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El juez manda a Blesa a la cárcel por su "gestión aberrante" al frente de Caja Madrid
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POR IRREGULARIDADES EN LA COMPRA DEL CNBF CON UNA FIANZA DE 2,5 MILLONES DE EUROS

El juez manda a Blesa a la cárcel por su "gestión aberrante" al frente de Caja Madrid

El expresidente de Caja Madrid, Miguel Blesa, ha pasado su primera noche en prisión. El titular del Juzgado de Instrucción número 9 de Madrid decretó ayer

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El juez manda a Blesa a la cárcel por su "gestión aberrante" al frente de Caja Madrid

El expresidente de Caja Madrid, Miguel Blesa, ha pasado su primera noche en prisión. El titular del Juzgado de Instrucción número 9 de Madrid decretó ayer que, como máximo responsable de la mala gestión de la entidad, debe pagar por ello. El exbanquero tendrá que reunir una fianza de 2,5 millones de euros si quiere salir de la cárcel. Hasta que lo consiga, compartirá patio con su amigo el empresario Gerardo Díaz Ferrán, quien levantó la liebre que ha terminado por convertirlos en compañeros de prisión.

El día de ayer fue muy largo para Blesa. A primera hora de la mañana, su abogado, Carlos Aguilar, le informó de que había sido citado de urgencia por el juez Elpidio José Silva Pacheco, que investiga el crédito de 26,6 millones de euros concedido por Blesa a Díaz Ferrán, expresidente de la CEOE, aun sabiendo que no podía hacerle frente. A raíz de esta causa, el magistrado decidió investigar la compra en 2008 del City National Bank de Florida (CNBF) por parte de Caja Madrid, que supuso importantes pérdidas para la entidad.

Fue por esta ampliación por lo que el juez le había citado para escuchar su versión de los hechos. El carácter urgente de la citación puso en alerta máxima a Blesa y su defensa, que acudieron a las 13:40 h a los juzgados de Plaza de Castilla con las peores sospechas. Cerca de dos horas estuvieron esperando hasta entrar en el despacho del juez. Una vez allí, Blesa se negó a responder a una sola de las preguntas que realizaron el instructor, el fiscal y la acusación, representada por la asociación jurídica Manos Limpias. Tras abandonar el juzgado, a las 16:30 h, tuvo que permanecer otras cuatro horas sentado en un banco de madera mientras esperaba a conocer la resolución.

El juez se lo había anunciado. Iba a ir a la cárcel, en un principio sin fianza, aunque debía valorar las alegaciones de su defensa. Cuatro horas después, el magistrado Elpidio José Silva reflexionó y optó por fijar una fianza de 2,5 millones de euros, sólo medio millón por debajo de lo que le solicitaba la acusación y en contra de criterio de la Fiscalía, que desde el principio se ha opuesto a esta causa.

La sorprendente tranquilidad del exbanquero

Con traje azul, camisa blanca, zapatos marrones y una botella de agua en la mano, Blesa permaneció cerca de siete horas en los pasillos de Plaza de Castilla. No inspiraba intranquilidad. Cuando a media tarde se dio a conocer que iría a prisión, seguía paseando con toda naturalidad a la espera de que el juez redactara el auto. Su abogado mantenía que no iba a ir a la cárcel. Esperaba que el juez entrase en razón y les concediera unos días hasta conseguir el aval, algo que finalmente no ocurrió. Blesa se dio cuenta cuando dos agentes de la Guardia Civil aparecieron a lo lejos por el pasillo y entraron al despacho del juez. La orden de llevarle a prisión estaba dada.

El propio Blesa así lo transmitía a todo aquel que le llamaba por teléfono, incluso a su hija, a quien intentó calmar: “Voy a la cárcel, estoy esperando a que el juez redacte el auto. Tienes que estar tranquila”. Sin perder la serenidad ni un segundo, el expresidente de Caja Madrid habló con las pocas personas presentes en aquel pasillo de la cuarta planta de los juzgados madrileños. 

Blesa mostró su asombro por la decisión del instructor porque, aseguró, la compra del CNBF fue una apuesta de todo el consejo de administración de la caja y él no tenía ningún voto de calidad. Se definió como el cabeza de turco, aunque también confió en que la Sala estudie su recurso y le dé la razón. Además, consideró errónea la versión del juez de que se lanzó a la compra del banco norteamericano sin conocimiento porque, dijo, la caja ya tenía oficinas desde el año 2000, es decir, ocho años antes.

Su defensa, por otra parte, consideró que el juez no está en condiciones de llevar esta causa y por ello presentó varias quejas ante el Consejo General del Poder Judicial. Mientras tanto, sin embargo, y hasta que no pague la fianza o un tribunal resuelva a su favor, Blesa seguirá en la cárcel madrileña de Soto del Real.

“Una gestión aberrante”

En su auto de prisión, el instructor entiende que Blesa debe ir a la cárcel porque existe un evidente riesgo de fuga, y decreta la retirada del pasaporte. Le imputa un delito societario de administración desleal o bien un delito de apropiación indebida, en posible concurso con un delito de falsedad en documento público. Sostiene que como consecuencia de la “gestión tan aberrante” que realizó, como se deduce del informe pericial aportado a la causa, el perjuicio económico irrogado a Caja Madrid se eleva a 12,5 millones de euros, a fecha de 2012.

El instructor no entiende cómo se adquirió el CNBF en unos momentos en los que, en realidad, resultaban indiferentes tales cualidades de optimización bancaria. “Es decir, y por expresarlo muy gráficamente, en medio de una tempestad, no existe barco que, a todas luces, tenga que aguantar, ni, ante las presencia de un tsunami, existe mejor o peor tumbona para pasar la tarde tomando el sol”.

En el auto, Elpidio José Silva recrimina a Blesa no haber contestado a las preguntas que se le realizaron en la sala. Tampoco aportó el exbanquero una aclaración de cómo, en qué condiciones y bajo qué presupuestos de estrategia se estudió la captación de depósitos en un nicho de mercado nuevo para Caja Madrid, “a diferencia de otras entidades financieras que se han lanzado al mercado de Estados Unidos a través de una lenta penetración, cimentando valor reputacional de forma táctica y paulatina, a través de mercados próximos como, por ejemplo, el de los Estados Unidos Mejicanos”.

Y ello no se trata de una opción más, argumenta el juez, sino del “buen hacer bancario que se debe mostrar como garante ante riesgos tan relevantes, a fin de no ocasionar direccionalmente daños y perjuicios muy relevantes a la entidad que preside, para quien impulsa tales aventuras económicas”.

Una caja presidencialista 

Por otra parte, el magistrado rechaza las alegaciones de Blesa de que tuvo autorización del regulador para proceder a la compra del banco norteamericano. Según el juez, este visto bueno no supone que se concluya “la bondad o conveniencia de tal adquisición, cuya responsabilidad corresponde exclusivamente al adquiriente, es decir Caja Madrid, y en tanto que caja paradigmática y eminentemente presidencialista, a su presidente, el imputado Miguel Blesa”.

El auto concluye señalando que la actuación de Blesa incurre, como poco, a un nivel de “ignorancia deliberada” constitutivo, al menos, de dolo eventual e indicador, desde luego, de un dolo directo, cuando se trata de gestiones abordadas por quienes de sobra gozan de experiencia en materia bancaria a nivel de expertos. De tal manera, entiende que las pérdidas provocadas por la compra del banco, que no fueron fortuitas sino plenamente previsibles y anticipables, no se pueden basar en un error por ignorancia, “sino en el incumplimiento de protocolos de eminente relevancia a la hora de aquilatar un riesgo asumible normalmente en el desenvolvimiento del negocio bancario”. Por tanto, la conducta del imputado pudo ocasionar directamente daños y perjuicios económicos severos a la entidad que presidía.

El expresidente de Caja Madrid, Miguel Blesa, ha pasado su primera noche en prisión. El titular del Juzgado de Instrucción número 9 de Madrid decretó ayer que, como máximo responsable de la mala gestión de la entidad, debe pagar por ello. El exbanquero tendrá que reunir una fianza de 2,5 millones de euros si quiere salir de la cárcel. Hasta que lo consiga, compartirá patio con su amigo el empresario Gerardo Díaz Ferrán, quien levantó la liebre que ha terminado por convertirlos en compañeros de prisión.

Miguel Blesa