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Alicia Sánchez-Camacho, el mal sueño de Daniel Sirera
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SE QUEDA CON EL SILLÓN DEL EX CANDIDATO POR SEGUNDA VEZ

Alicia Sánchez-Camacho, el mal sueño de Daniel Sirera

El presidente saliente del Partido Popular de Cataluña, Daniel Sirera, nunca se hubiera imaginado, que su sucesora en el cargo, la siempre sonriente, Alicia Sánchez-Camacho se

Foto: Alicia Sánchez-Camacho, el mal sueño de Daniel Sirera
Alicia Sánchez-Camacho, el mal sueño de Daniel Sirera

El presidente saliente del Partido Popular de Cataluña, Daniel Sirera, nunca se hubiera imaginado, que su sucesora en el cargo, la siempre sonriente, Alicia Sánchez-Camacho se convertiría en su peor pesadilla. Cuando hace poco más de un año, Daniel Sirera fue escogido a dedo por Mariano Rajoy para suceder al dimisionario Josep Piqué jamás se le pasó por la cabeza, que la entonces diputada por Barcelona en el Congreso de los Diputados, Alicia Sánchez-Camacho, se cruzaría en su camino y en su destino político, para arrebatarle lo que era suyo.

Su primer encontronazo se remonta a la designación de candidatos en las anteriores elecciones generales. Daniel Sirera como presidente decidió no presentarse y reservarse para las siguientes autonómicas, mientras que Sánchez-Camacho en lugar de repetir dentro de la lista por Barcelona, fue la encargada de intentar recuperar el escaño de Girona para el partido. Un escaño que el PP sólo obtuvo en el 2000 con la mayoría absoluta de José María Aznar.

Camacho fue incapaz de convencer en Girona y más allá de ganar votos para su formación, todavía perdió. Si en 2004 el PP cosechó 40.959 votos, ella se quedó, incluso, un poco por debajo con 40.722 sufragios. Así, Sirera en lugar de recuperar un escaño en Girona y otro en Lleida como era su objetivo solo pudo incluir, en su hoja de servicios, el cosechado por José Ignacio Llorens en la Terra Ferma.

Y con Camacho sin sillón empezaron los auténticos quebraderos de cabeza. La ex diputada echó mano de sus contactos en Génova –que como se han visto la última semana no son poco- y pidió un escaño en el Senado. Pero, el único con el que se podía quedar era, de nuevo, con el de Daniel Sirera.

Sirena, fuera del Senado

Sirera fue obligado por Rajoy a ceder su escaño en el Senado a Camacho, para que ella pudiese volver a Madrid. El presidente, a regañadientes y sin perder la compostura en público, la propuso en el Parlamento de Cataluña como candidata a senadora, y Camacho con la totalidad de los votos de los parlamentarios catalanes hizo de nuevo las maletas y se volvió a la capital.

Primero no consigue su escaño en Girona y luego Sirera –hasta hoy presidente del partido y del grupo parlamentario- le debe ceder su escaño en el Senado, porque si no lo hubiese hecho podría haber quedado como un acaparador de cargos públicos y esa imagen tampoco le hubiese favorecido a los ojos de los votantes.

Con Camacho en el Senado, Sirera pensaba que ‘la maldición Camacho’ había terminado, pero nada más lejos de la realidad. Sirera parecía no acordarse de que Camacho y María Dolores de Cospedal –nada menos que la secretaria general de los populares- habían sido compañeras en la embajada de Washington, ambas enviadas por Javier Arenas cuando era ministro de Trabajo. Y, tal vez, por los buenos tiempos, Cospedal y Arenas parecen haber intercedido por ella para ser nombrada a dedo por Ana Mato como candidata de supuesto consenso para ocupar la presidencia del PPC.

Sirena montó en cólera cuando le llamo Mato

Cuando Ana Mato llamó a Daniel Sirera, a principios de la semana pasada para imponer a Camacho en la presidencia, el enfado de Sirera, quien no daba crédito a lo que estaba ocurriendo, no podía ser mayor. Génova había nombrado un paracaidista, pero no uno cualquiera sino la siempre presente en sus pesadillas, Alicia Sánchez Camacho.

Y con esta historia de desafortunados encuentros, Génova todavía quiere hacer creer a los militantes del PP y a los catalanes que Camacho es la candidata de consenso surgida de las conversaciones siempre frustradas de Alberto Fernández-Díaz y Daniel Sirera. Recordemos que Camacho, junto al resto de presidentes territoriales catalanes, se reunió como Mato para manifestar su oposición a que Sirera fuera elegido presidente.

Sirera se podría haber convertido este domingo en el presidente del PPC elegido por los compromisarios en un congreso democrático con tres candidatos, presidente del grupo parlamentario y senador, mientras Alicia Sánchez Camacho ocupara un cargo interno del partido o mirase la tele desde su casa. Pero la tortilla se ha girado y la presidenta y senadora es Alicia Sánchez Camacho, mientras a Sirera le ha salido un caries que le duele siempre que tiene una cita política importante.

El presidente saliente del Partido Popular de Cataluña, Daniel Sirera, nunca se hubiera imaginado, que su sucesora en el cargo, la siempre sonriente, Alicia Sánchez-Camacho se convertiría en su peor pesadilla. Cuando hace poco más de un año, Daniel Sirera fue escogido a dedo por Mariano Rajoy para suceder al dimisionario Josep Piqué jamás se le pasó por la cabeza, que la entonces diputada por Barcelona en el Congreso de los Diputados, Alicia Sánchez-Camacho, se cruzaría en su camino y en su destino político, para arrebatarle lo que era suyo.