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Toni Servillo: "Los actores que se creen Hamlet son idiotas"
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Toni Servillo: "Los actores que se creen Hamlet son idiotas"

El intérprete de La gran belleza llega a España para promocionar su obra de teatro Le voce di dentro y su nueva película: 'Viva la libertad' una sátira política

Foto: El actor italiano Toni Servillo (EFE)
El actor italiano Toni Servillo (EFE)

Y Jep Gambardella se hizo carne. Como si hubiera traspasado la pantalla, Toni Servillo apareció en los Teatros del Canal con el espíritu del personaje de La gran belleza dentro de su cuerpo. Sin chaquetas de colores chillones, pero con un elegante traje y con un puro en sus dedos, Servillo hizo las delicias de un público entregado al intérprete italiano. Sólo falto que la música de Rafaella Carrà sonara para realizar una entrada más triunfal.

El actor se encuentra en España para presentar su obra de teatro Le voci di dentro (Voces desde el interior), un texto de su compatriota Eduardo DeFilippo, que representaráen el Festival de Otoño a Primavera de la Comunidad de Madrid desde hoy hasta el próximo domingo. También aprovechará su paso por la capital para promocionar su último filme, Viva la libertà, una sátira política por la que estuvo nominado en los pasados David de Donatello (los Goya italianos) y que se estrena el21 de mayo.

Entre los asistentes, un gran número de caras conocidas que no querían perderse la conversación entre Servillo y David Trueba, que hizo las veces de moderador. Aitana Sánchez Gijón, Nathalie Poza, Irene Escolar, Rossy de Palma, Tamar Novas… Medio gremio de actores se rindieron a los pies de Servillo, que desgranó los entresijos del teatro: “Una fiesta de los sentidos y la inteligencia. Y que como todas las fiestas está mejor cuando hay mucha gente”, como loha definido el actor.

14 intérpretes, entre los que se encuentra su propio hermano, llevan a las tablas una obra que habla sobre la decadencia de Italia en la Segunda Guerra Mundial. Una decadencia que también se desprende de sus últimas películas, aunque Servillo confiesa a este periódico que no es que estén relacionadas entre sí, sino que toda la historia de la humanidad está plagada de decadencia.

El actor ha rendido pleitesía a De Filippo, napolitano como él, con el que comparte esa capacidad de “encontrar el llanto en una sonrisa, algo muy relacionado con la naturaleza de la interpretación”. Servillo ha definido laobradel autor como “la última forma de teatro popular en el sentido más noble de la palabra”.

En la obra de De Filippo aparecían padres neuróticos, tías locas, madres esquizofrénicas y yo me daba la vuelta y veía a esos personajes sentados en mi sofá. Sentí por primera vez la confusión entre la vida real y la vida representada

“Su obra se veía en la televisión con toda la familia reunida. En ella aparecían padres neuróticos, tías locas, madres esquizofrénicas y yo me daba la vuelta y veía a esos personajes sentados en mi sofá. Sentí por primera vez la confusión entre la vida real y la vida representada” añadía.

Un juego de espejos entre la vida real y la historia representadacomo el que se vive al ver a Servillo-Gambardella mordiendo su puro en plena charla.

Sufrimiento y rutina

Para Toni Servillo los lugares comunes no existen. Sus respuestas son sinceras, las que puede permitirse uno de los actores más importantes del cine europeo actual. Por ello, cuando ha sido preguntado por David Truebacómo descubrió su vocación, el actor se ha reído de todos los tópicos que se usan para responder una cuestión como esta.

“No quiero usar la retórica y decir todo eso de 'cuando yo era niño…' O decir ‘Yo soy Hamlet’. Los actores que dicen eso son medio idiotas. Las palabras que me salen ahora cuando pienso en ser actor son: fatiga, renuncia y trabajo diario, pero no lo digo con dolor”, explicaba irónico Servillo.

Su labor consiste en que, entre el público y el actor, se transmita energía, una energía que hace que cada representación sea diferente y que le permite encontrar algo nuevo en el texto cada vez que lo interpreta. Para ello el actor se entrega al máximo: “Hago este oficio consciente de que disfruto desgastándome. Cuando no tenga salud para gastarme se acabará todo”.

Servillo no sólo interpreta con su compañía, sino que también dirige.Una laborque compara con la delprimer violín de una orquesta al hacer la primera lectura del texto, pero poniéndola después en común con su equipo.

Un equipo con el que ha creado una compañía que considera un laboratorio abierto a nuevas experiencias y disciplinas: “Así nació mi primera obra con Sorrentino. Estaba haciendo en teatro El Misántropo de Molière, y a la vez produciendo cine. Mi primer filme, y mi primer protagonista”.

Tras esta participación comenzó el romance con Paolo Sorrentino, una historia de amor que se ha consumado en La gran belleza, un filme que por supuesto ha salido a relucir en el encuentro, especialmente por el ambiente felliniano que desprende cada fotograma de un título del que Servillo ha defendido su singularidad.

Sorrentino nunca escondió su pasión por Fellini, pero creo que Fellini miraba Roma e Italia apoyado en una barandilla; sin embargo, Sorrentino ha usado un lenguaje distinto, no ha encontrado la barandilla y se ha caído

“Sorrentino nunca escondió su pasión por Fellini, pero creo que Fellini miraba Roma e Italia apoyado en una barandilla; sin embargo, Sorrentino ha usado un lenguaje distinto, no ha encontrado la barandilla y se ha caído”.

Toni Servillo ha tenido tiempo para contar quiénes son sus referencias culturales en España, entre los que ha mencionado desde los clásicos Almodóvar y Lorca hasta Camarón y Javier Marías. El espíritu de Jep Gambardella poseyó en ese momento su cuerpo de nuevo para añadir la paella como una de las cosas españolas que más le gustan.

Antes de despedirse y preparar su asalto a los Teatros del Canal, una pregunta desde las últimas filas de la sala resonó con una voz conocida: “Es usted uno de los actores que más me emociona, en teatro y cine, le estoy agradecido”. Mario Gas se deshacía en halagos delante de un Toni Servillo que por fin dejó atrás su personaje de La gran belleza para ruborizarse ante el piropo del director de escena español, que actuó como un fan más admirando a su ídolo.

Y Jep Gambardella se hizo carne. Como si hubiera traspasado la pantalla, Toni Servillo apareció en los Teatros del Canal con el espíritu del personaje de La gran belleza dentro de su cuerpo. Sin chaquetas de colores chillones, pero con un elegante traje y con un puro en sus dedos, Servillo hizo las delicias de un público entregado al intérprete italiano. Sólo falto que la música de Rafaella Carrà sonara para realizar una entrada más triunfal.

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