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Fuga de ejecutivos de Metagestión, la gestora estrella del año pasado
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Fuga de ejecutivos de Metagestión, la gestora estrella del año pasado

Gonzalo Lardíes, el gestor estrella de 2006, ha protagonizado la salida más sonada de Metagestión, pero no ha sido la única. Hasta cinco ejecutivos han abandonado

Gonzalo Lardíes, el gestor estrella de 2006, ha protagonizado la salida más sonada de Metagestión, pero no ha sido la única. Hasta cinco ejecutivos han abandonado la firma en los últimos meses, con la explicación generalizada de que la sociedad no quería dar el salto que ellos consideraban necesario a la vista de su fuerte crecimiento. Pero además, algunos de los ejecutivos que pusieron pies en polvorosa no estaban cómodos con las “cosas raras” que vieron en el grupo de empresas propiedad del polémico José Alberto Barreras.

El primer abandono fue el de Enrique Parra, director comercial de Metagestión, que dejó la gestora para recalar en el banco privado Edmond de Rothschild en julio de 2006. Siguiendo su estela, ha desembarcado posteriormente en este banco Beatriz Cañuelo, secretaria del consejo de Metagestión y asesora legal externa. Aparte del propio Lardíes, claro, cuyo fichaje se produjo a finales de marzo.

Otro peso pesado que ha abandonado la gestora de Barreras es su anterior director general, Roberto Erasun. Su salida se produjo en diciembre, aunque en este caso su destino no fue una gran entidad internacional, sino una pequeña boutique inmobiliaria y financiera llamada Alcalá 70. Erasun fue sustituido inicialmente por Lardíes hasta la salida de éste.

Completa la lista de bajas Miriam Ibáñez, responsable de control de riesgos de Metagestión, según las fuentes, y mera administrativa, según la entidad. En todo caso, ha abandonado Metagestión con destino en la aseguradora Aegon.

El actuar presidente de Metagestión es Pedro Solache, que lleva 10 años en Cartera Meridional, el holding del que cuelga la gestora. Según voces próximas a la entidad, se trata de un hombre de Barreras con el que éste pretende ejercer un control absoluto sobre la entidad. El director general es Fernando Cifuentes, que ha pasado de director administrativo a sustituir a Lardíes tras su fichaje por Edmond de Rothschild.

Lleva las riendas de la gestión de los fondos y carteras, como director de inversiones, Guillermo Escribano, gestor junto con Lardíes del mejor fondo español de 2006. Completa el equipo Leonardo Lara, director de análisis.

¿A qué se debe esta desbandada? Oficialmente, los implicados señalan la “imposibilidad de desarrollar sus proyectos de crecimiento en Metagestión”, debido a su mentalidad de pequeña empresa y a un proceso de toma de decisiones excesivamente personalista y burocratizado. “Una casa que había alcanzado tanto tamaño y rentabilidad podía ser mucho más flexible en cuanto a nuevos productos, proyectos y actividades”, explica una de las personas que han abandonado la firma. Otra añade que “había un abismo entre la gestión, que era muy dinámica, y las decisiones empresariales, ya que hasta las más nimias tenían que ser aprobadas y confirmadas por el consejo”

“Cordón sanitario”

Aunque casi todos niegan que en Metagestión se cometieran irregularidades ni ilegalidades, sí admiten que “no ignorábamos lo que podía haber detrás de la puerta” y, por ello, intentaron hacer un “cordón sanitario” que separase a la gestora del resto de las empresas de Barreras. Asimismo, reconocen que hubo inspecciones de la CNMV, pero de carácter rutinario y que se saldaron con infracciones leves.

Fuentes de Metagestión explican que “el personal de Metagestión no tiene relación alguna con el resto de empresas del grupo, por lo que es imposible que tengan información de ellas”, y achacan estas insinuaciones a “personas que no se han ido todo lo contentas que deberían y ahora tratan de perjudicar a la gestora”.

Gonzalo Lardíes, el gestor estrella de 2006, ha protagonizado la salida más sonada de Metagestión, pero no ha sido la única. Hasta cinco ejecutivos han abandonado la firma en los últimos meses, con la explicación generalizada de que la sociedad no quería dar el salto que ellos consideraban necesario a la vista de su fuerte crecimiento. Pero además, algunos de los ejecutivos que pusieron pies en polvorosa no estaban cómodos con las “cosas raras” que vieron en el grupo de empresas propiedad del polémico José Alberto Barreras.