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La Copa ya no mola: una semifinal deja 31.620 asientos vacíos en el Camp Nou
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quinta peor entrada de la temporada

La Copa ya no mola: una semifinal deja 31.620 asientos vacíos en el Camp Nou

Un partido atractivo entre dos de los mejores equipos del mundo que decide el pase a una final dejó sin ocupar un tercio de la grada azulgrana, lo que demuestra el poco interés que despierta la Copa

Foto: Los jugadores del Barça se apiñan sobre Suárez (Albert Gea/Reuters).
Los jugadores del Barça se apiñan sobre Suárez (Albert Gea/Reuters).

El marcador al descanso en el Calderón nos hacía recordar aquello de que qué triste es una Copa a doble partido. Aún quedaban por delante 135 minutos de fútbol y la eliminatoria ya estaba resuelta. Pero el gol de Griezmann en la reanudación le aportaba el toque justo de picante al encuentro de vuelta como para mantener al público fielmente enganchado a la televisión o, los afortunados, a sus asientos en la grada del Camp Nou. No va a ser la emoción la que haga que esta Copa atraiga a la gente a los estadios, definitivamente: hubo 67.734 espectadores poblando los graderíos del estadio del Fútbol Club Barcelona. Sólo 67.734.

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El Camp Nou cuenta oficialmente con una capacidad total de 99.354 espectadores para la afición que decida pagar su entrada y acudir a los partidos del Barça. Es, de largo, el estadio más grande de Europa, lo cual nunca ha supuesto un problema para que prácticamente no hubiera un hueco en cada gran partido que jugaban los azulgranas como locales. Y sin embargo, en todo un Barça-Atlético de vuelta de semifinales de la Copa del Rey, hubo exactamente 31.620 asientos desocupados. Es decir, prácticamente un tercio del feudo culé estuvo sin llenar, una auténtica barbaridad teniendo en cuenta el nivel de los contendientes, lo abierta que estaba la eliminatoria y la trascendencia del partido en sí mismo.

Esta vez ni siquiera sirve de excusa el horario, en algunas ocasiones nefasto en esta competición. Sin ir más lejos, el Atlético se enfrentó al Eibar en cuartos de final a las 19:15 y, evidentemente, el Vicente Calderón presentaba un aspecto muy pobre. Pero esa situación era entendible. A esas horas hay muchos aficionados que no han salido de trabajar y no pueden acudir al campo. Pero el Barça-Atlético era a las 21:00, es decir, apenas un cuarto de hora más tarde que el horario habitual de la Champions League, competición que no suele dejar imágenes de gradas semivacías, como sí ha pasado con la Copa del Rey y que no tiene una solución al corto o medio plazo.

Bueno, en realidad sí, pero es una medida que ningún estamento con voz y voto del fútbol español está dispuesto a tomar: devolver la emoción a la competición del KO a través de las eliminatorias a partido único. ¿Por qué se sigue jugando a doble partido si queda claro que no genera interés del público? Porque los dos principales mandatarios, tanto Javier Tebas, presidente de LaLiga, organismo que gestiona la Copa a través de la Federación (hasta la final), como Jaume Roures, presidente de Mediapro y dueño de los derechos del fútbol español, consideran que cuantos más partidos se jueguen, más dinero se genera a través de los derechos televisivos y, por tanto, más felices son los clubes, la patronal y la empresa gestora de los derechos.

Esta medida está ampliamente aprobada por los grandes clubes españoles, Real Madrid y Fútbol Club Barcelona, que consideran que con dos oportunidades tienen más opciones de avanzar rondas y tener opciones de ganar el título. En los pocos años en los que se instauró el partido único en la primera ronda en la que participaban los equipos de Primera era muy habitual ver caer a Madrid, Barça, Atlético, Athletic, Valencia y cualquier otro grande. Desde la vuelta a la eliminatoria doble, el aumento de la presencia de los equipos poderosos en las finales ha crecido enormemente. La última vez que uno entre Atlético, Barça y Madrid no estuvo en una final fue en la temporada 2007-08, cuando la disputaron Valencia y Getafe con victoria che.

Ninguno de los mandamases está dispuesto, al menos no por ahora, a adaptarse a la moda europea de jugar a partido único y, por tanto, España seguirá siendo el único país del viejo continente que disputa sus eliminatorias de competición copera a doble partido.

El Calderón, favorito para la final

La Copa no interesa, es una obviedad. Sí interesa, en cambio, la final. Y esta temporada puede que sea una de las primeras en los últimos años en la que no haya una especial polémica sobre la elección de la sede. Una vez que ya no está el Atlético en la carrera por el título, parece incluso más razonable que el Vicente Calderón acoja ese partido que enfrentará al Barça contra Celta o Alavés, ya que el rival hubiera podido alegar que los rojiblancos tenían la ventaja de jugar en casa. El estadio rojiblanco está disfrutando de sus últimos meses de actividad y al haberse convertido en un icono del fútbol nacional es normal que se le quiera despedir con toda una final de Copa del Rey. Esta sería la 15ª final que se disputa en el Calderón en sus más de 50 años de historia.

El marcador al descanso en el Calderón nos hacía recordar aquello de que qué triste es una Copa a doble partido. Aún quedaban por delante 135 minutos de fútbol y la eliminatoria ya estaba resuelta. Pero el gol de Griezmann en la reanudación le aportaba el toque justo de picante al encuentro de vuelta como para mantener al público fielmente enganchado a la televisión o, los afortunados, a sus asientos en la grada del Camp Nou. No va a ser la emoción la que haga que esta Copa atraiga a la gente a los estadios, definitivamente: hubo 67.734 espectadores poblando los graderíos del estadio del Fútbol Club Barcelona. Sólo 67.734.

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