El fútbol no tiene espíritu olímpico

El gran espectáculo de los Juegos Olímpicos está al llegar, y los distintos países ultiman los preparativos para ser lo más competitivos posibles. En deportes individuales, son los atletas quienes tienen en sus manos el pasaporte para los Juegos, siempre que consigan alcanzar las marcas mínimas para competir. Pero en deportes de equipo, es el seleccionador el que se encarga de dar la lista de jugadores que formarán parte del combinado nacional.

Waterpolo, balonmano, hockey, incluso baloncesto (descartando a Estados Unidos)… ¿ustedes han escuchado hablar de algún problema por convocar a determinado jugador? Pues bien, en el deporte rey, ese que llama la atención de gran parte de los espectadores, los problemas se suceden. Para la selección de fútbol, deben de ser llamados 18 jugadores más 4 como reservas, y de esos 18, sólo tres pueden tener más de 23 años.

Es decir, cualquier jugador mayor de esta edad podría ser susceptible de ir convocado con su selección y de disputar las Olimpiadas. ¿Seguro? Con un pequeño “pero”: el equipo no está obligado a dejar que el jugador –siempre mayor de 23 años- se vaya con su selección. En los últimos días, se ha hecho público que varios jugadores no podrán participar en los Juegos, debido a que su equipo no les ha concedido el correspondiente permiso: el Bayern de Múnich lo hizo con Martín Demichelis (Argentina), así como con Lucio (Brasil), el Deportivo con Fabricio Coloccini (Argentina), el Milan con Kaká (Brasil), el Inter con Burdisso (Argentina), el Barcelona con Ronaldinho (Brasil)y el Real Madrid con Heinze (Argentina), entre algunos otros.

Casualidad o no, dos potencias del fútbol mundial como Argentina y Brasil, han visto cómo la nómina de jugadores seleccionables se ha reducido considerablemente ante la negativa de los clubes a ceder sus estrellas. Aunque el jugador quiera ir, el club siempre tiene la última palabra, y, así, vuelve a aparecer el problema que surge a mitad de temporada con los partidos de los combinados nacionales.

El jugador quiere participar con su selección, pero el club es el que le paga y tiene miedo a una posible lesión del jugador que le impida participar con ellos, por lo que se queja amargamente de su convocatoria. Pero en partido oficial, el club no puede negarse a ceder a su jugador. ¿Cuál es la solución? Posiblemente, la unificación de calendarios sería lo más positivo para todos. Un calendario común a todos los países y a todos los combinados, en los que los partidos de la selección tengan sus fechas y no interfieran en las fechas de las ligas nacionales, al menos de las principales donde están la gran parte de jugadores convocados por sus selecciones.

De esta manera, los clubes no se mostrarían tan reticentes a dejar a sus jugadores disputar encuentros con sus respectivos combinados nacionales. Lo que está claro es que de la terna formada por las convocatorias de la selección, las apetencias del jugador y las exigencias de los clubes, el que siempre sale perdiendo es el mismo: el espectador, que no podrá ver a sus ídolos en los Juegos Olímpicos.