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El discreto banquero del que más se fía Isidro Fainé
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TODAS LAS OPERACIONES DE CAIXABANK LAS EJECUTA LA DESCONOCIDA AZ CAPITAL

El discreto banquero del que más se fía Isidro Fainé

Caixabank anunció esta semana una nueva operación corporativa de calado, la compra de Cívica, que ha permitido transformar una eficiente caja de ahorros regional, casi esterilizada

Foto: El discreto banquero del que más se fía Isidro Fainé
El discreto banquero del que más se fía Isidro Fainé

Caixabank anunció esta semana una nueva operación corporativa de calado, la compra de Cívica, que ha permitido transformar una eficiente caja de ahorros regional, casi esterilizada del habitual manoseo de los políticos, en un banco cotizado, el primero de España por activos, muy por encima de Bankia, que hace menos de dos años presumía de ostentar el mismo récord cuando se fusionaron Caja Madrid y Bancaja.

Con Isidro Fainé al mando y Juan María Nin en la sala de máquinas, la entidad catalana sacó a bolsa Critieria -su holding de inversiones industriales y financieras- en octubre de 2007 para suplicio de más de 350.000 clientes que canjearon sus depósitos por acciones de una sociedad de cartera que se hundió un 40%. Después, hizo varios intercambios de participaciones con Abertis, con Aguas de Barcelona, con Mutua Madrileña, creó su banco malo para que cotizase en los mercados el bueno, digirió las compritas de Caixa Girona y Bankpyme y ahora se ha zampado Banca Cívica para extender sus tentáculos por toda España. Un banco con maneras de private equity.

Para toda esa transformación, Fainé ha contado con la ayuda inestimable de AZ Capital, una desconocida firma de asesoría financiera, dirigida por un discreto banquero de inversión llamado Jorge Lucaya. Cada operación corporativa de Caixabank lleva la enseña de la boutique financiera por orden expresa del presidente de la entidad con sede en Barcelona, que a la par contrata a un gran banco de inversión -en la adquisición de Cívica fue UBS- para ejecutar el deal y tranquilizar a los inversores, que siempre quieren el membrete de una casa internacional para certificar que todo se hace conforme a las reglas de la City.Jorge Lucaya, un ex de Morgan Stanley, es el que cocina todos las operaciones del presidente de Caixabank

Es una cuestión de confianza y de fidelidad”, dicen fuentes próximas al consejo de administración de Caixabank, las cuales añaden que la relación entre Fainé y Lucaya viene de lejos, de una amistad y colaboración en proyectos que no siempre salieron adelante. Otras fuentes agregan que a los dos les une su proximidad al Opus Dei, con el que Lucaya colabora en alguno de los llamados Colegios de Fomento que la orden tiene por España.

Casado con Laura Castán, ex ejecutiva de Citi y presidenta de Codespa, una ONG a la que ayuda La Caixa, Lucaya es un licenciado en Geografía e Historia por la Universidad de Navarra. Sin embargo, ha dedicado toda su vida a comprar y vender empresas, a cocer muchas fusiones y adquisiciones desde que en 1984 entró a trabajar en Chase Manhattan Bank. En 1991 llegó a Morgan Stanley, del que fue consejero delegado hasta 2003. Ese año, tras superar la última gran crisis de la banca de inversión internacional, con más de 200.000 despidos en todo el mundo, decidió emprender su carrera en solitario, harto de tanto presentar la hoja de servicios a los jefes de Londres y Nueva York.

Se llevó a varios banqueros de la entidad americana para montar su AZ Capital, una firma que en los años buenos ha llegado a ganar cerca dos millones de euros netos, con una facturación de más de seis millones. Una cifra nada desdeñable para una boutique financiera casi desconocida, que no tiene balance y que por tanto no puede prestar dinero para llevarse más operaciones a la buchaca. Hoy tiene 14 personas en nómina y varios de los apellidos más ilustres de Cataluña -los Carulla (Agrolimen) y Andic (Mango)- en cartera.

La cercanía de Lucaya con Fainé es tal que Caixabank se ha convertido en un terreno vedado para el resto de asesores de prestigio internacional, como Lazard o Rothschild. Los dos son muy parecidos. Isidro no es hombre de escaparates. Apenas se le recuerda la entrevista en el Financial Times el verano pasado para promocionar la salida a bolsa del banco bueno entre los inversores británicos. De trato afable, voz sigilosa, no suele expresar mucho lo que piensa más allá de declaraciones diplomáticas, excepto si se trata de asuntos personales, como cuando se le cayeron las lágrimas al hablar de forma indirecta de la enfermedad de su madre en la presentación del día a día de la obra social de La Caixa.

Exactamente igual que Lucaya, un financiero muy respetado por sus compañeros y competidores, poco proclive a aparecer en actos públicos, del que no se conoce más foto que la oficial de su página web. Él es su hombre de confianza, junto a Gonzalo Cortazar, otro exejecutivo de Morgan Stanley, disciplinado y concienzudo como su colega, los verdaderos muñidores del trasiego del Grupo La Caixa.

Los dos andan cocinando nuevas transacciones para terminar de reordenar el balance de la entidad catalana, cuyo negocio bancario diario es tan poco rentable como el del resto del sector (ROE de apenas el 5%, frente al 15% de hace muy poquito). Fainé y Nin saben que lo de tomar y prestar dinero seguirá tiritando durante un par de años más. El futuro de Caixabank pasa por decidir qué hacer con las participaciones en Repsol, Gas Natural, Abertis y Telefónica, por cualquier maniobra contable típica de banquero de inversión, además de mirar más al exterior. Siempre con la rúbrica de AZ Capital.

Caixabank anunció esta semana una nueva operación corporativa de calado, la compra de Cívica, que ha permitido transformar una eficiente caja de ahorros regional, casi esterilizada del habitual manoseo de los políticos, en un banco cotizado, el primero de España por activos, muy por encima de Bankia, que hace menos de dos años presumía de ostentar el mismo récord cuando se fusionaron Caja Madrid y Bancaja.

Isidre Fainé