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Wole Soyinka, el primer Nobel de Literatura africano: "Trump es un asesino de masas"
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Wole Soyinka, el primer Nobel de Literatura africano: "Trump es un asesino de masas"

El escritor nigeriano, siempre bastante crítico con el poder y que llegó a estar dos años en la cárcel de su país, ha presentado su última novela 'Crónicas desde el país de la gente más feliz de la Tierra'

Foto: Wole Soyinka, este martes en Madrid. (EFE/Emilio Naranjo)
Wole Soyinka, este martes en Madrid. (EFE/Emilio Naranjo)

Cuando a Wole Soyinka (Nigeria, 1934) le concedieron el Premio Nobel de Literatura en 1986, se le vino el mundo encima. Era el primer escritor africano en conseguir el prestigioso galardón y “me sentí muy feliz”, pero también vio que aquello “era una arma de doble filo” y “una carga inmensa”. Soyinka no era un escritor desconocido. Había sido educado en Inglaterra, escribía en inglés y había publicado varias decenas de obras de teatro y varios ensayos, todo muy crítico con los gobiernos y la corrupción de su país natal. De hecho, había estado casi dos años en la cárcel en su país, entre 1967 y 1969, acusado de conspiración por lo que escribía. Y el Nobel le puso, de nuevo, en el disparadero.

“Es un premio que te da reconocimiento mundial y eso es una manera de escaparte del control del poder, por lo que el poder puede sentir rencor por ello. Y eso es un riesgo”, contaba este martes en rueda de prensa el propio Soyinka, de visita en Madrid para presentar su nueva novela en 50 años Crónicas desde el país de la gente más feliz de la Tierra’ (Alfaguara) y de camino al festival Cosmopoética de Córdoba. El escritor ha recordado cómo Ken Saro-Wiwa, un amigo escritor, que además era “un guerrero ecológico”, fue ahorcado por el dictador Sani Abacha en 1995. “Lo que quería el dictador era desafiar a la opinión pública”, relataba Soyinka, quien también se sabía en el punto de mira, por lo que acabó huyendo del país en la parte trasera de una moto un año después de la llegada al poder de este dictador. “Le hubiera encantado ahorcar a un premio Nobel”, afirmó el escritor.

“El Nobel te da reconocimiento y eso es una manera de escaparte del control del poder, por lo que el poder puede sentir rencor. Y eso es un riesgo”

Las circunstancias son muy distintas para Abdulrazak Gurnah, el escritor tanzano ganador del Nobel de Literatura este año. Y Soyinka se alegra de que le hayan dado el galardón. “La Academia está empezando a ver la riqueza artística del continente africano”, señalaba, si bien ha querido dejar claro que él no está de acuerdo con los sistemas de cuotas y representación regional. “Es condescendiente, es decir, ahora le toca a África”, ha afirmado. Ahora bien, sí le gusta que se haya arriesgado con un autor que apenas se conoce. “La Academia tiene que ser una institución aventurera y seguir sorprendiendo al resto del mundo y educarnos universalmente en ese sentido”. Si por él fuera, más Gurnahs serían bienvenidos.

Crítico con el poder

Soyinka nunca había sido una voz amable con las autoridades de su país. Tuvo los recursos para estudiar en Inglaterra, pero pronto vio que se debía de alguna manera a su país natal y debía poner el dedo en la llaga en los gobiernos corruptos que no dejaban realmente desarrollarse a Nigeria. Regresó allí y montó un grupo de teatro muy crítico. Empezó a jugar también con un lenguaje muy ácido e irónico. Aquel que, como él mismo dice, “precisamente el poder no entiende”. Pero acabó en la cárcel.

Soyinka entendió que debía poner el dedo en la llaga en los gobiernos corruptos de Nigeria. Acabó en la cárcel

Allí siguió escribiendo. Lo hacía en papel higiénico que envolvía en hojas de tabaco y hojas de libros. Fue su forma de no volverse loco. Pero, tras salir de prisión, no cejó en su empeño. Continuó escribiendo obras de teatro, poemas, ensayos, un par de novelas. Y siempre con el mismo tono mordaz, como el de su nueva novela cuyo título ya de por sí es muy irónico: la gente del país más feliz del mundo que es un puro vertedero (Nigeria).

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Soyinka, esta mañana en Madrid. (EFE)

“Yo soy una persona muy irónica, y no tengo la intención de que sea un lenguaje ambiguo”, resaltaba, “aunque al poder le cuesta entenderlo. Con el poder tienes que ser muy directo. De hecho, con el poder hay que usar un lenguaje tan brutal que no se puede ni publicar”. Este recurso también le sirve para seducir a los lectores y subirles a su mismo barco. “Es una manera de convertirles en conspiradores”, apuntaba.

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'Crónicas desde el país de la gente más feliz de la Tierra'.

En la nueva novela, género al que regresa después de medio siglo, vuelven a estar sus preocupaciones sobre la marcha del país. Esta vez, contaba este martes, todo comenzó por el 'shock' que le supuso el secuestro de estudiantes a cargo de Boko Haram. “Ya había escrito ponencias sobre el tema, pero el confinamiento, las contradicciones de la sociedad y el deterioro del humanismo” le llevaron a adentrarse en una novela que ahondase en esta falta de humanidad. “Yo no soy novelista, pero me fui dando cuenta de que necesitaba este medio de expresión para transmitir mis obsesiones”.

Contra Trump

Si no es amable con su país, mucho menos lo es con poderosos como Donald Trump. De hecho, cuando este ganó las elecciones en 2016 rompió su 'green card' (la tarjeta para poder vivir en EEUU). Y su rechazo al político y empresario sigue siendo profundamente intelectual y visceral. Este martes no escatimó en vituperios. “Trump representa un insulto a la existencia del ser humano”; “Trump es un asesino de masas”, en referencia a los millones de muertos que ha habido por covid en EEUU.

Lo terrible para este escritor es que Trump no ha desaparecido: "Tiene todavía muchos seguidores. No estamos en la era post-Trump"

“Es un hombre estúpido, pero con una inteligencia con la que es capaz de reconocer el instinto primitivo”, describía esta mañana mientras recordaba cómo muchos le definieron como “un payaso”, pero pocos vieron “que era también un hombre muy peligroso. Trump les dijo a los norteamericanos que habían estado hipnotizados y que por eso Obama había llegado al poder. Llegó así a lo más hondo de los americanos”.

Lo terrible para este escritor es que Trump no ha desaparecido ni mucho menos del mapa. “Tiene todavía muchos seguidores. No estamos en la era post-Trump. Me da pena Biden porque ha asumido el poder desde la planta menos uno y le queda muchísimo por hacer”, ha asegurado antes de desear que EEUU “despierte y se dé cuenta de lo que es el trumpismo, no solo por EEUU, sino también por el resto del mundo”.

Cuando a Wole Soyinka (Nigeria, 1934) le concedieron el Premio Nobel de Literatura en 1986, se le vino el mundo encima. Era el primer escritor africano en conseguir el prestigioso galardón y “me sentí muy feliz”, pero también vio que aquello “era una arma de doble filo” y “una carga inmensa”. Soyinka no era un escritor desconocido. Había sido educado en Inglaterra, escribía en inglés y había publicado varias decenas de obras de teatro y varios ensayos, todo muy crítico con los gobiernos y la corrupción de su país natal. De hecho, había estado casi dos años en la cárcel en su país, entre 1967 y 1969, acusado de conspiración por lo que escribía. Y el Nobel le puso, de nuevo, en el disparadero.