Es noticia
A todos nos conviene bajar el precio de las entradas de cine (aunque no sean caras)
  1. Cultura

A todos nos conviene bajar el precio de las entradas de cine (aunque no sean caras)

Aunque al consumidor, el que se pone a la cola para ver una película, le pueda resultar chocante, la verdad es que a los Furtivos nos

Foto: Entradas de cine. (EFE)
Entradas de cine. (EFE)

Aunque al consumidor, el que se pone a la cola para ver una película, le pueda resultar chocante, la verdad es que a los Furtivos nos sorprende que una gran parte de los españoles considere que ir al cine es caro. Y aún nos sorprenden más las declaraciones del Ministro de Cultura advirtiendo -cuasi amenazando- que o se bajaban los precios de las entradas en la proporción del descenso del impuesto, o volverían a subir el IVA. Ni es su competencia marcar los precios (tampoco la política fiscal) ni conoce los pormenores de un asunto sobre el que hoy pretendemos aportar algo de luz. La cosa, querido amigos, no es tan sencilla...

Vamos a explicarnos.

El negocio de la exhibición cinematográfica ha sido excelente hasta la década de 1980 y buena parte de los 90. Pero desde entonces muchas de las salas en todo el mundo, salvo aquellas que se han convertido en pantallas múltiples, han ido cerrando, las más de las veces a cal y canto. Aquellas que se mantienen lo hacen porque las ordenanzas municipales no permiten cambiar el uso del local y, por lo tanto, impiden a sus profesionales traspasarlo o venderlo. O porque se trata de negocios familiares con mucha tradición en la industria del cine.

Como siempre aspiramos a que España disponga de los mejores servicios en los países de nuestro entorno, conviene recordar el precio de las entradas en las ciudades más importantes de Europa:

CIUDAD PRECIO MEDIO LABORABLES FIN DE SEMANA

Londres 8.88 euros 9.43 euros

Dublín 8.80 9.34

París 8.72 9.26

Atenas 8.25 8.75

Ámsterdam 7.60 8.80

Bruselas 7.44 8.63

Madrid 7.02 7.52

Roma 6.11 7.34

Lisboa 5.86 5.86

También es oportuno subrayar que la industria cinematográfica reclamaba la bajada del IVA porque lo subieron al triple de la media de los países de la Unión Europea y por el injusto reparto de los ingresos, no porque se consideraran caros los billetes. Precisamente el sector se sacrificó para no incrementar el precio de éstos pese a lo inicuo que era ese gravamen del 21 por ciento. Es decir: nunca se exigió la reducción drástica del impuesto para bajar los precios sino para conseguir una adecuada y razonable distribución de los ingresos.

No es tampoco cierto que las entradas de cine no hayan bajado. El informe de FECE de hace pocos días desmiente categóricamente el publicitado hace semanas por FACUA, claramente sesgado. Según los datos de FECE, el 87% de los cines han bajado los precios (62% la totalidad de la bajada del impuesto, 25% parcialmente).

Para centrar la polémica, veamos cómo se reparte el importe de los billetes en las salas más caras, que suelen estar en Madrid y en Barcelona.

Tomemos como ejemplo una entrada de 7.52 euros:

-El 10% de 7.52€ (0.75€) se va a la Hacienda Pública, quedando a repartir 6.77€.

-El 3% de estos 6.77€ (0.20€), a derechos de autor. Restan 6.57€; el 50% de esta cantidad (3.28€) es para el propietario de la sala y el otro 50%, se lo queda el distribuidor de la película.

-De los 3.28€ que el distribuidor percibe, retiene hasta un 20%, lo que equivale a 0.65€, en concepto de comisión de distribución, quedando para el productor 2.63€ por entrada; esto es un 34.97% del precio de la entrada.

Con estos ingresos, el productor tiene que pagar:

- La producción de la película (una española con aspiraciones de situarse entre las 30 o 40 favoritas de los espectadores) tiene un coste medio de tres millones de euros).

- La publicidad y el marketing (no inferior a 450.000 euros para un modestísimo lanzamiento en España).

- Las copias (pantallas de exhibición) suelen ser 350 y su coste es de unos 200 euros, lo que supone una inversión de 70.000 euros por título.

Así que (aparte quienes cobran de la entrada arriesgando poco o nada), para que un productor recupere una inversión de, digamos, 3.520.000 euros, la película tiene que vender un mínimo de 1.354.000 entradas, suponiendo que solo obtuviera ingresos de la explotación en salas.

Una explotación deficitaria

En el año 2017 se han estrenado en las salas comerciales de nuestro país un total de 188 títulos de largometrajes con nacionalidad española, y el umbral de 1.3 millones de espectadores (a 31 de diciembre de dicho año) solo fue alcanzado por apenas tres de ellos (1.59%). Otros 29 títulos con más de 50.000 espectadores, con una media de 384.248 entradas vendidas (15.42%). El resto de títulos, 156 -incluye películas de bajo presupuesto y documentales- vendieron un total de 678.000 entradas, a una media de 4.346 por título (82.9%). La explotación en salas, sin necesidad de exponer muchos cálculos, es claramente deficitaria para el productor.

Como no solo de la sala vive una película, para buscar su viabilidad el productor debe prevender a una o varias televisiones su emisión futura. Y contar con las preceptivas aportaciones del Estado, bien a través de las desgravaciones fiscales, bien con subvenciones directas, o combinando ambas. A esto se suman ventas internacionales, explotación en plataformas online, y otros ingresos.

Muchos lectores pensarán que si el cine español no es rentable, que no se haga. ¿Y por qué no hacemos esta misma reflexión con otros productos?

Nos hemos centrado en los ingresos en salas porque dedicamos este artículo al precio de las entradas. Bien sabemos que el modelo de explotación está en absoluta revisión. Anteayer 'Roma', la genial película de Cuaron obtuvo la máxima distinción en el Festival de Venecia, después de ser rechazada en Cannes, pues al ser una producción de Netflix será estrenada directamente en televisión y los estatutos de Cannes hoy por hoy prohíben tal práctica. Con Netflix vienen los HBO, Amazon, Movistar+ y otros tantos que están abriendo caminos alternativos a las salas.

Somos conscientes de que muchos lectores pensarán que si el cine español no es rentable, que no se haga.

¿Y por qué no hacemos esta misma reflexión con productos, mercancías o servicios como la minería; los teatros municipales y del Estado, la Sanidad, la Educación, los grandes museos, la producción de automóviles, las líneas de ferrocarril (incluido el AVE), las autopistas, u otras industrias culturales o no culturales? ¡Ah!, podríamos rebajar sustancialmente los impuestos a los españoles.

En el ámbito del cine, este disparate supondría entregar el 100% de nuestro entretenimiento cinematográfico a los estudios de Estados Unidos, que ya controlan el 70% de nuestro mercado, con un mayor quebranto para las arcas públicas que los miserables 38 millones de euros que el Estado dedica al año a la producción española. Por cierto, las diferentes ayudas públicas que tiene el audiovisual norteamericano multiplican por casi cien veces la dotación española.

Una última reflexión. Hemos intentado demostrar que objetivamente el precio de la entrada de cine no es caro. Más aún en su comparativo con otros espectáculos deportivos, de entretenimiento o culturales. Sabemos que no es la percepción actual, y hemos seguido los datos de taquilla de los últimos meses.

El precio medio de las entradas (en toda España, no solo Madrid y Barcelona) estuvo la última semana en torno a 6.58€. El llamado miércoles del espectador el precio medio se sitúa entorno a 4.66€. Pues bien, la afluencia los miércoles se ha disparado, no solo en espectadores (llega a multiplicar hasta por 4 las cifras de los otros días laborables y por 2 los sábados y domingos), sino en recaudación. Con precios más bajos se consigue la mayor recaudación de la semana. Los costes para el cine son fijos, y por tanto todo nuevo ingreso va directamente a incrementar resultados. La sensibilidad al precio es muy alta.

Así que los Furtivos echamos nuestro cuarto a espadas: que los empresarios de esta nuestra industria tome en cuenta estas reflexiones y actúen en consecuencia y que dejemos -Ministro- el IVA en paz, como reza el refrán, no sea que por alumbrar tanto vayan a quemar el santo.

Continuará…

Aunque al consumidor, el que se pone a la cola para ver una película, le pueda resultar chocante, la verdad es que a los Furtivos nos sorprende que una gran parte de los españoles considere que ir al cine es caro. Y aún nos sorprenden más las declaraciones del Ministro de Cultura advirtiendo -cuasi amenazando- que o se bajaban los precios de las entradas en la proporción del descenso del impuesto, o volverían a subir el IVA. Ni es su competencia marcar los precios (tampoco la política fiscal) ni conoce los pormenores de un asunto sobre el que hoy pretendemos aportar algo de luz. La cosa, querido amigos, no es tan sencilla...

IVA Cine español