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Cuando el número de teléfono de Mengele salía en la guía telefónica
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Se estrena 'el médico alemán'

Cuando el número de teléfono de Mengele salía en la guía telefónica

La directora argentina Lucía Puenzo analiza las claves de su película sobre el plácido exilio latinoamericano del científico y criminal de guerra nazi

Foto: El actor catalán Àlex Brendemühl interpreta a Mengele en el filme
El actor catalán Àlex Brendemühl interpreta a Mengele en el filme

Parece un chiste de Gila, pero es real. A principios de los años cincuenta, uno podía contactar con Josef Mengele -antiguo médico del campo de concentración de Auschwitz, criminal de guerra e icono maléfico de los experimentos genéticos nazis- llamándole por teléfono a su casa de Buenos Aires. Su número aparecía en la guía telefónica bajo el nombre de... José Mengele. O el exilio dorado latinoamericano de los matarifes nazis, cuyas paradojas refleja ahora la directora argentinaLucía Puenzo en El médico alemán, que se estrena hoyen nuestros cines. El filme, una coproducción española que representará a Argentina en los Oscar, mezcla realidad y ficción para describir el viaje de Mengele a la Patagonia en 1959, donde acabará experimentando con los hijos de una familia que le aloja en su hostal.

Mengele huye y entra en Latinoamérica con relativa facilidad gracias a un pasaporte expedido por la Cruz Roya y el Vaticano

"Su nombre aparecía en la guía como José Mengele. Es alucinante. Increíble. Lo que pasa es que, cuando Mengele llegó a Argentina, la culpabilidad de los médicos durante el nazismo no estaba tan clara como zanjaronlos juicios que vinierondespués. Mengele huye y entra en Latinoamérica con relativa facilidad gracias a un pasaporte expedido por la Cruz Roya y el Vaticano. Hasta tenía una empresa registrada. Vivía con mucha tranquilidad", recuerda Puenzo, que pasó esta semanapor Madrid para promocionar su filme, donde adapta una novela propia: Wakolda (Duomo, 2013).

Al actor catalán Àlex Brendemühl, que interpreta aMengele en el filme, también le resultachocante la facilidad con que la que el científico nazi fue saltando de país en país sin que nadie le echara el lazo. "Hay algo entre sorprendente y aberrante en el hecho de que en toda América se recibiesea criminales de guerra con los brazos abiertos e incluso se utilizase su bagaje cultural y científico para sacar provecho. Esta pasividad oportunista fueresponsable en parte de que se crearan comunidades de nazis que no sólo no pagaron por sus crímenes sino que pudieron seguir desarrollando su ideología con plena libertad. De Mengele, por ejemplo, se dice que acabó siendo médico personal de Alfredo Stroessner [dictador de Paraguay entre 1954-1989]. Más legitimidad imposible", cuenta Brendemühl.

No fue hasta finales de los años cincuenta cuando a Mengele se le empezó a complicar un poco la vida en Argentina. Israel comenzó a tomarse la caza de los nazis como una cuestión de Estado. Y el Mossad dió su gran golpe militar y propagandístico al detener aAdolf Eichmann, responsable directo de la Solución Final, en Buenos Aires. El posterior juicio a Eichmann en Jerusalén dio lugar al celebérrimo ensayo deHannah Arendtsobre la banalidad del mal. Fue en esa época cuando se gestóla actual consciencia sobre los horrores del Holocausto.Una demora histórica que explicaría tantola buena vida de personajes como Mengele como el olvido de las memoriasde supervivientes del Holocausto como Primo Levi.

"Cuando el Mossad llegó a Buenos Aires a buscar a Eichmann se enteraron de que Mengele también andaba por ahí. Hubo toda una discusión en la cúpula del Mossad sobre si ir a por los dos a la vez o no. Unos temían que Mengele se escapara si no iban a por él del tirón, como así ocurrió, mientras que otros alegaban que había que ir primero a por Eichmann porque era más culpable que Mengele. Si hubieran ido a por los dos, quizás les hubieran atrapado", aclara Puenzo. El hecho es que Mengele acabó huyendo a Paraguay y nunca fue detenido. Murió en Brasil en 1979.


Parece un chiste de Gila, pero es real. A principios de los años cincuenta, uno podía contactar con Josef Mengele -antiguo médico del campo de concentración de Auschwitz, criminal de guerra e icono maléfico de los experimentos genéticos nazis- llamándole por teléfono a su casa de Buenos Aires. Su número aparecía en la guía telefónica bajo el nombre de... José Mengele. O el exilio dorado latinoamericano de los matarifes nazis, cuyas paradojas refleja ahora la directora argentinaLucía Puenzo en El médico alemán, que se estrena hoyen nuestros cines. El filme, una coproducción española que representará a Argentina en los Oscar, mezcla realidad y ficción para describir el viaje de Mengele a la Patagonia en 1959, donde acabará experimentando con los hijos de una familia que le aloja en su hostal.

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