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Terry Gilliam: “Me gusta que mi cine sea fantástico y una puta mierda a la vez”
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Terry Gilliam: “Me gusta que mi cine sea fantástico y una puta mierda a la vez”

El icónico miembro de los Monty Python y director de clásicos modernos como ‘Brazil’ y ‘Doce monos’ analiza las claves de su carrera y de su nuevo filme

Foto: El director británico Terry Gilliam en Gijón (EFE)
El director británico Terry Gilliam en Gijón (EFE)

Atención, pregunta. ¿Hay algo más inglés que el té de las cinco, la reina Isabel y montar una batalla campal en el pub tras beberte hasta el agua de los floreros? Sí: Los Monty Python. En efecto, su humor es tan inglés que olvidamos con frecuencia que uno de sus miembros, el cineasta Terry Gilliam (1940), nació en Minnesota y estudió en California. Un americano pata negra que acabó enrolado en esta célula cómica subversiva tras hacer un corte de mangas a su país natal (en plena oleada hippie) y abrazar a la Pérfida Albión.

Por el camino se convirtió en un cineasta comercial de culto (estatus codiciado donde los haya).Gilliam debutó como director (junto a Terry Jones) con una de las desternillantes películas de los Python, Los caballeros de la mesa cuadrada (1975). Luego se hizo un hueco en el mainstream de finales del siglo XX, entre Hollywood e Inglaterra, con una serie de películas marcadas por su aproximación fantasiosa y lisérgica a la realidad: la inolvidable distopía orwelliana de Brazil (1985), la ciencia ficción de culto de Doce monos (1995) o el desparrame triposo de Miedo y asco en Las Vegas (1998).

El Festival de Cine de Gijón homenajeó a Gilliam hace unos días. Buen momento para repasar su carrera, el revival de los Python y su último asalto a los cines, The Zero Theorem, que se estrena hoy.

¿Qué recuerda de su debut en 1975 al frente de una de las películas más enloquecidas de los Monty Python?

Que fue un disparate desde el primer minuto. Todo lo que podía ir mal… fue mal. Hasta la cámara se rompió el primer día… Pero éramos jóvenes y ambiciosos, así que logramos reconducir la situación. Lo interesante del rodaje fue cómo me dividí el trabajo con Terry [Jones]. Pronto quedó claro que él era mucho mejor que yo gestionando al equipo de rodaje, y a mí era mejor dejarme gestionando las imágenes (se ríe). Así funcionó el asunto.

Al principio no quería hacerlo de ninguna manera, me parecía retrógrado, un regreso al pasado, y a mí nunca me gustó vivir en el pasado. Pero una vez que arrancó el show, al sentir los rugidos de esa enorme masa de espectadores, comenzó a ser algo divertido. Sí, podía ser un poco ridículo, pero créeme si te digo que fue algo muy pero que muy divertido.

Algunos de sus filmes no son del todo bien recibidos/comprendidos al estrenarse, pero con los años se convierten en obras de culto. ¿A qué achaca que el espectador pase del rechazo al amor en unos años?

Tiene gracia, ¿verdad? Me gusta desconcertar al personal.A todo el mundo se le llena la boca ahora aclamando el clasicismo de Brazil, pero cuando se estrenó la mitad los espectadores huyeron despavoridos de los cines.A la gente no le suele gustar discurrir en los cines, sino que le entretengan sin más. Pero a mí me gustahacerpensar. Si polarizas al espectador, es que estás haciendo algo bien. Vale, esto no siempre es verdad, pero a veces sí. Me gusta que mi cine sea fantástico y una puta mierda al mismo tiempo.

Un ejemplo típico de esta dinámica bipolar: muchos espectadores se estrellaron contra la excesiva ‘Miedo y asco en Las Vegas’. ¿Le resultó difícil encontrar el equilibrio entre los dos polos –realismo y delirio– en los que se mueve (con fluidez) la novela original de Hunter S. Thompson? ¿Puede ser uno fiel a Thompson sin perder el norte cinematográfico?

Fue fácil (se ríe). Nunca intelectualizo las cosas que hago, actúo por instinto. Lo que tenía entre manos era un libro que me gustaba mucho. Yo no tomo drogas, pero entiendo su efecto sobre los cerebros: éxtasis, histeria o locura. Mi mayor preocupación era ser fiel a la honestidad del libro. La gente puede analizar mis películas, pero yo no puedo, me limitó a hacerlas, y ya está. Ahora bien: que Johnny Depp hubiera vivido algún tiempo con Thompsonme ayudó a comprender mejor lo que queríamos contar.

'The Zero Theorem'podía pasar por un remake de Brazil llevado a la era digital. Hay quien cree que, si incluimos Doce monos, podríamos estar ante una trilogía distópica, algo que usted niega…

Algunos de sus rodajes se le han hecho bola, como su fallida adaptación de Don Quijote. La era digital ha agilizado en parte el componente industrial de los rodajes. No sé si para usted es más fácil rodar ahora…

Para mí sigue siendo igual de difícil. Lo único que ha cambiado es que las cámaras son diferentes, pero lo que yo hago es exactamente igual que antes. Es fantástico que la gente pueda rodar películas baratas con sus teléfonos móviles, cualquier avance tecnológico es útil, pero para mí sigue siendo la misma matraca de toda la vida.

Atención, pregunta. ¿Hay algo más inglés que el té de las cinco, la reina Isabel y montar una batalla campal en el pub tras beberte hasta el agua de los floreros? Sí: Los Monty Python. En efecto, su humor es tan inglés que olvidamos con frecuencia que uno de sus miembros, el cineasta Terry Gilliam (1940), nació en Minnesota y estudió en California. Un americano pata negra que acabó enrolado en esta célula cómica subversiva tras hacer un corte de mangas a su país natal (en plena oleada hippie) y abrazar a la Pérfida Albión.

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