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Los empresarios españoles 'pasan' de la marca España por sus malas perspectivas
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NADIE SE CREE LA RECUPERACIÓN QUE VENDE EL GOBIERNO

Los empresarios españoles 'pasan' de la marca España por sus malas perspectivas

Que los inversores españoles siguen sin fiarse de España ni de las promesas de nuestro Gobierno es algo más que evidente: la prima de riesgo de

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Los empresarios españoles 'pasan' de la marca España por sus malas perspectivas

Que los inversores españoles siguen sin fiarse de España ni de las promesas de nuestro Gobierno es algo más que evidente: la prima de riesgo de nuestra deuda respecto a la alemana sigue por encima de los 2 puntos, los hedge funds consideran a nuestro país la gran amenaza para Europa y los inversores internacionales no quieren emisiones del sector financiero ni siquiera con aval del Estado. Pero lo más grave es que no son sólo unos extranjeros desinformados y llenos de prejuicios que no conocen la realidad española; las empresas nacionales también reniegan de España, y cada vez más descaradamente.

No en público, claro está: en España no hay empresario que se atreva a criticar al Gobierno de turno con un micrófono delante, porque casi todos viven en mayor o menor medida de la regulación, las subvenciones o los contratos del Estado. A lo máximo que llegan es a pedir mayor celeridad en las reformas estructurales o a decir que la salida de la crisis será larga, como ha hecho Telefónica. Aunque el principal banquero del país, Emilio Botín, sí se ha atrevido a ir más lejos y ha inclinado su balanza -que es una predicción infalible del resultado electoral- hacia el PP, igual que en 2004 lo hizo hacia el PSOE.

Pero en las declaraciones y comportamientos de numerosas empresas se aprecia claramente esta visión de que España es el principal problema para sus cuentas de resultados y que, en consecuencia, no confían en una recuperación de la economía en un futuro previsible.

El propio Santander presumió en su última presentación de resultados de que Reino Unido aporta ya más a su beneficio que España (el 18% frente al 17%); el mensaje enviado fue que, aunque España siga fatal, a ellos cada vez les importa menos porque están en países con muchas mejores perspectivas como Gran Bretaña o Brasil. Por no hablar de la imagen que da enviar a la heredera del imperio Botín a Londres y sacarla de Banesto, un banco con presencia puramente nacional (y para el que se avecinan curvas, como para todo el sector).

Más llamativo fue lo de su principal rival, BBVA, más retrasado en su proceso de internacionalización. En la presentación de la compra del segundo banco turco, Garanti, Francisco González buscó un único titular: "España aportará menos del 10% del resultado en cinco años". ¿Y por qué es eso bueno? Volvemos a lo mismo: porque España se ve como un problema y, cuanta menos exposición a ese problema, mejor. En esa tesitura, es preferible invertir en un país tan poco conocido y tan complicado como Turquía, antes que en el nuestro.

Incluso los bancos con una operativa puramente nacional están lanzando este mensaje, aunque sólo sea por una cuestión de imagen. Es el caso del Popular, que esta semana ha anunciado una misteriosa colocación de convertibles entre sus clientes minoristas para reforzar su capital. Algo que ha dado pie a las especulaciones sobre si va a comprar algo o a aflorar pérdidas. Pero si nos atenemos al argumento oficial, es demoledor: "Se trata de alcanzar una solvencia muy alta que para que no sigan castigando al banco en bolsa y que los mercados mayoristas no se le cierren otra vez"... por su exposición a España.

Todo el mundo huye de lo que huela a España

"España es hoy por hoy  un 'negative' para todas las empresas. Los inversores nacionales y extranjeros están convencidos de que la crisis es mucho más grave de lo que dice el Gobierno y de que hay un riesgo cierto de que nos tengan que rescatar como a Irlanda, y eso explica que todo el mundo intente minimizar su exposición al país o demostrar que está preparado para resistir un entorno tan negativo", explica un gestor español afincado en Londres.

Desde una entidad financiera mediana aseguran que "todo el mundo huye de lo que huela a España. Si la deuda pública se ha pegado un batacazo con la crisis irlandesa, lo de la deuda privada ha sido mucho peor: todos los bonos de bancos, cajas de ahorros y empresas industriales se han hundido en las últimas semanas. Y no es que la gente piense que Santander, BBVA o Telefónica son peores empresas ahora que hace un mes, es la imagen de España lo que ha provocado el daño".

Mientras tanto, el Ejecutivo de Zapatero insiste en su mensaje optimista de que lo peor de la crisis ha pasado y que las reformas estructurales puestas en marcha van a ser la panacea para la recuperación. Una lectura que contrasta con la de la práctica totalidad de los empresarios del país, sobre todo los pequeños, que no ven ningún signo de recuperación y que cada vez tienen más dificultades para sobrevivir, porque venden mucho menos, lo que venden les cuesta muchísimo cobrarlo (y si es a las administraciones públicas, mucho más) y no obtienen créditos de la banca -o a tipos inasumibles- pese a que los necesitan incluso para pagar las nóminas.

El Gobierno da la peor imagen posible

La opinión que comparten casi todos los institutos económicos es que el Gobierno ha basado sus planes es una previsión de crecimiento del PIB exagerada, del 1,3% en 2011, que se quedará en la mitad en el mejor de los casos. Lo cual resta toda la credibilidad a sus promesas de austeridad. Y también critican que apenas hayan empezado a cumplirse las reformas prometidas; más aún, que se hayan mostrado titubeos (reforma laboral), que se hayan aplazado algunas (pensiones) e incluso que se haya dado marcha atrás en otras (reducción del gasto en infraestructuras). O que los hechos estén demostrando que la reforma del sector financiero ha sido claramente insuficiente.

"La imagen que está dando el Gobierno es la peor para tratar de recuperar la credibilidad y la confianza en España. Lo que debería hacer es pasar a la acción de forma decidida de una vez para demostrar que su compromiso va en serio, e incluso sería mucho mejor que abandone el discurso de que todo está bajo control, que reconozca los problemas del país y que, a partir de ahí, busque soluciones con el consenso de la oposición y del resto de Europa", concluye un analista independiente.

Que los inversores españoles siguen sin fiarse de España ni de las promesas de nuestro Gobierno es algo más que evidente: la prima de riesgo de nuestra deuda respecto a la alemana sigue por encima de los 2 puntos, los hedge funds consideran a nuestro país la gran amenaza para Europa y los inversores internacionales no quieren emisiones del sector financiero ni siquiera con aval del Estado. Pero lo más grave es que no son sólo unos extranjeros desinformados y llenos de prejuicios que no conocen la realidad española; las empresas nacionales también reniegan de España, y cada vez más descaradamente.

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