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Nadal no pasa la prueba de Djokovic: está bien pero no lo suficiente
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los cuartos de final del torneo italiano

Nadal no pasa la prueba de Djokovic: está bien pero no lo suficiente

El español tuvo buenos momentos de tenis, pero sigue fallando en algunos detalles claves como el servicio o la gestión de las emociones en los momentos cumbre

Nadal sale de Roma con un curioso cóctel de sensaciones. Por un lado, está jugando mejor. Se le nota mejor de ritmo, especialmente de piernas. Ahora alcanza donde antes no llegaba. La cruz de esta moneda se llama Novak Djokovic que demostró en Roma una vez más lo que es una realidad constantable en números y sensaciones: es el mejor jugador del mundo. El serbio ganó el duelo más anticipado, con sufrimiento, sí, pero lo ganó. El resultado final marcaba un 7-5 y 7-6.

El jugador español aún tiene camino por recorrer. Le falta intensidad, algunos golpes y, sobre todo, fiabilidad. Porque falla derechas paralelas en las que antes nunca tenía problema. El passing shot de Nadal, un golpe que era un punto automático, ha perdido efectividad. Y el revés cruzado, antes muy bien controlado, ahora se pierde en un océano de dudas.

Las dudas, que ahí está el meollo de la situación. Nadal está jugando bien todo menos los puntos importantes, en los que está horrible. En el segundo set Nadal tuvo cinco pelotas para ganar en set con el servicio a favor, pero en todas ellas terminó fracasando. En cuanto el serbio olió la sangre imprimió una velocidad más y se hizo con el partido. El problema está en que Nadal ha dejado de jugar los momentos importantes, y no hay cosa menos fiable que un tenista al que le tiemblan las piernas. Sí, en esto siempre juega el rival, Djokovic, que está de dulce, sabe resistir mejor que nadie. Pero aún así, Nadal tendría que darle media vuelta más.

El español llegó a tener ventaja en los dos sets, estuvo un break arriba tanto en el primero como en el segundo, pero en los dos casos fue mucho remar para morir en la orilla. Djokovic sacó todas sus armas y le dio la vuelta a la tortilla.

También tendría que darle otra vuelta a su servicio. Nunca fue un arma para Nadal, más bien un suplicio, pero es que ahora mismo no es capaz de dominar el tempo del partido ni de entrar en la pista tras su servicio para mandar desde el fondo. La mecánica que le hizo ganador no requería de mucha velocidad, pero sí de ángulos y sorpresas, historia que hoy ya no existen en el saque de Nadal. La obsesión ahora mismo es meter los primeros en pista, abrir el juego, no dominarlo.

Djokovic tampoco estuvo en su mejor nivel, pero supo ganar cuando había que ganar. Dudó en algunos de sus servicios, pero por lo general demostró que tiene un poco más en la guantera para sacar en los momentos clave. Como en el punto que le sirvió para ganar el primer set, que la ATP ha calificado como el mejor de la historia. Igual es pasarse, pero señala algunas de las mejores cualidades del serbio en el tenis. Es intuitivo, es elástico, es rápido y contundente. Es sensacional.

A Nadal solo le queda seguir trabajando. Si sube un poco su nivel tenístico todo caerá como ladera abajo. Porque la mala gestión de los puntos decisivos es consecuencia directa de la desconfianza en sí mismo, de que aún no ha encontrado la forma de sobreponerse a la adversidad. Con un poco más de juego lo logrará.

Nadal sale de Roma con un curioso cóctel de sensaciones. Por un lado, está jugando mejor. Se le nota mejor de ritmo, especialmente de piernas. Ahora alcanza donde antes no llegaba. La cruz de esta moneda se llama Novak Djokovic que demostró en Roma una vez más lo que es una realidad constantable en números y sensaciones: es el mejor jugador del mundo. El serbio ganó el duelo más anticipado, con sufrimiento, sí, pero lo ganó. El resultado final marcaba un 7-5 y 7-6.

Rafa Nadal