La jubilación no es un folleto a todo color
El cómic 'Sr. Esperanza' recorre la vida de dos setentones en medio de la nada finlandesa
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Con toda probabilidad unas crónicas desde el paraíso de la jubilación de la quintaesencia del Estado del bienestar europeo sea el mayor disparate para leer en vacaciones, si no fuera porque estas son –también con toda probabilidad- las protagonistas del mejor cómic publicado este año. Veamos, a nadie le interesa la vida de un setentón finlandés que escarda cebollinos, arándanos, lo que sea, corte leña o se revuelque en la nieve después de una sauna y se le congelen sus “manzanitas”. La cosa se pone interesante cuando el despojo laboral en el que se ha convertido entra en crisis al preguntarse quién es, qué ha hecho en su vida y qué espera de sí mismo. Todo esto en las profundidades de un bosque, rodeados por la naturaleza salvaje y vibrante.
“La naturaleza nos define y comprenderla nos hará más fácil entendernos a nosotros mismos”, explica el autor, Tommi Musturi (Ruovesi, Finlandia, 1975), que ha necesitado cinco partes y algo más de 200 páginas para resumir el drama beckettiano: mientras haya esperanza hay espera. “Es una historia sencilla, sobre lo que es visible y lo que no lo es. Sobre lo que importay lo que no”, añade. Es una bomba silenciosa este Sr. Esperanza (publicado por Aristas Martínez).
Es una historia sencilla, sobre lo que es visible y lo que no lo es. Sobre lo que importa y lo que no
Toda una vida partiéndose el espinazo para alcanzar una insólita libertad en la que se habita con más preguntas que respuestas. Justo está ahí, en ese momento en el que se agradece otro día más. Justo entonces las palabras de Calderón de la Barca: “Tales los hombres sus fortunas vieron:/ en un día nacieron y expiaron;/ que, pasados los siglos, horas fueron”. No importa que sus días en el paraíso del descanso sean como tantos, no hay ni rastro de lo extraordinario. No hay pulseritas en Punta Cana, ni aguas cristalinas, ni playas de arena fina con palmeras azotadas por el viento. No, la jubilación no es un folleto a todo color.
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La esperanza es una trampa existencial que obliga a nuestro protagonista a un monólogo interior en el que el leitmotiv es cruel: “A veces pienso que no existo”. ¿Esto es esperanza o decepción? ¿Esto es sarcasmo o ironía? “Espero que no pasen más días sin que nadie me abrace. Espero no recibir malas noticias. Espero no tener que pensar como un viejo. Espero que allí, en algún lugar, exista algo auténtico. Lo espero porque estoy sediento”. La esperanza es una trampa existencial que se ríe de cualquiera, aquí y en Finlandia.
Game Over
Escribir y entender que a cierta edad la belleza es también melancolía. Podría ser una de las intenciones de Musturi en estos cinco libros –recopilados en uno- que empezó publicando en 2007 y acabó cuatro años después. La saga arranca en el verano de la explosión de Chernóbil y termina seis meses más tarde, en invierno. “Con el tiempo te das cuenta de que lo que pensabas hacer cuando fueras viejo no es más que un simulacro. La partida ha terminado en un recuerdo lejano de lo que eras”, suelta el personaje, subido a una escalera, tratando de colgar una casa para pájaros en un árbol.
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La mujer entra en cuadro en el último libro. Hasta entonces, ella parece el subconsciente de él. Le da réplicas, le pregunta, le reprocha, confirma su conformismo. Y cuela el significado del amor de largo recorrido: acaso un cuerpo al que abrazarse. El amor es un suero que alivia la carga de la realidad y sus varices. Estas “miniaturas maestras”, envueltas en colores puros, son criaturas vinculadas a otras creadas por Seth y Chris Ware. Todos ellos tienen a peleles deambulando entre sus viñetas mientras se preguntan qué significa ser un héroe cuando eres una colilla pisoteada.
Con toda probabilidad unas crónicas desde el paraíso de la jubilación de la quintaesencia del Estado del bienestar europeo sea el mayor disparate para leer en vacaciones, si no fuera porque estas son –también con toda probabilidad- las protagonistas del mejor cómic publicado este año. Veamos, a nadie le interesa la vida de un setentón finlandés que escarda cebollinos, arándanos, lo que sea, corte leña o se revuelque en la nieve después de una sauna y se le congelen sus “manzanitas”. La cosa se pone interesante cuando el despojo laboral en el que se ha convertido entra en crisis al preguntarse quién es, qué ha hecho en su vida y qué espera de sí mismo. Todo esto en las profundidades de un bosque, rodeados por la naturaleza salvaje y vibrante.
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- Ilustradas y sin clichés, el nuevo fenómeno editorial hace 'boom' Prado Campos