Alcaraz, su sueño de niño y el duelo de la próxima década antes de medirse al rey de Wimbledon

Carlos Alcaraz tiene motivos para ser feliz. El tenista español se ha clasificado, por primera vez en su carrera, a los cuartos de final de Wimbledon, una ronda a la que no había conseguido acceder en sus dos participaciones previas... y quiere seguir manteniendo encendida la llama de su sueño de niño, que no es otro que triunfar en el All England Club. Sin embargo, al otro lado de la red tendrá al siempre peligroso Holger Rune, un enfrentamiento que puede marcar los próximos años.

El tenista español tiene una gran oportunidad para luchar por el segundo Grand Slam de su carrera, tras el US Open conseguido la pasada temporada. En lo que va de torneo, el número uno del mundo está demostrando que es uno de los mejores jugadores del momento, donde no se ha encontrado con demasiados rivales que sean capaces de hacerle frente en los momentos claves del partido. Su gran abanico de golpes, su poder físico y su cabeza le hacen ser todo un muro.

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Rubén Rodríguez

Cuando Alcaraz dio al salto al profesionalismo hace ya cinco temporadas, una duda asaltaba al aficionado español: ¿habría alguna vez otro tenista nacional capaz de hacer sombra a los méritos conseguidos por Rafa Nadal? Menos de un lustro después, el jugador murciano empieza a demostrar que está trabajando muy duramente por conseguirlo y que no es flor de un día. Ahora, confirma que está volando en Wimbledon y que, en plena forma, es prácticamente imbatible.

De hecho, la principal duda que aparece en el horizonte de Alcaraz son las lesiones. Cuando el número uno está bien en lo físico, muy pocos jugadores son capaces de encontrar la manera de hacerle daño. Sus numerosos recursos, sus poderosas piernas y, sobre todo, la capacidad para solventar situaciones complicadas con el servicio, le permiten encontrar siempre un resquicio al que asirse para salir de momentos complejos. Pero, a veces, el exceso de ímpetu le juega malas pasadas.

Alcaraz ha demostrado ser un jugador que no se rinde nunca, que pelea por cada bola y que da el máximo en todo momento. Pero, a veces, ese pecado de juventud de verse tan superior físicamente le hace gastar más energías de las que debe en momentos innecesarios, un hecho que en torneos largos se puede transformar en lesión. Es precisamente lo que le ocurrió ante Novak Djokovic en Roland Garros y que fue el principal motivo que le impidió remontar al serbio.

Cómo buen perro viejo, Nole regulaba a la perfección en pista, mientras Alcaraz se desgastaba con la intención de igualar la contienda. Pero le terminó pasando factura. Tras aquel mazazo, sueña con tener su particular revancha con el serbio lo antes posible, pero aún tiene mucha tela que cortar. Y el primer paso tendrá lugar este miércoles, donde se medirá al siempre peligroso Rune, el jugador con el que lleva compartiendo pista desde que solo era un niño.

Si la lucha con Djokovic es por ver quién es el rey del tenis actual, la guerra con el danés está enfocada en ver quién será el líder de su nueva generación. Ambos jugadores, junto a Jannick Sinner, son las caras visibles de la nueva hornada de tenistas, esa que está llamada a ser la gran dominadora del circuito en los próximos años. Por ello, el duelo de este miércoles cobra aún más importancia si cabe: es el momento de refrendar quién el el gran líder generacional.

Si Alcaraz logra la victoria, todo hacer prever que su rival en semifinales podría ser Daniil Medvedev para, en caso de derrotar al ruso, enfrentarse en una hipotética final a Djokovic, el gran rey de Wimbledon. El serbio, en caso de ganar el trofeo, igualaría a Roger Federer como el jugador con más títulos en la historia de All England Club, palabras mayores. Pero, mientras tanto, Alcaraz se plantea como la gran alternativa. Y su primera final será este mismo miércoles.