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"Tenía que ser hoy". El abrazo de Jon Rahm y Olazábal, el dinero saudí y la galleta de la suerte
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Por Severiano Ballesteros

"Tenía que ser hoy". El abrazo de Jon Rahm y Olazábal, el dinero saudí y la galleta de la suerte

El de Barrika predijo su victoria hace diez años, después de abrir una galletita de la fortuna. Rahm derrotó a Koepka, líder del circuito saudí, en una victoria repleta de simbolismo

Foto: Rahm levanta el trofeo de ganador del Masters de Augusta. (EFE/EPA/John G. Mabanglo)
Rahm levanta el trofeo de ganador del Masters de Augusta. (EFE/EPA/John G. Mabanglo)

El 9 de noviembre del 2003, Jon Rahm estaba a punto de cumplir 19 años, era un joven golfista que soñaba con emular a sus ídolos, a los Severiano Ballesteros o José María Olazábal. Tras una comida en una cadena de restaurantes orientales, Panda Express (muy popular en Estados Unidos), el de Barrika cerró la velada con una tradicional galletita de la suerte. "Tu talento será reconocido y recompensado adecuadamente", estaba escrito en el papel dentro de la masa crujiente. Con el desparpajo que sólo la juventud permite, Rahm echó mano de las redes sociales para dejar lo que, a posteriori, acabaría por ser una visión. "¡Voy a ganar el Masters!". Diez años después, asentado como uno de los mejores golfistas del mundo, Jon cumplía su predicción para escribir su nombre en el Olimpo del deporte. Ya desde arriba, y vestido de verde, Rahm se codea con sus héroes de la infancia.

"Es el décimo grande en España y la sexta chaqueta. Me cuesta explicarlo porque verle ganar a Sergio (García) aquí fue increíble y eso hace que de verdad te creas que aquí hay algo especial para españoles. Que es nuestro destino jugar bien aquí. Es un honor para mí", relató el español en la rueda de prensa posterior a su triunfo. Fue un día de emociones para ese chico de Barraka. Nada más terminar el último hoyo del primer mayor de la temporada, Rahm se encontró con uno de sus maestros, José María Olazábal. El abrazo fue de apenas segundos porque "habríamos acabado llorando si dura más". "Tenías que ser tú", afirmó el ganador de dos Masters. "Tenía que ser hoy, eh", contestó el pupilo. No era una conversación demasiado críptica. Ambos se referían a Severiano Ballesteros, el gran mito del golf español, que ese 9 de abril habría cumplido 66 años. Jon se coronó, además, cuarenta años después del segundo triunfo en Augusta de Seve.

Foto: Rahm, eufórico tras la victoria. (Reuters/Mike Blake)

Mientras Rahm era un rodillo en la última jornada de Augusta -se puso por delante de Brooks Koepka en el hoyo 6 y ya no soltaría el liderato-, el público empezó a emocionarle. "Hazlo por Seve", se oyó en varias ocasiones desde la zona de los aficionados. "Esto definitivamente es para él", confesaría el de Barrika, luciendo la chaqueta verde que tanto soñó con sentir en sus hombros.

Foto: Jon Rahm, con el trofeo del Masters de Augusta. (EFE/EPA/JOHN G MABANGLO).

No fue la única personalidad del deporte español de la que Rahm se acordó en su victoria. Era el día más importante de su carrera (aunque ya levantó su primer grande con el US Open en el 2021), pero tocaba acordarse de los apoyos que le habían guiado. "No quería creérmelo hasta que fuera algo fijo. Me acuerdo del libro de Rafa Nadal, cuando habla de la final de Wimbledon de 2008 con Federer, cuando pega un gran golpe y por primera vez se dejó pensar en la victoria. Creo que era el cuarto set y luego fueron al quinto set. Explica que permitirse pensar en la victoria le hizo perder el set. Por eso hay que mantenerse en lo que es importante en el momento", explicó el golfista. Esa lección (¿involuntaria?) le sirvió a Rahm para mantener la cabeza fría en la recta final.

placeholder Rahm, emocionado por el público de Augusta. (EFE/EPA/Erik S. Lesser)
Rahm, emocionado por el público de Augusta. (EFE/EPA/Erik S. Lesser)

Brooks Koepka, quien había dominado con mano de hierro el torneo en las primeras jornadas, se hundió en los últimos hoyos, casi se dejó llevar. Pero en este deporte, cualquier error puede acabar por costarte todo lo peleado. Ni cuando Rahm pasó con éxito el histórico Amen Corner, y los hoyos más conflictivos, cedió en su concentración. Si había superado un doble bogey nada más comenzar el torneo, no iba a tirarlo todo por la borda por un exceso de confianza. Un rodillo, sin riesgos, pero sin dar esperanzas a la épica de Koepka.

Koepka, la cara del dinero saudí

En un Masters de Augusta repleto de simbolismos, el duelo final no iba a ser menos. Aunque el estadounidense Brooks Koepka jugaba en casa, Jon Rahm era el más querido. El de Florida es una de las grandes imágenes de LIV Golf, el circuito saudí que quiere revolucionar el golf a golpe de talonario (como en tantos otros deportes). La cartera de inversión de Arabia Saudí conquistó a algunos de los mejores golfistas del mundo a base de unas condiciones fuera de mercado. El poder de los petrodólares en su esplendor. En frente, el PGA Tour, la tradición y la historia… que tuvo que mejorar sus premios para intentar paliar la fuga de talento (que no fue poca). Nombres como Rory McIlroy se mantuvieron firmes en el circuito estadounidense, pero el más contundente fue Rahm, convirtiéndose en la cara visible de la oposición.

placeholder Rahm y Koepka se abrazan con deportividad. (Reuters/Mike Segar)
Rahm y Koepka se abrazan con deportividad. (Reuters/Mike Segar)

"Veo algunos de los, lo diré con delicadeza, puntos o argumentos que pueden hacer que algunos profesionales prefieran el LIV Golf pero, parte del formato, no me atrae mucho. (…) Sí, el dinero es genial, pero cuando Kelley y yo vimos lo que pasaba y empezamos a hablar de ello, pensamos: ¿cambiaría nuestro estilo de vida si gano 400 millones de dólares? No, no cambiará nada", reflexionó hace meses el de Barrika.

Este conflicto ha provocado, irremediablemente, un debate mediático que no está dejando bien parada la imagen de los golfistas que forman parte de LIV Golf. Koepka realizó un final de torneo por debajo de su nivel (incluso empató en la segunda plaza con Mickelson, quedándose lejos de Rahm). Pese a ello, el estadounidense se mostró satisfecho con su nivel ante la prensa, con recado incluido: "Creo que los medios de comunicación han fabricado la idea de que ya no podemos competir, que estamos acabados…". Como dato, en el pasado torneo del circuito LIV de Orlando, donde Koepka se impuso a sus rivales, el de Florida engrosó a sus cuentas cuatro millones de dólares. Más dinero que el que ha ganado Rahm por ganar el Masters de Augusta, cuyo prestigio no tiene ni punto de comparación.

El 9 de noviembre del 2003, Jon Rahm estaba a punto de cumplir 19 años, era un joven golfista que soñaba con emular a sus ídolos, a los Severiano Ballesteros o José María Olazábal. Tras una comida en una cadena de restaurantes orientales, Panda Express (muy popular en Estados Unidos), el de Barrika cerró la velada con una tradicional galletita de la suerte. "Tu talento será reconocido y recompensado adecuadamente", estaba escrito en el papel dentro de la masa crujiente. Con el desparpajo que sólo la juventud permite, Rahm echó mano de las redes sociales para dejar lo que, a posteriori, acabaría por ser una visión. "¡Voy a ganar el Masters!". Diez años después, asentado como uno de los mejores golfistas del mundo, Jon cumplía su predicción para escribir su nombre en el Olimpo del deporte. Ya desde arriba, y vestido de verde, Rahm se codea con sus héroes de la infancia.

Jon Rahm