El G-20 se compromete a reactivar la demanda para evitar otra recesión

Los líderes del G-20 reunidos en Cannes, se han comprometido a delinear un plan para que la economía mundial vuelva a crecer de manera equilibrada, estrategia que incluirá una promesa de Italia para reducir su deuda y su déficit públicos, según un borrador del comunicado de la cumbre.

El documento afirma que los países del G-20 se comprometen a coordinar sus acciones y políticas, en un plan que instaría a los países con elevados déficit presupuestarios a consolidar sus cuentas y a aquéllos con superávit a fortalecer su demanda interna.

El presidente francés, Nicolás Sarkozy, se felicitó en rueda de prensa por los resultados de la cumbre, en la que, a diferencia de las otras, según su opinión, cada país se ha comprometido a adoptar medidas en favor de la recuperación mundial según sus condiciones económicas.

Las economías avanzadas, por lo tanto, emprenderán "políticas para restaurar la confianza" y seguirán "de una manera clara y creíble" con las medidas para la consolidación fiscal.

Los que tengan superávit por cuenta corriente tendrán que desarrollar reformas que incentiven la demanda interna, acompañadas además con una mayor flexibilidad en los tipos de cambio, según el comunicado final.

Sarkozy dijo además que en esta cumbre, Europa ha dado "una respuesta creíble a la crisis" y que así lo ha considerado el resto de los países del G20 que "nos ha dado su apoyo". Por otra parte, se felicitó por el hecho de que Italia haya adoptado "medidas para renovar la confianza", como es el que haber pedido a la Comisión y al FMI que vigilen la implementación de sus reformas.

Lo que no habrá, según adelantó la canciller alemana, Angela Merkel, será un acuerdo sobre cómo elevar los recursos del Fondo Monetario Internacional, aspecto que se posterga a próximas cumbres ante la dificultad para atender las exigencias de poder de los emergentes.

Sin consenso sobre el impuesto financiero

Por su parte, el plan de aplicar un impuesto a las transacciones financieras como una vía para recaudar dinero para los países pobres no logró el apoyo del Grupo de los 20, aunque el presidente francés Nicolas Sarkozy dijo que planeaba seguir adelante con la idea de todas formas.

La iniciativa, hecha formalmente al G-20 por el fundador de Microsoft Bill Gates, ha enfrentado desde el principio la oposición de países como Estados Unidos, Gran Bretaña y Canadá, que temen agregar una carga extra a sus bancos.

Inicialmente, Alemania estaba a favor de la idea, pero luego se volvió escéptica y puso reparos sobre el uso de los fondos que se recaudarían.

"Yo sigo convencido de que (el impuesto) es posible (...), que es indispensable desde el punto de vista financiero ante la crisis y que moralmente es absolutamente necesario", dijo Sarkozy en una conferencia de prensa sobre el cierre de la cumbre del G-20 en Cannes.

El comunicado final del encuentro hizo referencia al impuesto, pero evitó declarar su apoyo. "Reconocemos las iniciativas en algunos de nuestros países para gravar al sector financiero con distintos fines, incluyendo un impuesto a las transacciones financieras para apoyar el desarrollo", señala el comunicado.