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El día que Elvis enseñó a mover las caderas a los Beatles
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50 años del encuentro

El día que Elvis enseñó a mover las caderas a los Beatles

John Lennon, Paul McCartney, Ringo Starr, George Harrison conocieron a su ídolo hace medio siglo. Sólo había una condición: nada de prensa y mucha intimidad

Foto: Elvis Presley muestra un reportaje sobre los Beatles en una revista
Elvis Presley muestra un reportaje sobre los Beatles en una revista

Eran casi las diez de la noche. Cuatro limusinas negras pararon delante de la puerta de una imponente mansión de dos pisos. John, Paul, Ringo y George bajaron de los coches y entraron en la casa. Una enorme alfombra blanca cubría todo el suelo y les guiaba el camino hasta la sala principal donde les esperaba él. Sentado en un sofá en forma de media luna, al que acompañaban un par de mesas de billar y un minibar, se encontraba el Rey. Elvis Presley.

Aquel 29 de agosto de 1965, del que ahora se cumplen 50 años, supuso un encuentro histórico para la historia de la música. Los Beatles conocieron a su ídolo en una reunión secreta de la que no existe ni una imagen y que no se dio a conocer hasta tiempo después ya que hubo una regla fundamental para que este evento se produjera: intimidad y nada de prensa.

Los detalles se han ido sabiendo después, cuando varios de los asistentes fueron soltando anécdotas e historias, pero fue el jefe de prensa del grupo británico, Tony Barrow, el que desgranó todo lo ocurrido con motivo de una exposición sobre la influencia de Elvis en el cuarteto que tuvo lugar en Liverpool hace cuatro años.

“Antes de Elvis no había nada”, solía decir John Lennon sobre el cantante, al que acribilló a preguntas indiscretas en este primer encuentro. “¿Por qué haces esas películas de baladas suaves? ¿Qué pasó con el buen rock and roll de los viejos tiempos?”, espetó Lennon a su ídolo para romper, de manera torpe, el silencio. En aquella época los Beatles reinaban en las listas de éxitos detodo el mundo, mientras que Elvis Presley había dejado de lado su carrera musical para centrarse en su labor como actor en películas como El ídolo de acapulco o El trotamundos.

"Cuando los dos grupos se vieron hubo un silencio extraño”, recordaba Barrow que se sorprendió por la tranquilidad de Elvis, que “sonreía mucho y dio la mano a todo el mundo”. Después de las preguntas de John Lennon el silencio volvió a reinar en la sala. Un “silencio embarazoso” que sólo se podía solucionar de una forma: con música. Elvis comenzó a sacar guitarras y otros instrumentos musicales y la fiesta comenzó.

"Hasta ese momento, el encuentro realmente había sido un poco aburrido y sin vida. Pero tan pronto como Presley y Los Beatles comenzaron a tocar juntos, el ambiente se animó. Los chicos descubrieron que podían mantener una conversación mucho mejor con sus guitarras de lo que podían con su palabra. La música era su punto de encuentro natural, su medio de comunicación más inteligente”, explicó el jefe de prensa del grupo en 2011.

Hasta sus agentes, Coronel Parker y Brian Epstein, se apuntaron a este concierto improvisado en el que Ringo se quedó sin instrumento y se encargaba de marcar el ritmo sobre la mesa. Barrow sólo recuerda una canción de la lista de éxitos que tocaron, I feel fine, además de clásicos del rock. Pronto sólo quedaron los músicos cantando y tocando mientras que Parker y Epstein se retiraron para hablar de negocios, ya que este último tenía en mente aprovechar el encuentro para convencer a Parker y organizar una gira de Elvis por Reino Unido. Sabía que era imposible, pero no pensaba irse sin intentarlo.

"La fiesta terminó cuando Coronel Parker quiso. Comenzó a repartir regalos, que en su mayoría consistían en montones de álbumes de Elvis”, recordaba Tony Barrow que cree que para los Beatles conocer al rey del rock fue como visitar Tierra Santa, aunque llegaron a preguntarse si no había estado “completamente fumado” todo el tiempo.

Si Lennon entró a lo grande en la casa de Elvis con sus preguntas irreverentes, su salida no fue menos épica. Desde la limusina se giró e imitando el tono de Adolf Hitler gritó: ¡Larga vida al rey!.

Eran casi las diez de la noche. Cuatro limusinas negras pararon delante de la puerta de una imponente mansión de dos pisos. John, Paul, Ringo y George bajaron de los coches y entraron en la casa. Una enorme alfombra blanca cubría todo el suelo y les guiaba el camino hasta la sala principal donde les esperaba él. Sentado en un sofá en forma de media luna, al que acompañaban un par de mesas de billar y un minibar, se encontraba el Rey. Elvis Presley.

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