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La historia detrás del diseño más extravagante de la historia de la Fórmula 1
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EL PELIGRO DE LA FANFARRIA

La historia detrás del diseño más extravagante de la historia de la Fórmula 1

Fruto de acontecimientos no previstos, hace un par de décadas, el desaparecido equipo BAR tuvo que optar por un diseño que totalmente diferente el lado izquierdo sobre el derecho

Foto: El equipo BAR, el día de su presentación (BAT)
El equipo BAR, el día de su presentación (BAT)

La decoración de los coches que en 1999 tuvieron que pilotar Jacques Villeneuve y Ricardo Zonta, jocosamente fue conocida como la del ‘Baron Ashler´, aquel indescriptible personaje de ficción de la legendaria serie ‘Mazinger Z’, mitad mujer-mitad hombre. El BAR (acrónimo de British American Racing) era un coche que cambiaba de forma radical dependiendo de qué lado se mirara. Una extraña cremallera pintada en el morro intentaba maridar dos diseños radicalmente distintos el uno con el otro. Pero era la única forma de contar con dos patrocinadores del sector tabaquero en el mismo monoplaza.

Sin embargo, aquella extraña decoración, que con el tiempo se convirtió en icónica por su singularidad, no fue consecuencia de algo premeditado. Aquel rarísimo diseño logró con creces el objetivo obvio de captar la atención del público, pero se trató de un auténtico ‘apaño’ de urgencia. Dado que la FIA, (Federación Internacional de Automovilismo) no permitió al equipo que uno de los coches fuera con los colores de la marca ‘Lucky Strike’ y el otro con la marca ‘555’, hubo que buscar una solución. Dado que las dos marcas debían de mantener su presencia y al mismo tiempo que los monoplazas lucieran idénticos, la única forma de hacerlo era pintar medio coche con una marca el lado izquierdo y con la otra el derecho.

El origen del embrollo

La multinacional tabaquera BAT (British American Tobacco) estaba dispuesta a echar la casa por la ventana en la Fórmula 1, pero en lugar de escoger la marca con mayor potencial de su portfolio como hacía su competencia, necesitaba promocionar por igual a ‘Lucky Strike’ que era poderosa en Europa y América y, por otro lado a ‘555’, que era dominante en Asia. El plan de hacer correr cada coche con marcas y colores distintos, se mantuvo en secreto hasta el día de la presentación oficial del equipo. Aquí estuvo el origen del embrollo. Para generar intriga, el equipo apareció en los tests de pretemporada con una decoración muy bonita en tonos azules, pero sin un solo adhesivo de patrocinador alguno. Era la forma de sugerir que algo gordo esperaba cuando se conociera el diseño definitivo.

Y a fe que consiguieron generar expectación, porque todos los invitados al multitudinario acto de presentación del equipo se quedaron a cuadros cuando vieron que los coches eran absolutamente distintos el uno del otro. Sin embargo, aquella idea no gustó al presidente de la FIA, Max Mosley. Lo curioso del asunto es que la última vez que la Fórmula 1 tuvo los dos coches de un mismo equipo con decoraciones distintas fue el March, en 1976. Curioso porque ese equipo ¡era propiedad del mismo Max Mosley!. ¿Cómo podía poner pegas el último en hacer lo mismo?. Con ese elegante cinismo que siempre caracterizó a Mosley, afirmó sin alzar la voz: “Los tiempos han cambiado”.

Pero no ninguna norma en el reglamento que impidiera a los equipos decorar sus dos coches de forma diferente. Que los monoplazas de una escudería vistieran de forma idéntica fue un uso que se estandarizó con el tiempo por razones de imagen y economía, al permitir la normalización en recambios, uniformes, vehículos de transporte, etc.

Cuando le dijeron desde BAR a Mosley que ni habían incumplido ninguna norma y tampoco tenían intención de cambiar el diseño de sus coches, le salió el dictador que siempre llevó dentro a pesar de sus refinados modales: ‘O BAR ponía en pista dos coches iguales, o no estaban autorizados a participar en el campeonato’.La base era que la FIA, como custodio de la buena imagen y reputación de su campeonato, podía introducir una norma en cualquier momento. BAR tuvo que buscar la ‘solución Ashler’ para tener dos coches iguales y las dos marcas representadas.

La fanfarria de Pollock y cia

Que llevar dos decoraciones diferentes dañaba la imagen de la Fórmula 1 parecía excesivo para todos. La conclusión evidente era que Mosley quería hacer un ejercicio de autoridad ante el jefe de equipo, Craig Pollock. El manager escocés, embriagado de éxito profesional, venía incomodando a todo el 'establishment' del paddock. Siempre se proyectaba como si su equipo fuera a reinventar la competición desde su mismo debut. Como los cofres de la tabaquera BAT eran generosos, Pollock no escatimó en gastos y provocó una de las fanfarrias mayores de la historia para una escudería debutante.

Aparte del dinero de BAT, llegaba al equipo Jacques Villeneuve que además de ser representado por el propio Pollock, era el segundo piloto más cotizado de la Fórmula 1 después de Michael Schumacher. El supuesto aval que sostenía el discurso triunfalista de poder vencer como debutante, se basaba además en que el coche iba a ser construido por Reynard, un constructor británico que poseía el singular récord de haber vencido siempre en su debut en cualquier categoría. Y sí, tenía mucho mérito vencer al primer intento en la Fórmula 3, la Formula 3000 y la Formula Indy, pero aunque la Fórmula 1 fueran palabras mayores, eso no les impidió fantasear con la idea de ganar en su primera carrera.

A Bernie Ecclestone tampoco le gustaron las ínfulas de unos recién llegados por muchos nombres y dinero que aportaran. Mas sibilino que Mosley, prohibió aparcar en el paddock el flamante trailer de dos pisos que trajo BAR al primer Gran Premio Europeo. Hoy día, estas estructuras son moneda común en el automovilismo de alto nivel, pero en aquel momento suponían una absoluta novedad. La prohibición era la forma de demostrar a Pollock que había que venir con menos humos y preguntar las cosas antes de hacerlas. Cuando llegó la airada protesta, con su flema londinense Ecclestone dijo que el ‘había autorizado las medidas horizontales, pero nada había dicho acerca de las medidas verticales’. Resultado: Camión fuera del paddock hasta que Pollock regresara con la cabeza gacha y pidiera perdón de rodillas.

Hoy, actual presidente de la FIA, Mohammed Ben Sulayem ha ejercido su autoridad al promotor Liberty, recordando que si quieren vender el campeonato, primero tienen que hablar con él. La razón esgrimida de que el ente custodia la imagen de la Fórmula 1 recuerda al toque de atención de Mosley a BAR hace dos décadas. Y hoy como entonces, mas allá de hipocresías, razones o arbitrariedades, la enseñanza es que hay que respetar el ‘conducto reglamentario’. Enfadar al que detenta el poder con hechos consumados siempre es mala cosa, pero al menos, de aquel encontronazo nos queda el regalo del diseño más extravagante de la historia de la competición.

La decoración de los coches que en 1999 tuvieron que pilotar Jacques Villeneuve y Ricardo Zonta, jocosamente fue conocida como la del ‘Baron Ashler´, aquel indescriptible personaje de ficción de la legendaria serie ‘Mazinger Z’, mitad mujer-mitad hombre. El BAR (acrónimo de British American Racing) era un coche que cambiaba de forma radical dependiendo de qué lado se mirara. Una extraña cremallera pintada en el morro intentaba maridar dos diseños radicalmente distintos el uno con el otro. Pero era la única forma de contar con dos patrocinadores del sector tabaquero en el mismo monoplaza.

Fórmula 1 Bernie Ecclestone