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Una mudanza gafe
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Una mudanza gafe

El cambio de vivienda no le ha dado suerte a Jaume Matas. Ubicado en la calle San Felio de la capital mallorquina, el Palacete Matas, un

El cambio de vivienda no le ha dado suerte a Jaume Matas. Ubicado en la calle San Felio de la capital mallorquina, el Palacete Matas, un flamante piso de 476 metros cuadrados, adquirido tras el pertinente desembolso de 950.000 euros, según figura en la escritura, se ha convertido en la peor de las pesadillas para el político popular. Las urnas han roto el hechizo de una residencia pensada para otros cuatro años de gobierno.

Todo estaba pensado a conciencia. Su nueva morada está situada a tres minutos a pie del edificio del Consolat de la Mar, sede de la Presidencia del Govern, donde Matas ya no podrá volver a disfrutar del océano de veleros y yates anclados en el cotizadísimo Club Náutico de Palma que divisaba desde la terraza de su despacho presidencial. Esta suerte volverá a corresponder ahora a Francesc Antich gracias al Pacte de Progrés -Parte II- que gobernará las Islas.

Fue la insistencia de su mujer, la valenciana Maite Areal, interesada en estar cerca de las calle Jaime III, el paraíso de las compras mallorquín, lo que llevó a Matas a abandonar su chalé adosado de Cas Català. Hasta entonces, el matrimonio lindaba con el hotel Maricel, de la cadena Hospes, participado por la familia Koplowitz, un exquisito y coqueto cinco estrellas en el que recaló Bill Clinton y su hija Chelsea a finales de mayo de 2005. Sin embargo, la posibilidad de habitar en el centro mismo de Mallorca era aún más sugerente.

Curiosamente, no fue la única mudanza que ocupó a Matas. Justo antes de la cita con las urnas, el PP balear también abandonó (aún no se sabe si por petición también de Maite Areal) su sede de Estudi General, junto a la Catedral, para trasladarse a otro enclave muy cercano, mucho más moderno y espacioso, en la calle Palau Reial, 10, frente al Parlament de las Islas. Un cambio de sede que, al igual que la mudanza al Palacete de San Felio, ha resultado gafe.

El traslado de los cuarteles generales del PP puede ser una mera anécdota, pero el casoplón del president saliente se convirtió en un azote para Matas. No sentó nada bien ni a los enemigos populares ni tampoco a su fiel electorado: los mallorquines son siempre prudentes, discretos y desconfiados de los nuevos ricos que hacen ostentación de sus bienes, mucho más si cabe cuando la mudanza es a escasos seis meses de las elecciones. La mujer del César...

Aunque el asunto de marras de la casa no agradara por igual a las bases electorales del PP balear, tampoco los coqueteos al electorado de izquierda-catalanista con el fichaje de la escritora Maria de la Pau Janer, ni su estrecha relación con Unió Mallorquina, que ha utilizado a su antojo a Matas, contribuyeron de cara a las elecciones. Por no hablar de Ibiza, donde la construcción de autopistas ha jugado en su contra, y eso que en la isla pitiusa tan sólo perdió la mayoría absoluta por ¡sólo 37 votos!

Matas, tras su paso por el Ministerio de Medio Ambiente, siempre pensaba en clave nacional. Las Islas se le habían quedado cortas en su ambición política. A pesar de sus permanentes problemas de oídos, fueron frecuentes sus viajes privados a Nueva York. También su afición a codearse con las estrellas mediáticas que fichó el Govern para promocionar Baleares: Michael Douglas, Claudia Schiffer, Kournikova… Y eran constantes las cenas y continuas llamadas de sus amigos de Madrid, como los ex ministros Eduardo Zaplana y Ana Pastor. La capital marcó un hito en su trayectoria política. “Madrid le ha cambiado para mejor”, abundó un conocido hotelero mallorquín cuando Matas apenas llevaba unos meses en el cargo.

La carrera de Matas (Palma, 1956) empezó en 1989 con el nombramiento, por el polémico Gabriel Cañellas, como director general de Presupuestos de la Consejería de Economía y Hacienda de Baleares. Licenciado en Ciencias Económicas y Empresariales por la Universidad de Valencia, pudo demostrar aún más sus conocimientos técnicos como conseller de Economía y Hacienda y luego como president de Baleares entre 1996 y 1999, el año que el Pacte de Progrés le arrebató el poder.

En 2003 sí lograría la mayoría absoluta, pero apenas un año después, pensó en dejar de ser president. La vicepresidenta, Rosa Estaràs, se frotaba las manos, pero la pérdida de la mayoría absoluta del PP en las elecciones generales frustró el sueño de Matas de volver a ser ministro y… de Maite Areal, quien, sin embargo, siguió viviendo en Madrid, al igual que sus hijos, estudiantes universitarios.

Ahora, tras la huida de Matas, Estaràs será la líder de la oposición popular en el Parlament balear y capitaneará el partido hasta la celebración dentro de un año del congreso regional. Sin embargo, ya han surgidos dos nombres que amenazan el liderazgo de la todavía vicepresidenta isleña: el alcalde de Inca y president del Parlament, Pere Rotger, y el alcalde de Calvià, Carlos Delgado, que ha logrado la mayoría absoluta en el municipio turístico mallorquín, tras la mayoría simple que alcanzó en las elecciones de 2003.

Rotger y Delgado son los reversos de la moneda. El primero no duda en lanzar guiños nacionalistas, mientras que Delgado, 100% castellano-parlante, pertenece a una familia noble mallorquina, los Truyols, su segundo apellido. Delgado no tiene complejos en defender postulados de la derecha como él dice “sin complejos”. Matas era un blando para Delgado, quien al igual que Aznar, ha dejado muy claro que sólo permanecerá ocho años como alcalde de Calvià.

Matas, que ya había anunciado que se retiraría de la política en 2011, partirá rumbo a Estados Unidos para trabajar en una empresa privada, aunque no podrá quitar de su cabeza el recuerdo de sus años en el despacho del Paseo de la Castellana o en su casa de Cas Cátala, ni tampoco en el gafe de su Palacete de la calle San Felio. Las Islas hace ya tiempo que se le quedaron muy pequeñas al chico sonriente y un tanto regordete que en su juventud vendía electrodomésticos en el centro de Palma.

El cambio de vivienda no le ha dado suerte a Jaume Matas. Ubicado en la calle San Felio de la capital mallorquina, el Palacete Matas, un flamante piso de 476 metros cuadrados, adquirido tras el pertinente desembolso de 950.000 euros, según figura en la escritura, se ha convertido en la peor de las pesadillas para el político popular. Las urnas han roto el hechizo de una residencia pensada para otros cuatro años de gobierno.