenda oficial de la Familia Real. "Afortunadamente vivimos en un Estado de Derecho, y cualquier actuación censurable deberá ser juzgada y sancionada con arreglo a la ley", prosiguió el monarca. Y añadió a continuación una frase que parecía destinada tanto a marcar distancias con su yerno como a frenar las suspicacias de la opinión pública: "La justicia es igual para todos".

Sombras de sospecha

El monarca, cuya figura, según la Constitución, es "inviolable y no está sujeta a responsabilidad", cargó contra su yerno pero no asumió ninguna responsabilidad por el caso Urdangarín, pese a que la Casa del Rey conocía al menos desde 2006 los oscuros negocios montados por el duque de Palma en torno al Instituto Nóos, una entidad que se declaraba "sin ánimo de lucro". Buena prueba de que Don Juan Carlos ya estaba al corriente en aquellas fechas de las supuestas irregularidades cometidas por el ex jugador internacional de balonmano es que le exigió que abandonara discretamente la presidencia de Nóos y, a continuación, le buscó un acomodo de lujo en Telefónica, primero en Barcelona y, desde 2009, en Washington.

Para tratar de separar a la Corona, y a él mismo, de los presuntos delitos cometidos por su yerno, el Rey llegó incluso a lamentar la "desconfianza" que los ciudadanos sienten hacia "algunas de nuestras instituciones". Es decir: lejos de asumir que el caso Urdangarín ha socavado la credibilidad de la monarquía, como revela el barómetro del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) del pasado mes de octubre, el monarca prefirió extender esa sombra de sospecha a otras instituciones del Estado, que no identificó. "Me preocupa enormemente la desconfianza que parece estar extendiéndose en algunos sectores de la opinión pública respecto a la credibilidad y prestigio de algunas de nuestras instituciones", afirmó.

El jefe del Estado, sin referirse en ningún momento a la Corona, añadió que no se deben "generalizar los comportamientos individuales, so pena de cometer una gran injusticia con la inmensa mayoría de servidores públicos, y también de empresarios o trabajadores del sector privado, que desarrollan su labor de forma ejemplar y honesta. De lo contrario", prosiguió, "se podría causar un grave daño a instituciones y organizaciones que son necesarias para la vertebración de nuestra sociedad".    

Las alusiones implícitas a Urdangarín casi eclipsaron otros pasajes del discurso del Rey, que dedicó la mayor parte de su intervención a la crisis económica y, en menor medida, a la lucha contra el terrorismo. Tras elogiar "las virtudes del pueblo español, al que quiero con todo mi corazón", Don Juan Carlos afirmó que "la crisis es internacional, pero también tiene perfiles nacionales propios. El más doloroso de todos es, desde luego, la elevada tasa de desempleo que sufrimos, moralmente inasumible para un país vertebrado, moderno y solidario como el nuestro".

El de anoche fue, tal vez, el discurso de Navidad más esperado en los 36 años de reinado de Juan Carlos I. La expectación era máxima: nadie dudaba de que el Rey aludiría al impacto del caso Urdangarín en la credibilidad de la monarquía, pero muy pocos se atrevían a aventurar la fórmula que emplearía el monarca para evaluar los daños causados a la Corona y condenar el presunto enriquecimiento ilícito de su yerno, que ha salpicado incluso a su propia hija, la infanta Cristina de Borbón. Aunque no citó en ningún momento a Iñaki Urdangarín por su nombre, Don Juan Carlos le señaló claramente cuando se distanció de las "conductas irregulares que no se ajustan a la legalidad o la ética", pero eludió asumir personalmente cualquier responsabilidad por la "actuación censurable" del duque de Palma.

Iñaki Urdangarin