Así expoliaron los Franco el Pórtico de la Gloria que Santiago quiere recuperar
El Gobierno local presentará una moción para recuperar dos tallas de la catedral de Santiago donadas en 1961. La fundación del dictador descarta la devolución de las obras a la ciudad
El 30 de agosto de 1961, Francisco Franco y su esposa Carmen Polo paseaban por los pasillos del Palacio de Xelmírez, en Santiago de Compostela, entre los mejores exponentes del arte románico. Dos figuras detuvieron su paso en aquella muestra organizada por el Consejo de Europa: Isaac y Abraham, retiradas siglos atrás del Pórtico de la Gloria, obra cumbre del Maestro Mateo y, en ese momento, propiedad de la ciudad. El matrimonio quiso asegurarse la gloria tomando un trozo de ella. Las piezas fueron a parar a la familia del dictador tras un obsequio del ayuntamiento del que no se guarda registro alguno.
Más de medio siglo después, el concello gobernado por la coalición Compostela Aberta ha decidido recuperar las obras. Aprovechando que las dos tallas se encuentran de nuevo expuestas en el Palacio de Xelmírez, a pocos metros de donde se asienta el Pórtico, la concejal Marta Lois presentará en el próximo pleno municipal una moción para poner fin al "expolio" y demandar la devolución de las obras “sustraídas” por los Franco. La iniciativa recoge trasladar el acuerdo, de llegar a aprobarse, a la Xunta de Galicia y al Gobierno español.
El Ayuntamiento prepara además una reclamación por vía judicial para declarar nula la donación realizada en 1961, al no figurar en el consistorio ningún documento que la recoja. “Entendemos que, como bien público que son estas estatuas, no pueden ser donadas a manos privadas”, añaden a El Confidencial. Por el momento, el conselleiro de Cultura, Román Rodríguez, pide al Gobierno local “averiguar qué pasó en su casa”. “Tendrán que ponerse a trabajar para recuperar el patrimonio. Si pasan a dominio público, estamos absolutamente a favor: son dignas de estar en los mejores museos del mundo”, añade.
En la Fundación Francisco Franco, sin embargo, dicen sentirse “sorprendidos” por la petición. “No nos han advertido de nada y no hemos hecho ningún trámite. Sinceramente, me sorprendería mucho que llegue a producirse esa entrega”, reconoce a este diario un portavoz de la fundación, que recuerda que las estatuas fueron “obsequiadas en su momento” y, por tanto, “pertenecen a la familia Franco”.
Cuatro siglos lejos de la Catedral
Isaac y Abraham se desprendieron de la obra cumbre del arte románico durante las reformas que sufrió la fachada de la catedral entre los siglos XVI y XVIII. “Según varios expertos, hubo piezas que fueron reubicadas durante los trabajos”, explica Carme Varela, de la Asociación O Sorriso de Daniel que, en los últimos años, trabajó por la recuperación de las estatuas.
Las obras fueron encontradas en 1933 en el pazo del conde de Ximonde, que las vende al Concello de Santiago a cambio de que no salgan de la ciudad
Se le perdió la pista a las dos tallas hasta que el historiador Fermín Bouza Brey las localizó en 1933 en el pazo del conde de Ximonde, junto al río Ulla. Bouza Brey identifica las figuras como las obras que el Maestro Mateo había ubicado, originalmente, en ambos extremos de la puerta principal de la basílica. Isaac y Abraham habían sido pétreas acompañantes durante al menos 500 años de las más de doscientas piezas que conforman el Pórtico.
“En ese momento se convence al Concello de Santiago para que las compre”, continúa la experta. Se llega a un acuerdo con el dueño para devolver las esculturas a la ciudad tras el pago de un precio simbólico. El conde, sin embargo, establece una cláusula de 60.000 pesetas para que las obras no sean vendidas o trasladadas de la capital gallega. Isaac y Abraham pasaron a presidir la escalinata del Pazo de Raxoi, sede del ayuntamiento y vecino de la Catedral en la plaza del Obradoiro.
Así, hasta que la Exposición Internacional de Arte Románico de 1961 las cataloga como propiedad de ‘Su Excelencia el Jefe del Estado’. “De un día para otro, las piezas están en su posesión. Ni se sabe cómo aparecieron en sus manos”, lamenta Varela.
El Ayuntamiento reconoce contar tan solo con un acta de 1947, en el que se aprueba en sesión plenaria la compra de las estatuas. Ni siquiera se mencionan en el Registro de Donaciones a Francisco Franco, consultado por este periódico en los archivos de Patrimonio Nacional.
A la sombra en la Casa Cornide
El primer destino de las obras, ya en propiedad de los Franco, fue el Pazo de Meirás, también objeto de controversia por la forma en que fue donada a la familia del dictador en plena Guerra Civil y por la restricción a las visitas pese a su condición de Bien de Interés Cultural. Tras adornar el interior de la mansión fueron a parar a la Casa Cornide, en pleno centro de la ciudad de A Coruña.
El edificio es un pazo urbano del siglo XVIII que llegó a servir de palacio consistorial durante parte del siglo XIX. En los años setenta, la Comisión Permanente de la ciudad puso la finca a subasta para que Pedro Barrié de la Maza la adquiriese por 305.000 pesetas. El Conde de Fenosa, empresario y banquero que ideó el ‘obsequio’ del Pazo de Meirás a los Franco, volvió a vestir la capa altruista con la familia y entregó el solar a Carmen Polo.
Hoy, pese a ser una de las joyas arquitectónicas de la ciudad, se encuentra cerrado al público y en ligero estado de abandono. Y allí, cuando no son recuperadas para ser expuestas al público, es donde Isaac y Abraham guardan polvo, aisladas de las obras labradas en granito y mármol por el Maestro Mateo entre 1168 y 1188, mientras Compostela anhela recuperar la Gloria perdida.
El 30 de agosto de 1961, Francisco Franco y su esposa Carmen Polo paseaban por los pasillos del Palacio de Xelmírez, en Santiago de Compostela, entre los mejores exponentes del arte románico. Dos figuras detuvieron su paso en aquella muestra organizada por el Consejo de Europa: Isaac y Abraham, retiradas siglos atrás del Pórtico de la Gloria, obra cumbre del Maestro Mateo y, en ese momento, propiedad de la ciudad. El matrimonio quiso asegurarse la gloria tomando un trozo de ella. Las piezas fueron a parar a la familia del dictador tras un obsequio del ayuntamiento del que no se guarda registro alguno.