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La comparecencia de dos ex consejeros de CiU tensa la comisión investigación del Palau
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FELIP PUIG Y PERE MACIAS, EN EL PARLAMENTO

La comparecencia de dos ex consejeros de CiU tensa la comisión investigación del Palau

El espectáculo fue la nota dominante ayer en la comisión que investiga las irregularidades en el Palau de la Música de Barcelona y el supuesto desvío

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La comparecencia de dos ex consejeros de CiU tensa la comisión investigación del Palau

El espectáculo fue la nota dominante ayer en la comisión que investiga las irregularidades en el Palau de la Música de Barcelona y el supuesto desvío de fondos hacia Convergència Democràtica de Catalunya (CDC). ¿El motivo? La comparecencia de los dos últimos consejeros de Política Territorial y Obras Públicas cuando todavía gobernaba CiU: Pere Macias y Felip Puig. Este último fue más político, se explayó con un discurso perfecto y acabó sacando el tema de que los bancos habían condonado los intereses de las deudas de PSOE (6 millones de euros), al PSC (casi 7 millones) y ERC (2,7 millones). No tenía nada que ver con la comisión, pero la habilidad de Puig pudo trenzar una fina línea de comunicación entre ambos temas.

El portavoz de Convergencia en la comisión, Jordi Turull, le había allanado el camino a Puig. “Aquí se monta un tribunal político que intenta destruir al adversario. Es un ejercicio de macCarthismo sin precedentes en Europa en los últimos años. No se deja hablar a los comparecientes y se les corta cuando no responden lo que el Tripartito quiere oír. Es un show mediático, un tribunal político sin ninguna garantía, alterando la interpretación de documentos”, dijo Turull. Y Puig remató la faena: “Ustedes -dijo dirigiéndose a los miembros de la comisión- tienen todo el derecho a pensar todo. Y a reunirse con quien quieran. Y nosotros tenemos todo el derecho de pensar que aquí hay una clara instrumentalización que persigue un único relato”.

Tanta fue la tensión que con Pere Macias, actual diputado en el Congreso, llegó al clímax. Una de sus intervenciones en respuesta a la diputada republicana Maria àngels Cabasés provocó risas y abucheos entre los invitados, casi todos pertenecientes a Convergencia y entre los que había pesos pesados del partido. “Les aviso muy en serio -cortó por segunda vez el debate el presidente de la comisión, Pere Vigo-. Si han venido aquí a intimidar...”. No pudo terminar, porque Turull salió a protestar. “¡Tengo derecho a una cuestión de orden! Un poco de respeto para los diputados de esta cámara. Aquí sólo se ha intimidado cuando han venido a declarar servidores públicos de este Parlamento con su jefa sentada al lado”. “Señor Turull, la interpretación de la intimidación se puede hacer clarísimamente cuando un diputado de esta comisión es abucheado por los invitados de esta sala, sean diputados o no. No aceptaré que esto se convierta en un debate donde haya gritos, ofensas e insultos. Esto no es un espectáculo”. Y eso que ya había avisado antes que “al que no se comporte como se ha de comportar, lo echaré de la sala”.

Al margen del rifirrafe, que en esta ocasión elevó el listón dado el peso político de los comparecientes, los dos ex consejeros coincidieron en afirmar que jamás habían recibido sugerencias para adjudicar obras públicas a determinadas empresas. Macias fue más concreto y, ante los documentos que apuntan a que Ferrovial donaba el 4% de las adjudicaciones al Palau (porcentaje del que después el 2,5% se desviaba a la Fundación Trias Fargas, vinculada a CDC), sacó la auditoría que realizó el Tripartito en el 2004. En esta auditoría, “había una valoración que primaba a las empresas del país. Es una opción política que consideramos. La UE pidió que se cambiase esa premisa y se cambió. Pero la prolongación de la línea 3 del Metro, dice el informe, si no existiese esa valoración, tendría que haber sido concedida a Ferrovial. Y no lo fue. Por tanto, no beneficiamos a esta empresa”, subrayó el actual diputado de CiU.

Y admitió que entre sus atribuciones estaba reunirse con empresarios o con representantes de instituciones, fuesen el Palau de la Música u otros. “Esta misma semana, el ministro señor Blanco se ha reunido en varias ocasiones con empresarios de la construcción. Y eso forma parte de su trabajo. Es normal”. Macias mostró incluso apuntes internos de PSC, ERC e ICV cuando negociaban los pactos de gobierno y donde decían que harían auditorías de todo y que tirarían atrás todas las adjudicaciones de obras que había hecho CiU. “Ustedes pusieron en duda la honorabilidad del Gobierno de CiU. Y ustedes acabarán igual. Porque lo de los documentos de Millet es un montaje que tiene diversas escenas: una escena en los medios de comunicación, incluso otra escena aquí. Y forma parte de un juego”. Dichos documentos consisten en estadillos donde se especifican obras públicas y se desgaja el 4% para el Palau, que luego se lo repartía con la Fundación de CDC. Al lado de los distintos porcentajes, aparecían los nombres de Carles Torrent, Daniel Osàcar (anterior y actual responsable de finanzas de CDC y de la Fundación del partido) y de Jaume Camps, ex diputado de CiU, cuya implicación fue desvelada en exclusiva por El Confidencial la semana pasada. Pero también había cartas pidiendo la adjudicación de obras a Ferrovial o Agromán y otra documentación relacionada con pagos de servicios a empresas que nunca trabajaron para el Palau pero que eran proveedoras habituales de Convergencia.

Felip Puig también fue tajante en sus apreciaciones. “Muchos tenemos la percepción de que se extiende la sombra de la sospecha. Se aportan conjeturas, suposiciones, triangulaciones, documentos... pero no se consigue ninguna declaración concluyente. Aquí todo vale para destruir al adversario. Porque algunos no buscan la verdad, sino que se quieren encajar diferentes hechos o suposiciones en un relato prefabricado que sólo sirve a determinados intereses”. Y acusó también al Tripartito de tener ya “las conclusiones de esta comisión predeterminadas”. A ERC le espetó que porqué no se investigaban también tres temas importantes: “Los 3,5 millones que desaparecieron del Consorcio del Palau y que provenían de fondos públicos; los 5,6 millones de pérdida de valor del edificio que la Generalitat tenía en la plaza Sant Jaume y cuya calificación cambió para que Millet construyese el hotel de lujo al lado del Palau; y los créditos condonados a PSOE, PSC y ERC”. El republicano Pere Bosch le devolvió la pelota con dureza. “No nos han desmentido ni uno solo de los documentos que les hemos presentado. El 12 de febrero del 2003, el señor Fèlix Milet se reunió con el señor Carles Torrent y Jaume Camps. Y ese mismo día, elabora un documento sobre la obra adjudicada en 2002 y se presentan propuestas de pago” para el Palau y para los dirigentes de CDC. “Ustedes pueden decir que es casualidad. Nosotros querríamos no creer en estos documentos. Pero los documentos son tozudos”, zanjó Bosch.

Puig también salió en defensa de su compañero de partido. “Jaume Camps lleva 43 años como abogado y durante 20 años le ha llevado algunos asuntos a Millet, por lo que yo sé. Y Torrent y Osàcar se reunían con Jordi Montull [la mano derecha de Fèlix Millet] para discutir cómo se desarrollaban los convenios firmados con la Fundación Trias Fargas”. Pero Osàcar había desmentido hace unos días, en la misma comisión, que tuviese una relación frecuente con el director administrativo del Palau. Algunos diputados quieren buscar la transcripción íntegra del tesorero convergente para comprobar sus palabras exactas ante los diputados.

El espectáculo fue la nota dominante ayer en la comisión que investiga las irregularidades en el Palau de la Música de Barcelona y el supuesto desvío de fondos hacia Convergència Democràtica de Catalunya (CDC). ¿El motivo? La comparecencia de los dos últimos consejeros de Política Territorial y Obras Públicas cuando todavía gobernaba CiU: Pere Macias y Felip Puig. Este último fue más político, se explayó con un discurso perfecto y acabó sacando el tema de que los bancos habían condonado los intereses de las deudas de PSOE (6 millones de euros), al PSC (casi 7 millones) y ERC (2,7 millones). No tenía nada que ver con la comisión, pero la habilidad de Puig pudo trenzar una fina línea de comunicación entre ambos temas.

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