Xabi Alonso y su costosa lección de profesionalidad ante el Bayern

Xabi Alonso sigue dando vueltas al minuto 38, el instante preciso en el que dio prioridad al equipo por encima de un objetivo individual. No puede olvidar lo sucedido en Múnich. El centrocampista será el único jugador de los dos equipos que se pierda la final de Lisboa por sanción. Una tarjeta, justa por cierto, le privará de estar en la que sería su segunda final de Champions.

La sanción, anacrónica y que la propia FIFA ha quitado del Mundial, le impedirá estar junto al resto de sus compañeros sobre el césped de manera, cuanto menos, cuestionable. La acumulación de amarillas que padece Xabi castiga a un jugador a perderse el partido soñado por cualquier profesional y lo hace por una falta sin mayor peligro y en una situación nada comprometida para la portería que defendía Iker Casillas.

El mediocentro no midió lo que hacía en ese momento. Un segundo después era consciente de la condena que se le avecinaba. Intentó distraer a Proença permaneciendo en el suelo, pero nada. Sabía que la amarilla estaba en camino y que ya no había nada que hacer. Xabi, tres días después, sigue dando vueltas a lo sucedido, a esa falta cometida sobre Schweinsteiger, a ese momento que le llevó a pensar que era lo que necesitaba el equipo. No daba la eliminatoria por ganada y reaccionó ante los que consideraba una jugada de peligro, en un gesto repleto de compromiso.

El vestuario intenta consolar al compañero más allá diferencias que puedan existir entre unos y otros. Incluso, jugadoresde otros equipos han intentado animar al mediocentro blanco. Éste ve cómo su papel se verá reducido en la final a simple animador de los once que jueguen y de los otros siete convocados.

Los dirigentes del Real Madrid se están moviendo, pero lo hacen sabiendo que UEFA va a ser inflexible en el caso. Florentino Pérez y Carlo Ancelotti saben que si hay un jugador de complicada sustitución ese es Xabi Alonso. De hecho es una de las prioridades cara a la próxima temporada. Se pensó en Gündogan, pero tan sólo ha jugado dos partidos en la presente campaña.

Illarramendi ha ocupado su puesto en más de un partido, pero su juego se desarrolla en plenitud unos metros por delante. Khedira todavía no ha vuelto después de su rotura de ligamentos de la rodilla y Casemiro apenas ha contado durante la temporada. Isco jugó en esa posición ante el Granada, pero la prueba fue negativa y su vocación no es la de ordenar y sí la de sorprender al rival.

Xabi Alonso no es el primero que se queda sin una final así ni será el último mientras no cambie la norma. En la final de 2012, hasta siete jugadores de Chelsea y Bayern se perdieron la final. Ivanovic, Terry, Ramires, Meireles, Alaba, Badstuber y Luis Gustavo se quedaron sin jugar en Múnich, pero ninguno de ellos tenía sentenciada la eliminatoria cuando vieron la amarilla.

Ribéry y Motta no jugaron la final de 2010. También se la perdieron Abidal y Alves un año antes el choque de 2009. y si hay un jugador que ha vivido una situación parecida fue en 2003 Pavel Nedved que vio la amarilla cuando el Real Madrid ya dominaba por tres goles a cero. Imploró de rodillas, pero no hubo indulgencia. Amarilla y sin jugar la final de 2003 cuando la Juventus ya tenía los dos pies en el último partido. Así de injusta una regla que sólo mantiene la UEFA.