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'Nico, 1988': los últimos y tristes días de la musa de Warhol y The Velvet Underground
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'Nico, 1988': los últimos y tristes días de la musa de Warhol y The Velvet Underground

La italiana Susanna Nicchiarelli dirige este biopic sobre la cantante alemana, icono de la cultura underground de los 60 y 70

Foto: La actriz Trine Dyrholm en el papel de Nico. (Vivo Film)
La actriz Trine Dyrholm en el papel de Nico. (Vivo Film)

Lo consiguió. Y lo perdió por culpa del enganche al ácido y a la heroína, y sumergida en sus últimos años en giras decadentes al lado de grupos de cuarta categoría, desapareció en la oscuridad de su propia sombra en la soleada Ibiza. La directora italiana Susanna Nicchiarelli presentó en noviembre en el Festival de Cine Europeo de Sevilla 'Nico, 1988', un 'biopic' que se estrena este fin de semana y que precisamente está centrado en los dos últimos años de vida de la artista, antes de que una hemorragia cerebral acabase por llevársela.

"He estado en lo más alto. He estado en lo más bajo. Y los dos sitios están vacíos". En los últimos años de su vida, el lóbrego escepticismo y la languidez marca Nico —si no impostada, al menos seductora para el underground— degeneraron en un escepticismo real, en la estampa difícil de mirar de una espiral de autodestrucción consciente, de picos de heroína en un tobillo marcado por las agujas, de exabruptos erráticos humillantes y de pequeños momentos de lúcida calidez, sobre todo hacia un hijo, Ari, trastocado por los mismos demonios que su madre.

placeholder Trine Dyrlholm es Nico en 'Nico, 1988'. (Vivo Film)
Trine Dyrlholm es Nico en 'Nico, 1988'. (Vivo Film)

Contaba el músico y escritor James Young en su biografía sobre la cantante 'Nico, Songs They Never Played On The Radio' que el entonces veinteañero — antes reconvertido en fotógrafo, ahora simplemente intentando sobrevivir a las adicciones— incluso mimaba a su madre con picos de heroína. "'Mamá, mamá, sígueme. Tengo un regalito para ti. [...] Cierra los ojos'. le decía. 'Bien, ¡ábrelos!'. Sostenía una aguja hipodérmica cargada y preparada. Nico lanzó un gritito de alegría. Un hijo realmente amorodo conoce (y comparte) las verdaderas necesidades de su madre", escribe Young.

"Mamá, mamá, sígueme. Tengo un regalito para ti. [...] Sostenía una aguja hipodérmica cargada y preparada"

La película de Nicchiarelli desmonta el mito para retratar a una mujer superada y rebelde, que se maneja tan bien como mal cuando el foco se ha apagado. Es esa dicotomía, la de una artista capaz de comportarse como una diva caprichosa y subversiva y la de una madre que no sabe bien cómo amar a su hijo —que Alain Delon nunca ha reconocido como suyo—, deja entrever esa fragilidad con la que es difícil no conectar.

Una mujer que debe seguir reconociéndose como Nico, la rubia lánguida de voz grave y pestañas infinitas, y como Christa —su nombre real y por el cual la llaman sus conocidos—, una cincuentona deteriorada por el abuso de drogas y en la que prácticamente es imposible reconocer al mito de la moda de veinte años antes, que se arrastra por salas de mala muerte consciente de que el interés que despierta es el de una leyenda caída. Una cantante empeñada en quitarse la coletilla de "Nico, ¿la de la Velvet Underground?" y demostrar ser una artista por derecho propio. "Mi vida empezó después de la Velvet", pelea.

placeholder Una imagen de 'Nico, 1988'. (Vivo Film)
Una imagen de 'Nico, 1988'. (Vivo Film)

"¿Soy fea?", pregunta Nico (interpretada por una poderosísima Trine Dyrholm). "Sí", le contestan. "Genial. No era feliz cuando era guapa", zanja. 'Nico, 1988' abre una ventana al mundo turbulento de la cantante en un drama agridulce sobre la fama, la desilusión y las contradicciones que conlleva vivir una vida sustentada de algún modo en la reivindicación de la oscuridad y los excesos que, a su vez, está lastrada por esos mismos excesos y oscuridad. De sobrellevar la losa de una interpretación taciturna y vaciada cuando por dentro hay pura emoción volcánica. Y la película se sostiene en su mayoría sobre los hombros de Dyrholm, que eclipsa a cualquiera que ose interponerse en su pantalla.

"¿Soy fea?", pregunta Nico. "Sí", le contestan. "Genial. No era feliz cuando era guapa", zanja

La película acaba antes de aquel 18 de julio de 1988. Y no acaba en la negrura que podría anticiparse de una historia marcada por la tragedia, que empieza con el testimonio de la caída de Berlín en la Segunda Guerra Mundial —unos recuerdos de los que no logra desprenderse— y sigue con una carrera en barrena, un hijo desatendido —en los flashbacks se le muestra siempre solo, como un elemento discordante en una vida de fiestas y espectáculo—, y que acaba con una caída desafortunada que le provoca la muerte. Justo en el momento en el que había recurrido a la metadona y había decidido reconectar con su hijo y darle una oportunidad a la luz frente a la negrura.

Lo consiguió. Y lo perdió por culpa del enganche al ácido y a la heroína, y sumergida en sus últimos años en giras decadentes al lado de grupos de cuarta categoría, desapareció en la oscuridad de su propia sombra en la soleada Ibiza. La directora italiana Susanna Nicchiarelli presentó en noviembre en el Festival de Cine Europeo de Sevilla 'Nico, 1988', un 'biopic' que se estrena este fin de semana y que precisamente está centrado en los dos últimos años de vida de la artista, antes de que una hemorragia cerebral acabase por llevársela.

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