Electroacupuntura, magnetoterapia y horas de bici estática para luchar por el Nacional

Ponferrada, en su circuito mundialista del próximo septiembre, acoge desde este viernes los Campeonatos de España. Pese a notables ausencias -por uno u otro motivo-, el cartel de aspirantes, con Alejandro Valverde, a la cabeza es de primer nivel. De los últimos siete maillots rojigualdas en juego, los equipos comandados por Eusebio Unzué -en este caso Movistar- se han llevado seis y este año -sin Euskaltel en liza- vuelven a ser los grandes favoritos a conquistar una vez más el jersey de campeón de España.

La escuadra telefónica partirá con 17 hombres y cualquiera de ellos tiene opciones de ganar. Valverde, Ventoso, Lobato, Herrada… son algunos de ellos. Atinar con la escapada buena o permanecer en el grupo de los elegidos cuando se rompa la carrera señalará al elegido. Las características del circuito, no tan suave como algunos predicen sobre el papel, señalan también a José Joaquín Rojas como otro aspirante con muchas papeletas para repetir el éxito que logró en 2011. El murciano, hombre rápido y que se filtra bien en días de dureza no extrema, llega en plenitud de facultades a la cita, aunque su camino hasta Ponferrada no ha sido nada sencillo.

La temporada del de Cieza comenzó en Australia y a las primeras de cambio ya estaba fuera de combate por una fractura de escafoides. Una operación, unos tornillos para ayudar a soldar la rotura y sólo dos días después de pasar por el quirófano ya estaba de vuelta sobre la bici. “Quería hacer bien el comienzo de temporada y con el rodillo -la ‘bici estática’ de los profesionales- había que tratar de no perder la forma”, señala Rojas. Siete días después de la operación José Joaquín ya realizaba entrenamientos en carretera, un hecho que no dejaba de sorprender a los propios doctores que le habían intervenido, ya que la recuperación de lesiones de ese tipo -los ciclistas sufren mucho en sus muñecas al ser puntos de apoyo indispensables sobre la bici- ronda el mes fuera de combate. Sin embargo, el murciano se recuperó en tiempo récord y regresó a la competición en plenitud de forma. Quinto y sexto en Vuelta a Murcia y Clásica de Almería fueron el aperitivo de la sensacional París-Niza que completó Rojas en el mes de marzo y donde solo fue apeado del podio en el último suspiro de carrera y a cuenta de las bonificaciones.

Las sensaciones, pese a que la victoria se resistía, eran inmejorables y henchido de moral afrontó la Milán-San Remo. “Tenía el convencimiento de que podía hacer una gran carrera. Llegaba muy fuerte, pero…”. En los primeros kilómetros de la ‘Clasicissima’, en el tramo neutralizado antes del banderazo inicial, la fatalidad volvió a cruzarse delante de Rojas, que se fue al suelo y se fracturó el radio y otra vez el dichoso escafoides. En esta ocasión los médicos no recomendaron la operación.

El primer tramo de la temporada se esfumaba rodeado de desgracias y llegar a tope al segundo pico de forma del año estaba en peligro porque no se sabía cómo iba a evolucionar la lesión sin intervención quirúrgica de por medio. José Joaquín comenzó entonces un largo y tortuoso camino de rehabilitación con la mente puesta en el Campeonato de España de Ponferrada y el Tour de Francia -la ronda gala arranca el 5 de julio en Inglaterra-. “Ha sido muy duro, sobre todo mentalmente. Me veía en un gran momento y me vino ese revés que tiró por tierra todo el trabajo realizado en invierno. Sin embargo, soy de los que me crezco ante las adversidades y ésta no me iba a derrotar”, asegura el murciano del Movistar.

Las sesiones de rehabilitación con el fisio Antonio López se alternaban con el rodillo. De lunes a viernes y sábados y domingos. El descanso no existía si se quería luchar por el rojigualda en el mes de junio. La recuperación de la mano lesionada se llevaba 4 horas diarias. Masajes, magnetoterapia, ejercicios específicos y lo que hiciera falta. “He pasado por todas las máquinas que había en la consulta”. Y la terapia estrella y la que más sufrimiento ha infligido a Rojas, la electroacupuntura. “Todos los días, de lunes a viernes y durante un mes, me clavaban entre 8 y 10 agujas en el brazo y al cabo de un tiempo se conectaban a una máquina que emitía corriente eléctrica”, nos confiesa. “Era bastante molesto, doloroso en algunos momentos, pero era necesario para favorecer la recuperación”, admite.

A ese trabajo de fisioterapia se le sumaban horas de bici, tanto en el rodillo como en la carretera. Sin embargo, esta vez no había tornillos que sujetaran la rotura en el escafoides y el dolor sobre la bicicleta torpedeaba el ánimo del murciano, que no desfalleció en ningún momento. Dos meses después de la caída en la Milán-San Remo, José Joaquín Rojas se volvía a poner un dorsal para correr la Vuelta a Castilla y León. En sus recuerdos aún estaban esas horas enchufado a la máquina de electroacupuntura. Sin embargo, ese primer día levantó los brazos como ganador de la etapa. El sufrimiento había merecido la pena. Ahora, con el ritmo de carrera en el cuerpo tras haber corrido la Vuelta a Suiza -donde algún día se acercó a los puestos de cabeza- aterriza en Ponferrada con el ánimo de conquistar su segundo jersey de Campeón de España. Viendo el empeño de José Joaquín Rojas habrá que vigilar su rueda.