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Maradona, la droga de Nápoles
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Maradona, la droga de Nápoles

Nápoles vive en los ochenta. Edificios antiguos y olvidados son testigos del caos que se respira en una ciudad que recuerda a una época anterior. Un

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Maradona, la droga de Nápoles

Nápoles vive en los ochenta. Edificios antiguos y olvidados son testigos del caos que se respira en una ciudad que recuerda a una época anterior. Un tiempo donde, además de por sus pizzas y por su camorra, Napoli tuvo un sitio en el deporte rey de la vieja Europa. Los sueños de los balcones que hoy se tiñen de azul claro -azurri- empiezan y terminan por su ídolo, por su Príncipe, que llegó de otras tierras para conquistar Italia entera en dos ocasiones, y Europa en una. Diego Armando Maradona cayó en una ciudad tan pasional como él y veinte años después, los napolitanos -orgullosos- lo exhiben y comercian con él.

De los nueve trofeos importantes que el equipo de Campania exhibe en sus vitrinas, cinco fueron conquistados con Maradona marcando goles. Dos ligas -las dos únicas que ha logrado-, una Copa de la UEFA -sólo tiene esa-, una Supercopa de Italia -no consiguió más- y una Copa de Italia -de tres-. 115 goles en total, de 1984 a 1991, le encumbran como máximo goleador del club en toda su historia. Olvidando su vida privada, tema por el cual dejó Barcelona y también Nápoles, El Pelusa es icono y ejemplo para un sinfín de establecimientos que intentan ganar clientes con Dieguito a sus espaldas. Va más allá. Esta religiosa población luce en muchos de sus pesebres hogareños a la figura de Maradona en época de Nativiad.

Es una importante porción de la ciudad. Pizzerías, trattorias, ristorantes, tiendas de ultramarinos y los pequeños negocios muestran posters del argentino de 166cm; hasta los nuevos ciudadanos inmigrantes se han fijado en la tradición de la ciudad del Vesubio y en establecimientos tales como locutorios dejan ver imágenes de Diego. Sin el prejuicio que la ‘cara B’ que Maradona tiene, el comerciante está entusiasmado de mostrar al público su ídolo. París tiene la Torre Eiffel, Madrid el Museo del Prado, Londres su Big Ben, Berlín un muro, Barcelona la Sagrada Familia, Roma el Coliseo y Nápoles su pizza… y a Maradona. Sus estrechas calles céntricas están repletas de motos y coches -un buen número abollados o raspados- que se pasean por balcones con motivos del equipo del SSC Napoli. Todo este aire napolitano que se respira está reflejado en las tiendas de souvenirs. La joya de la corona en estas tiendas reside en ‘el 10’. Desde imágenes, periódicos ochenteros, tazas, bolígrafos, camisetas y hasta calzoncillos -para los más frikis- del inventor de 'la mano de Dios'.

Los niños que ahora juegan con una pelota naranja por las calles de Nápoles no le vieron jugar en el estadio San Paolo ni por la televisión. Pero están de enhorabuena. El conjunto, tras la marcha de Maradona, descendió varias categorías y llegó hasta la desaparición. Ahora, recién ascendido esta temporada a la élite de la Serie A, goza de salud, ocupa una cómoda novena posición y están viendo nacer a otro ídolo que comparte protagonismo en los establecimientos napolitanos. Ezequiel ‘El Pocho’ Lavezzi, también argentino, se ha ganado un hueco en esta parte del sur de Italia. El de 22 años tiene la imposible misión de que su afición no añore, aunque sea por unos años, a su ídolo Maradona.

Nápoles vive en los ochenta. Edificios antiguos y olvidados son testigos del caos que se respira en una ciudad que recuerda a una época anterior. Un tiempo donde, además de por sus pizzas y por su camorra, Napoli tuvo un sitio en el deporte rey de la vieja Europa. Los sueños de los balcones que hoy se tiñen de azul claro -azurri- empiezan y terminan por su ídolo, por su Príncipe, que llegó de otras tierras para conquistar Italia entera en dos ocasiones, y Europa en una. Diego Armando Maradona cayó en una ciudad tan pasional como él y veinte años después, los napolitanos -orgullosos- lo exhiben y comercian con él.

Diego Armando Maradona