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Márquez siente la presión de no triunfar en casa y no olvida aquel coche de Scalextric
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HACE SEIS AÑOS CONOCIÓ A ROSSI EN MONTMELÓ

Márquez siente la presión de no triunfar en casa y no olvida aquel coche de Scalextric

La séptima parada del Mundial tiene acento español. El deporte de las dos ruedas llega a Montmeló y en los alrededores ya se percibe cierto aroma a fiesta

Foto: Márquez junto a Rossi a su llegada a la rueda de prensa (Repsol Media).
Márquez junto a Rossi a su llegada a la rueda de prensa (Repsol Media).

La séptima parada del Mundial de Motociclismo tiene acento español. El deporte de las dos ruedas llega a Montmeló y en los alrededores del trazado catalán ya se percibe cierto aroma a fiesta. Los pilotos de las tres categorías corren en casa y cuentan con el aliento de unos fieles que este jueves ya se dejaron ver por el circuito dando pistas de lo que espera este domingo. Bastaba con dar un pequeño paseo por el ‘paddock’ para saber quién es el favorito: junto a los camiones de Repsol Honda un grupo que cambiaba de integrantes, pero no de número. Todos querían la firma, la foto o, simplemente, gritar “Márquez campeón”. Y Marc les atendía, sonriente, consciente de la importancia de sus seguidores. El líder juega en casa, un arma de doble filo pues la presión de triunfar ante los suyos aumenta después de seis victorias. No esconde que se trata de una cita “especial”. Motivos le sobran para calificarla así.

Media docena de carreras. Los pilotos se encargan de enfatizar que son muy pocas, pero a Márquez le han bastado para extender su dominio en la máxima categoría. En seis citas ha demostrado que los circuitos que antes se le resistían, ahora no esconden secretos para él. Los lugares en los que se cayó son un mal recuerdo difuso. Hasta ahora no ha importado el pasado, la historia y los números. Los mismos que le recuerdan que en Montmeló sólo ha subido una vez a lo más alto del podio: fue en 2010, la temporada en la que se proclamó campeón del mundo de 125cc. El año pasado cruzó la línea de meta tercero por detrás de Lorenzo, primero, y Pedrosa, segundo. En 2011, su primer año en Moto2, acabó segundo y una temporada después fue tercero de nuevo. No ha terminado de lucirse en Barcelona, pero ya ha dejado claro que este año no hay reto imposible para él.

“Parece que si no gano la carrera será un desastre y no. Quiero ser competitivo desde el inicio, pero me ha costado otras veces aquí y espero que este año sea mejor”. Marc conoce, mejor que nadie, el camino recorrido hasta llegar a dominar MotoGP a su antojo. A pesar de ello no se siente invencible y sabe que sería “un desastre caerme y para mí, sería una decepción no estar en el podio, eso sí. Mi ilusión es luchar por la victoria, si no puede ser, estar en el podio”. Márquez llega a casa después de haber puesto a sus pies seis circuitos y sus aficionados esperan que haga lo mismo en Montmeló. La empresa no es fácil, la presión aumenta y los rivales empiezan a remontar el vuelo. Algo que Jorge Lorenzo ya demostró en Mugello poniendo en apuros al líder. El único que lo ha conseguido hasta ahora.

La victoria en el trazado italiano costó, se resistió, tocó bajar al barro. Ni rastro de la tranquilidad de las anteriores. Lorenzo se ha convertido en el ave fénix de este Mundial y aunque Yamaha debe seguir mejorando algunos aspectos, como la velocidad punta, no están tan lejos de Honda. Si Mugello le iba como anillo al dedo a la marca del diapasón, Montmeló no se queda atrás: “En este circuito Yamaha va bien, creo que Lorenzo y Rossi serán muy competitivos, pero si hacemos una buena puesta a punto podemos competir con ellos y lo intentaremos. Jorge estará fuerte, por Mugello y porque ganó aquí el año pasado, pero trataremos de estar ahí y ganar”.

Y es que mientras la gente en el paddock se pregunta con qué sorprenderá Márquez este domingo, él parece ser el único empeñado en aprender a perder: “Ganar todas las carreras es casi imposible; es muy difícil ganar una. Sé que habrá alguna carrera, quizá aquí, que no será posible y habrá que ser inteligente, hacer podio y sumar puntos”. No conseguir la victoria sería la nota amarga de los recuerdos que Marc guarda de Montmeló. Un trazado que no sólo ha sido testigo de su evolución como piloto sino del primer encuentro con Rossi: tuvo lugar en 2008 y el de Cervera le regalo un coche de Scalextric que la marca había hecho en honor al italiano. El aprendiz confesó que recuerda todos los detalles de aquel momento. Hoy, su ídolo es, junto a Jorge Lorenzo, la “llave para detener a Marc”, tal y como aseguró Pol Espargaró este jueves. Sólo queda saber cuándo llegará ese momento en el que Márquez tendrá que demostrar con hechos sus palabras.

La séptima parada del Mundial de Motociclismo tiene acento español. El deporte de las dos ruedas llega a Montmeló y en los alrededores del trazado catalán ya se percibe cierto aroma a fiesta. Los pilotos de las tres categorías corren en casa y cuentan con el aliento de unos fieles que este jueves ya se dejaron ver por el circuito dando pistas de lo que espera este domingo. Bastaba con dar un pequeño paseo por el ‘paddock’ para saber quién es el favorito: junto a los camiones de Repsol Honda un grupo que cambiaba de integrantes, pero no de número. Todos querían la firma, la foto o, simplemente, gritar “Márquez campeón”. Y Marc les atendía, sonriente, consciente de la importancia de sus seguidores. El líder juega en casa, un arma de doble filo pues la presión de triunfar ante los suyos aumenta después de seis victorias. No esconde que se trata de una cita “especial”. Motivos le sobran para calificarla así.

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