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Hablemos de su dinero (y del nuestro)
  1. El valor de la información
libertad y heterodoxia periodística

Hablemos de su dinero (y del nuestro)

Un medio que no gana dinero o arrastra deudas, acaba muriendo o se rentabiliza de otras maneras. Coincidiendo con su 20 aniversario, El Confidencial lanza un servicio de suscripción. Únete a los lectores influyentes. Suscríbete a El Confidencial

Foto: Ilustración: Diseño EC.
Ilustración: Diseño EC.

Como les voy a acabar hablando de su dinero, permítanme que empiece contándoles algo del mío. En 2015 me incorporé a la redacción de Madrid de El Confidencial y pasé a ganar algo menos de la mitad de lo que ingresaba con mi anterior trabajo. La decisión, como todas las importantes, la tomé teniendo en cuenta muchos factores. Uno de los de más peso fue el convencimiento de que el proyecto tenía papeletas para convertirse a medio plazo en el mejor diario de España.

Pero me acabó inclinando otra sensación, ligada a la anterior: aquí iba a poder escribir las historias que quisiera, con independencia del tema, el enfoque o las presiones. Entiéndanme, no se trata solo un asunto de libertad editorial o ideológica, sino también de heterodoxia periodística. Aquí hacemos muchas cosas que en otros sitios no se pueden hacer por los corsés de la tradición, los usos y costumbres, la corrección política, el miedo a las críticas...

Esto lo tenía más que comprobado porque pasé años colaborando con El Confidencial antes de incorporarme a su plantilla. En ese tiempo envié y cobré muchas piezas que nadie me quería publicar. Por ejemplo, una sobre el derroche en el que había incurrido España en la Exposición Universal de Shanghái, otra sobre un parque de atracciones abierto en el interior de China cuya diversión consistía en ver espectáculos cómicos de personas con acondroplasia (enanismo), o esto sobre el lento hundimiento de Detroit que se utilizó para abrir el periódico un domingo.

El Confidencial tiene una cultura periodística propia que muy a menudo nos mete en problemas y que no hay semana que no merezca la pena

Algunas piezas me las habían rechazado porque pisaban callos, otras porque trataban temas tabú y la mayoría porque caían fuera de la órbita de interés de los diarios tradicionales en español, centrados día y noche en cubrir la insufrible agenda marcada por los poderes políticos y económicos. En definitiva, en El Confidencial encontré un lugar donde dedicarle tiempo al tipo de historias que me interesan. Creo que lo mismo les ha ido ocurriendo a otros muchos compañeros, cada uno en su parcela, con su tono y su estilo. Y a esa suma de individualidades y talentos han respondido los lectores, cada día más numerosos.

Están en su derecho a no creerse lo que digo, o a leerme con sospechas, pero hoy sigo pensando que fue un acierto venir a trabajar aquí. Este diario no tiene más recursos que otros, ni más dinero para coberturas internacionales o para grandes despliegues. Pero sí ofrece unos márgenes enormes de apertura ideológica, conceptual y estilística. Es un lugar realmente único, que engancha, con una cultura periodística propia que muy a menudo nos mete en problemas y que no hay semana que no merezca la pena.

Muchos de quienes editan y escriben en El Confidencial han declinado estar en sitios en los que les pagaban más dinero. Son gente crítica, no se crean, periodistas que prefieren hablar de los defectos de las cosas que de sus virtudes. Y que no hacen una excepción con el medio en el que trabajan. Pero aquí siguen, porque son conscientes de que si algo no se publica en El Confidencial es porque probablemente no se va a publicar en ningún sitio. Generalmente, basta con que sea una buena historia y que sea cierta. El resto es negociable y ya lo arreglaremos.

Un medio de comunicación que no gana dinero o arrastra deudas, acaba muriendo o se rentabiliza de otras maneras

Muchas veces pienso que, con los años, recordaremos con nostalgia esta ventana de libertad por la que entra una brisa a la que nos hemos acabado acostumbrando, un aire a menudo refrescante, distinto, que resiste ante la polarización y el dogmatismo de los extremos. Cuánto tiempo va a permanecer abierta, depende de nosotros. Pero también de ustedes. Ya conocen la canción, porque la han oído muchas veces estos días. Un medio que no gana dinero o arrastra deudas acaba muriendo o se rentabiliza de otras maneras: al servicio de intereses políticos o económicos, integrado en los engranajes de un 'lobby' o convertido en un búnker.

Les dije al principio que empezaría hablando de mi dinero y acabaría hablando del suyo. Y ya hemos llegado. Como a todos, el virus nos ha dado un revés que no esperábamos. Tenemos que reforzar los goznes de la ventana en el momento en que más necesario resulta que se quede bien abierta. Si pueden permitírselo y les apetece, échennos una mano. Nosotros les responderemos con todo lo que tenemos. Sin mayores dramas. Tampoco hay que ponerse tremendos.

Como les voy a acabar hablando de su dinero, permítanme que empiece contándoles algo del mío. En 2015 me incorporé a la redacción de Madrid de El Confidencial y pasé a ganar algo menos de la mitad de lo que ingresaba con mi anterior trabajo. La decisión, como todas las importantes, la tomé teniendo en cuenta muchos factores. Uno de los de más peso fue el convencimiento de que el proyecto tenía papeletas para convertirse a medio plazo en el mejor diario de España.

El valor de la información