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Paula Vázquez: la estrella que dice "no" a los que mandan
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la sorprendente antisistema televisiva

Paula Vázquez: la estrella que dice "no" a los que mandan

Cualquiera que eche un vistazo a sus redes puede pensar que está viendo las de un intelectual marxista, un líder sindical o un rapero antisistema. Pero no, estamos ante una profesional de éxito

Foto: Paula Vázquez. (EFE)
Paula Vázquez. (EFE)

Si alguien nos pregunta por figuras mediáticas incómodas para el poder, enseguida saldrán nombres como Jordi Évole, El Gran Wyoming y El Roto, dedicados a denunciar el funcionamiento depredador de las élites españolas. Su labor es muy valiosa, además de ampliamente reconocida, pero todos ellos responden a patrones marcados desde hace al menos un par de siglos. Uno es el insobornable periodista de investigación, otro el bufón ilustrado que ridiculiza a los dueños del cotarro y el último un carnicero que despieza cada día ante nosotros la crudeza del momento político. Seguramente resulta mucho más subversiva y desconcertante la figura de Paula Vázquez (La Coruña, 1974), una rubia escultural que tenía todo para convertirse en mujer florero catódica pero que decidió rebelarse contra su destino.

Foto: Giorgio Moroder en acción. (EFE)

Cualquiera que eche un vistazo a sus redes sociales puede pensar que está viendo las de un intelectual marxista, un líder sindical o un rapero antisistema. Pero no, estamos ante una profesional de éxito, cuya imagen y trabajo se recibe con cariño en millones de hogares españoles.

Contra las cloacas

Hagamos un zapping por sus momentos más notables de disidencia. No esperen que Vázquez comparta ingenuos lemas de Paulo Coelho, ya que prefiere los aforismos de la anarquista Emma Goldman. Hace poco escogió este tan bonito: “La pasividad y la mansedumbre no implican bondad, como la rebeldía no significa salvajismo”. También retuitea comunicados de la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, que anuncia que la ciudad condal destinará 125 millones de euros a crear un parque de vivienda social con dos mil doscientas casas. La presentadora y actriz también ayuda visibilizar el documental ‘Las cloacas de Interior’, donde se desvelan las prácticas ilegales de las fuerzas de seguridad, empezando por el ex ministro, Jorge Fernández Díez.

Convencida defensora de la igualdad de género, utiliza el humor para explicar su postura: “Si una mujer a la que le gustan las mujeres puede controlarse cuando ve a otra mujer con minifalda quizá el problema no sean las minifaldas”. Sus redes también recogen las noticia de que las presentadoras de la cadena británica BBC se han organizado para luchar contra la desigualdad salarial y exigen que la cadena pública termine con esta discriminación machista. La cuenta de Twitter de Vázquez está llena de usuarios que aplauden su implicación política igualitaria, tan poco usual entre las estrellas de nuestra televisión.

Sufrir la caspa machista

Estamos antes una de las pocas celebridades que pone nombre y apellidos a sus denuncias. “Hay que analizar lo que está ocurriendo. Pones Antena 3 y no hay mujeres. Arturo Valls tiene dos programas, Jorge Javier Vázquez dieciocho. Mientras tanto, mujeres como Anna Simón y Ana Morgade, que sé que son brillantes porque he trabajado con ellas, pasan años como colaboradoras”, denuncia en la revista Qué Me Dices. Como era de esperar, ha sido objeto de boicots por parte de quienes mandan. “Hay cadenas en las que estoy vetada por hablar del machismo en televisión. (…) No entiendo qué puede hacer un hombre que no pueda hacer yo (…) Me he encontrado con situaciones en las que mi compañero de trabajo me ha tocado el culo y le he dado un guantazo; entonces ha venido el productor a decirme que ‘eso no se hace’. Se te cae el alma a los pies. ¿Tengo que aguantar eso?”, denuncia.

Mi compañero de trabajo me tocó el culo y le di un guantazo; y vino el productor a decirme que ‘eso no se hace’

También verbaliza una injusticia evidente, conocida por cualquier espectador: “Cuando un hombre cumple los cuarenta, le llegan los programas en prime time. A nosotras, no. Caducamos a esa edad”. Vázquez dejó “Fama” por ”un tema moral” y ahora ha prescindido de mánagers y decide por sí misma qué proyectos le parecen estimulantes.

Entretenimiento digno

La presentadora y actriz agradece que Fernando Jerez, director del canal #0 de Movistar, le ofreciese presentar El Puente, un novedoso reality, “formato que a priori se suele ofrecer hombres”. A sus 43 años, Vázquez no se muerde la lengua, ni siquiera para cuestionar a actores icónicos de la izquierda. Lo prueban estas declaraciones en El Periódico: “En todas las películas que me ofrecieron, incluida una de Antonio Bardem, tenía que enseñar las tetas. Renuncié a trabajos en mis inicios porque no entiendo el entretenimiento como un lugar donde humillarte y abusar de ti. Por eso tengo una cláusula de objeción de conciencia en todos mis contratos por la que dejo claro que la vida privada de la gente no me interesa. Es más, me llegan a decir que tengo que hacer Supervivientes en biquini y contesto que no, que lo haga su madre”, afirma.

Sus referentes morales no son Lenin, ni Chomsky ni Gramsci, sino sus abuelas del pueblo: “Me crié con ellas en una aldea gallega. Quería que estuvieran orgullosas de mí y que no sintieran vergüenza”. Y el pasado viernes, volvió a sacudir Twitter al denunciar la diferencia de trato que dispensa Marca a Mireia Belmonte y a las estrellas masculinas del fútbol. Así es Paula Vázquez: una estrella catódica para quitarse el sombrero. A sus pies.

Si alguien nos pregunta por figuras mediáticas incómodas para el poder, enseguida saldrán nombres como Jordi Évole, El Gran Wyoming y El Roto, dedicados a denunciar el funcionamiento depredador de las élites españolas. Su labor es muy valiosa, además de ampliamente reconocida, pero todos ellos responden a patrones marcados desde hace al menos un par de siglos. Uno es el insobornable periodista de investigación, otro el bufón ilustrado que ridiculiza a los dueños del cotarro y el último un carnicero que despieza cada día ante nosotros la crudeza del momento político. Seguramente resulta mucho más subversiva y desconcertante la figura de Paula Vázquez (La Coruña, 1974), una rubia escultural que tenía todo para convertirse en mujer florero catódica pero que decidió rebelarse contra su destino.

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