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El sexismo no pasa de moda
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las guerrilla girls llegan a matadero madrid

El sexismo no pasa de moda

“El mercado del arte no pagará eternamente precios astronómicos por la obra de un puñado de hombres”, reza uno de los carteles del colectivo de artistas

Foto: Una imagen de la retrospectiva de las Guerrilla Girls, en Alhóndiga Bilbao, en 2013. (EFE)
Una imagen de la retrospectiva de las Guerrilla Girls, en Alhóndiga Bilbao, en 2013. (EFE)

“El mercado del arte no pagará eternamente precios astronómicos por la obra de un puñado de hombres”, reza uno de los carteles del colectivo de artistas feministas Guerrilla Girlsadvirtiendo que alguna vez el racismo y el sexismo pasará de moda. Treinta años después de la creación de este grupo decidido a denunciar el olvido sistemático que las mujeres sufren en las sociedades contemporáneas su objetivo sigue vigente. El sexismo está de moda, pero también su contestación.

“La defensa de esta posición todavía atenta hoy frontalmente contra la institución arte”, cuenta Xabier Arakistain, especialista en la trayectoria del colectivo y comisario de la muestra que inaugura Matadero Madrid 30 de enero (y hasta el 26 de abril), con un recorrido en el que junto a sus emblemáticos carteles hay documentación y vídeos que subrayan los vínculos entre arte y activismo.

Entre ellos se encuentra el que disparó al conjunto al reconocimiento, en 1989: “¿Tienen que estar desnudas las mujeres para entrar en el Museo Metropolitano (MET) de Nueva York? Menos del 5% de los artistas expuestos en las secciones de arte moderno son mujeres, pero el 85% de los desnudos son femeninos”. El cartel corrió inmediatamente por todo el mundo y llamó la atención sobre el resto de su trabajo. La guerra de guerrillas se desató, cubiertas con máscaras de gorila y con nombres de mujeres insignes ya fallecidas, se apoyaron en las técnicas de la publicidad y el diseño gráfico.

Los carteles pasan de la calle al museo, convirtiendo sus reivindicaciones públicas en un elemento artístico. Han logrado la filigrana paradójica por la cual la denuncia contra el arte se convierta en arte. El sistema lo absorbe todo, sobre todo lo que molesta. “Sus carteles se han convertido en su seña de identidad y utilizan el lenguaje de la estadística, que cuantifica la realidad de las mujeres en el campo del arte y en otros ámbitos de actividad, para poner de manifiesto el estrepitoso fracaso de las llamadas sociedades democráticas en alcanzar la igualdad entre hombres y mujeres”, cuenta el Arakistain, que en 2013 ya montó otra retrospectiva sobre ellas en Alhóndiga Bilbao.

Pegamento vital

Ironía e incorrección ante la insatisfacción y la frustración del mundo del arte institucional, la tormenta perfecta que desata la crítica de colectivos como WAC, ACT UP y las Guerrilla. Aparecen para tocar las narices al mundo del arte ante la amenaza de las políticas conservadoras con las minorías étnicas, como mujeres y homosexuales. El activismo de estos grupos es pegamento para cerrar la brecha entre arte y vida.

El trabajo de las Guerrilla Girls cuestiona y desvela las miserias que se esconden en lo evidente. “Desaparecidos en combate: Servicio Nacional de Salud. El final de la pobreza y las personas sin hogar. No más discriminación. Una cura para el SIDA. Atención infantil y educación para todos. Derechos reproductivos para todas las mujeres. Un entorno seguro. Una política energética alternativa”, otro cartel. Su intensa actividad demuestra la actitud y ambición de este colectivo, cuya lucha es hacer que la categoría sexo no sea una causa de opresión. “El feminismo no discrimina por razón de sexo”, asegura el especialista.

Impulsos artísticos, impulsos políticos, impulsos eléctricos. Capaces de llegar a una audiencia internacional y con un talante más radical que lo que cuelga de los museos: “Pregunta: ¿Qué diferencia hay entre un prisionero de guerra y una persona sin hogar? Respuesta: De acuerdo con la convención de Ginebra, un prisionero de Guerra tiene derecho a alimentación, alojamiento y atención médica”. Voluntad de tumbar barreras levantadas por el arte, siempre enmarcadas en su contexto social.

“El mercado del arte no pagará eternamente precios astronómicos por la obra de un puñado de hombres”, reza uno de los carteles del colectivo de artistas feministas Guerrilla Girlsadvirtiendo que alguna vez el racismo y el sexismo pasará de moda. Treinta años después de la creación de este grupo decidido a denunciar el olvido sistemático que las mujeres sufren en las sociedades contemporáneas su objetivo sigue vigente. El sexismo está de moda, pero también su contestación.

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