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Al final ponemos de moda el bigotillo: Magnus Cort Nielsen repite en Córdoba
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Vuelta Ciclista a España

Al final ponemos de moda el bigotillo: Magnus Cort Nielsen repite en Córdoba

Magnus Cort Nielsen, del equipo Education-Nippo, se ha impuesto en la duodécima etapa de la Vuelta, entre Jaén y Córdoba, en otra jornada marcada por las caídas. El noruego Odd Christian Eiking sigue líder

Foto: Magnus Cort Nielsen cruza la meta. (EFE)
Magnus Cort Nielsen cruza la meta. (EFE)

El ciclismo es un deporte de cosas claras. Si te pones tras la rueda de alguien pues le decimos “ir a rueda”. ¿Bajar con opciones de escoñarte bien duro? Descenso a tumba abierta. ¿Hinchas tus logros esos días que nadie te ve? Pues globero de los gorditos. Y así muchas. En un mundo de bicis no entran los frutos de la gallina aderezados con tubérculos, olivas de primera prensa y sal rosa del Himalaya, no. Además, se hace con cebolla, hostias ya.

Por eso aquí apreciamos mucho que los amigos cordobeses tengan un collado al que llaman “Alto del Catorce por ciento”. Así, sin engañar, que luego vienen los lloros. A ver, reconozcamos que no tiene demasiado glamour el asunto, porque imagine usted que al Tourmalet le pusieran de nombre, no sé, “Puerto tocho y largo de cojones donde vas a sufrir, y con rampa final de escalar llorando”. Pues pierde mística, ¿eh? Pero el Tourmalet es el Tourmalet, y a ti te encontré en la calle. El caso es que, por mi parte, mi aprobación absoluta a ese “Catorce por ciento”.

Que funciona, además. Se ha subido más veces en la Vuelta, y siempre vierte salsilla al asunto. Año 2011, por ejemplo, con Peter Sagan dando una exhibición de cómo bajar un col, hacer labor de gregario y acabar ganando la etapa porque, mira, es que si no lo hago yo esto acaba mal. No le terminó sirviendo de mucho a Nibali aquel año, pero ahí quedó la cosa. Definición perfecta de lo que es la tal cuestita... suficientemente dura como para romper el pelotón, también apta para tíos no estrictamente escaladores, descenso peligroso. Vamos, que variedad.

Ascenso y toboganes

La etapa de hoy es casi calco de aquellas. Terreno muy favorable al principio, cincuenta kilómetros finales agitados. Dos puertos. El primero, San Jerónimo, que es un buen tercera. De esos con truco. Trece kilómetros al tres por ciento de media. Vamos, que plato, piensan estas fieras (quienes escribimos sobre bicis nos centramos en no morir). Pero luego acudes a perfiles más específicos y, oye, ves que no. De los trece kilómetros hay ocho que son toboganes. Tendencia ascendente, pero... ¿Y entonces? Pues entonces lo que ustedes están temiendo. Cinco mil metros al principio sobre el siete, pendientes bastante sostenidas superando el diez. Luego descenso peligroso, paso por meta (segundo de tres), ascenso al Catorce por ciento. La gracia de este llega casi cuando vas coronando. El simpático kilómetro al once. Que roza picos del dieciséis, por mucho que la sabiduría popular diga lo contrario, porque al final, en estas zonas, ya se sabe... son todos unos cachondos. Ay, mi madre, qué risas. Y eso, otra vez a bajar. Carretera revirada, técnica, sitio para marcar distancias. De allí a meta una decena de kilómetros y... hop, otra jornada que completamos.

placeholder Odd Christian Eiking, al inicio de la duódécima etapa. (EFE)
Odd Christian Eiking, al inicio de la duódécima etapa. (EFE)



Día raro. Con alternativas, si quieren. De primeras tú ves el perfil y oye... escapada, que es lo suyo. Solo que igual algún equipo arriesga. Aguantar el asunto, limpiar esprínters, buscar la llegada para su hombre rápido. Cuando digo algún equipo quiero decir Bike Exchange, que lleva unos días tirando para la etapita de Matthews, solo que Matthews ni etapita ni na, porque anduvo fuerte cuando no debía (Cullera), y petardeó allí donde todos lo esperaban (Valdepeñas). A eso sumen cierta incertidumbre. Ayer Enric Mas mostró unas patas que no se le recordaban desde... bueno, desde nunca, creo. Ganó Primož Roglič (en esloveno Primož Roglič debe significar “puta roca indestructible”) pero el mallorquín estuvo ahí, dando la impresión de que no terminaba de creerse los caballos que iba desarrollando cuesta arriba. Añadan la variable de Miguel Ángel López y... ¿jugaría hoy Movistar a ganador? El fin de semana está cerca, y allí los ciclistas atravesarán campos minados, terrenos para zapadores y cuatro bosques con fantasmas dentro, pero igual la clave es ir percutiendo poco a poco, hasta encontrar fallo. No sé. Ah, también hace calor, mucho calor, que eso siempre influye, supongo. Para unos y para otros. Influye.

Sorpresas. Salida a mil por hora. Más sorpresas. Escapada. Ocho tíos. Jetse Bol, Amezqueta, Mikel Iturria, que ya se conocen bien entre ellos, y han intercambiado móviles, y felicitan fiestas y cumpleaños a los churumbeles. Y luego otros paisanos, ustedes me entienden. Relleno, parece, porque nunca llegan a los dos minutos, y por detrás tiran varias escuadras. La del líder, por ejemplo, también UAE para Trentin (que ya es confianza, pero, oigan, yo no he venido aquí a quejarme). Ah, antes hubo un accidente bastante feo, porque los matorrales del campo entraban su buen metruco al camino, y aquí en la Vuelta eso es peligroso, pero si le pilla a usted, querido lector, montando en bici y los esquiva pues lo mismo tenemos una desgracia gorda. Y así hay muchas carreteras por ahí repartidas, que no está nunca de más recordarlo, a ver si esto cambia...

Roglič al suelo

En la parte alta de San Jerónimo hay caída grandota. Van al sembrao una docena de corredores, y, como es bastante en cabeza, algunos importantes. Adam Yates, por ejemplo. O, sobre todo, Primož Roglič, que en esta edición viene dispuesto a ser protagonista en todo. Ganando etapa, atacando de lejos, descensos como Noel Gallagher la tarde de San Patricio, besito al suelo. Aparentemente sin consecuencias... cazan rápido, ninguna señal física. Pero, mala suerte o no, a nadie gustan estos contratiempos...

Y nada, que llegan al Catorce Por Ciento (que tiene hasta un dieciséis, repetimos, porque semejante broma pesada hay que remarcarla) y todo sigue más o menos igual. Ataca Jonathan Lastra, aguantan un montón de tíos. Pelotón grande, grande, y así no hay forma de escaparse, oigan. Ah, Landa ya se ha quedado. El calor, las piernas, los días. Malísima pinta tiene de cara a lo que queda. Arranca Ciccone, que menuda carrera más anónima (eso es por venir a por la General cuando no te corresponden tales tinglaos), y luego Bardet, que este sí es peligroso, porque baja más que nadie en todo el pelotón, así que cualquier huequito le puede valer. Se junta con el italiano, con Vine, con Henao. Matthews cede, aunque entra más tarde (al menos hasta entonces no habían tirado para él todos sus compañeros, tres masajistas y cuatro espontáneos con maillot del Mercadona), la cosa se pone intensa, pinta a sprint muy reducido.

Medio minuto arriba para los cuatro, buena carretera, descenso técnico. Todo muy bonito, todo muy emocionante. Ciclistas apurando, curvitas que se cierran, tipos en danza con la senda. Qué bonito es esto cuando se hace bien. Trentin y Ion Izagirre prueban bajando, se quedan a medio camino. Tanto remar para nada.

placeholder Olivares andaluces en La Vuelta. (EFE)
Olivares andaluces en La Vuelta. (EFE)


Así que... duelo. Delante los cuatro. Detrás... oh, sí, Bike Exchange, que vuelve a ponerle ojillos a Matthews, que confían en él, tú puedes, Michael, que nadie te diga no, todo esta dentro de ti. En fin, yo a Bike Exchange con Matthews me lo imagino de esta forma, muy rollo Paulo Coelho. Y eso, todos a tirar, como auténticos locos. Sucede que los otros también tienen un par de piernas, y su calidad, y han leído a Chéjov, y eso siempre será mejor que Paulo Coelho, porque Paulo Coelho es lo que leen quienes no saben leer.

A Vine, el último que aguanta entre los escapados, lo cogen cuando faltan ochocientos metros. Menuda pena, macho. Claro que más cerquita pillaron ayer a Magnus Cort Nielsen, y mira. Sprint sin orden, Matthews la pifia, nuestro danés setentero arranca, Bagioli que remonta, Bagioli que lo va a pasar, Magnus saca fuerzas de donde no hay (con ese bigote de actor porno, de Tom Selleck paliducho), aprieta los dientes, vamos Magnus, vamos Magnus, golpe de riñón y... segunda etapa para él. Menuda Vuelta. Gana en Cullera, muy cerquita Valdepeñas de Jaén, otra vez diana allá por Córdoba. Increíble.

Entre los buenos... nada. Día de transición, calor y ritmo. Espadas en alto para el fin de semana. Otra vez al monte, que refresca y puedes dormir tapadito.
Veremos...

El ciclismo es un deporte de cosas claras. Si te pones tras la rueda de alguien pues le decimos “ir a rueda”. ¿Bajar con opciones de escoñarte bien duro? Descenso a tumba abierta. ¿Hinchas tus logros esos días que nadie te ve? Pues globero de los gorditos. Y así muchas. En un mundo de bicis no entran los frutos de la gallina aderezados con tubérculos, olivas de primera prensa y sal rosa del Himalaya, no. Además, se hace con cebolla, hostias ya.

Por eso aquí apreciamos mucho que los amigos cordobeses tengan un collado al que llaman “Alto del Catorce por ciento”. Así, sin engañar, que luego vienen los lloros. A ver, reconozcamos que no tiene demasiado glamour el asunto, porque imagine usted que al Tourmalet le pusieran de nombre, no sé, “Puerto tocho y largo de cojones donde vas a sufrir, y con rampa final de escalar llorando”. Pues pierde mística, ¿eh? Pero el Tourmalet es el Tourmalet, y a ti te encontré en la calle. El caso es que, por mi parte, mi aprobación absoluta a ese “Catorce por ciento”.

Que funciona, además. Se ha subido más veces en la Vuelta, y siempre vierte salsilla al asunto. Año 2011, por ejemplo, con Peter Sagan dando una exhibición de cómo bajar un col, hacer labor de gregario y acabar ganando la etapa porque, mira, es que si no lo hago yo esto acaba mal. No le terminó sirviendo de mucho a Nibali aquel año, pero ahí quedó la cosa. Definición perfecta de lo que es la tal cuestita... suficientemente dura como para romper el pelotón, también apta para tíos no estrictamente escaladores, descenso peligroso. Vamos, que variedad.

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