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Santa Gadea: quesos burgaleses en la Gran Manzana
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Santa Gadea: quesos burgaleses en la Gran Manzana

Otro modelo empresarial, respetuoso con la naturaleza y el entorno, es posible. Prueba de ello es esta pyme burgalesa que produce unos quesos de cabra que

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Santa Gadea: quesos burgaleses en la Gran Manzana

Otro modelo empresarial, respetuoso con la naturaleza y el entorno, es posible. Prueba de ello es esta pyme burgalesa que produce unos quesos de cabra que han traspasado nuestras fronteras en tan solo unos meses.

Alfonso Pérez podría pasarse horas y horas hablando del campo, su hobby y pasión al mismo tiempo. También podría dar discursos sobre su concepto de lo que debe de ser una empresa, o sobre cómo ha de ser un proceso de producción o sobre por qué el modelo empresarial predominante ya no vale.

Alfonso, que es Ingeniero Agrónomo, trabajó durante años en el sector lácteo en una gran compañía. Un buen día se fue. Su filosofía de vida y de pensamiento pueden resumirse en unas palabras: “Los conservantes y colorantes empezaron a utilizarse como un plus en los alimentos pero según pasaba el tiempo todo giraba en torno a ellos. No entiendo cómo se puede llamar yogur de fresa a algo que no lleva fresas, aunque huela a ellas y tenga su color. Lo más lógico sería hacer yogures naturales y que cada uno le eche lo que quiera después”, cuenta en conversación telefónica desde Burgos.

Alfonso sigue hoy trabajando en el sector lácteo pero no lo hace para nadie, sino para sí mismo, en su empresa Fuente Humorera, que fundó en el año 2000. Y no fabrica yogures, sino quesos de cabra, pero unos quesos muy especiales al igual que lo es su compañía y su visión de los negocios.

Cuando Alfonso abandonó la empresa en la que había trabajado se compró una finca en Burgos, 850 hectáreas de terreno que actualmente son un vergel de árboles. Tenía claro que quería elaborar un alimento que no dependiese de la química pero no quería tener una pequeña producción ecológica, buscaba una solución industrial que a su vez respetase el medio ambiente.

Y cayó entre sus manos la obra Una revolución para salvar la tierra, del japonés Teruo Higa. Este ingeniero nipón se refiere en su libro de los microorganismos eficientes (EM), un compuesto de 80 variedades de microorganismos (algunos respiran oxígeno, otros realizan fotosíntesis…) que coexisten y se complementan. “Lo utilizo para realizar un compost con el que abono mis suelos y tendrías que ver cómo está mi finca y las de mis vecinos”, cuenta con orgullo Pérez. 

Por sus tierras campan a sus anchas las reinas del negocio: mil cabras que disponen incluso de ventiladores en las naves para no pasar calor en verano. Además, cada animal lleva incorporado un chip que proporciona información sobre la calidad de la leche. Con esta materia prima se elaboran los quesos Santa Gadea, una pequeña delicia gourmet que en sólo unos meses se vende en Nueva York, Alemania, Francia… “También están en El Corte Inglés pero el comprador extranjero está más sensibilizado con este producto que el nacional”, añade.

Alfonso defiende que él no sólo vende quesos sino una filosofía empresarial: su empresa, en la que trabajan once personas, funciona con energías alternativas (plantas fotovoltáicas, parque eólico..), recicla absolutamente todos los residuos que genera, etc. “Somos eco-sostenibles y además, un sumidero de CO2”, clama con orgullo mientras afirma que su compañía dispone de la misma tecnología que cualquier empresa más grande. ¿Inversión total? Superior a los diez millones de euros.

Enfocados a la exportación (Alfonso explica que se pasa la vida de feria en feria), sus costes de producción son, evidentemente, elevados. Pero quizás eso explique, junto con el mimo con el que cuida a sus animales, que sus quesos sean de lo más exquisitos….

Otro modelo empresarial, respetuoso con la naturaleza y el entorno, es posible. Prueba de ello es esta pyme burgalesa que produce unos quesos de cabra que han traspasado nuestras fronteras en tan solo unos meses.